Menú

Uno de los dramas de la política española es la debilidad del partido socialista y su incapacidad para renovarse ideológicamente, lo que cierra el mercado y favorece el clima conservador en el que nos movemos en los momentos actuales. Cuando Jordi Sevilla planteó una reforma fiscal más “liberal” que los criterios del Gobierno, en el PP hubo nerviosismo. Cuando el PSOE se pierde en batallitas para colocar a los suyos, tipo Margarita Robles, o se muestra como el partido de los funcionarios, refractario a cualquier cambio o reforma, el PP sestea.

Que la gran polémica nacional sea la vuelta o no de la reválida, y que ello vaya a consumir los mayores esfuerzos de la izquierda sacando a sus militantes a la calle, muestra hasta qué punto su análisis es desenfocado y se aleja de los intereses y las ideas de las clases medias, que es donde se ganan las elecciones. Eso que se llama el centro.

Con Zapatero teniendo que hacer esfuerzos para sobrevivir y parecer izquierdista, pactando un día con el Gobierno y al siguiente con su partido, y leyendo con detenimiento los editoriales de PRISA, cualquier propuesta del PP suena a reformista, con lo que, a bajo coste, el Gobierno puede liderar de continuo el debate situando al PSOE en el campo de la reacción, de la respuesta.

El mercado político se encuentra básicamente cerrado, dedicado a debates de matiz para ocultar los de fondo. El Estado sigue controlando lo sustancial de nuestras vidas en materias como educación, sanidad y pensiones; no permite la libertad de opción o la penaliza. Pero en esa línea no hay presión, ni desde la sociedad civil, en donde se han heredado los esquemas dirigistas de la etapa socialista.

Con ese esquema, sin capacidad para la innovación (la única propuesta sugerente es la elección directa de los alcaldes, fórmula para acabar con la lacra del transfuguismo), sin ni tan siquiera intentar conectar con las clases medias, la debilidad de Zapatero se va a ir intensificando. Y ya se ha terminado el idilio con Aznar. Porque ahora toca ganar las próximas elecciones, como ambos acaban de prometer a sus gentes. Las próximas no son las generales, son las autonómicas del 2003. Siguiendo los pasos de Almunia, con los mismos apuntadores y directores de escena, Zapatero cosechará parecidos resultados, pero quien sufre es la sociedad en su conjunto sometida a debates insustanciales. Esa es otra razón del éxito de “Operación triunfo”.


© www.libertaddigital.com 2002
Todos los derechos reservados

Titulares de Libertad Digital
Suscríbase ahora para recibir nuestros titulares cómodamente cada mañana en su correo electrónico. Le contamos lo que necesita saber para estar al día.

  
!-->

En Opinión