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Enrique de Diego

Debate y desmoralización

La propuesta del PSE de Llodio al próximo Congreso pretende generar un debate... terrible, como lo es la realidad. El triunfo del nacionalismo se edifica sobre el terror y la falta de democracia, lo demás es comentario. La situación del País Vasco es la propia de las dictaduras, tal como la analizaba Karl R. Popper, en las que el ejercicio de la responsabilidad se convierte en una forma de suicidio.

Los socialistas de Llodio, donde gobierna Batasuna, el ala violenta del nacionalismo todo él radical, proponen que sólo haya candidaturas constitucionalistas en las grandes ciudades, en las tres capitales. Responde al hecho de que el Gobierno vasco es incapaz de asegurar su libertad. Lo es incluso para sus policías, una parte fundamental de los cuales tiene su vivienda fuera del País Vasco, rompiendo en lo esencial el propio sentido de la creación de la policía vasca, su carácter de proximidad. En el País Vasco sólo pueden hacer campaña Ibarretxe y sus compañeros, los más beneficiados por la actuación de Eta, y lo demás son groseras manipulaciones del inquisidor Arzalluz que nada tienen que ver con la realidad, aunque sirvan de pasto para unos batzokis que están instalados en el protonazismo de Sabino Arana.

Pero la propuesta en sí es una moción de censura completa a José Luis Rodríguez Zapatero, a Felipe González, al multimillonario Juan Luis Cebrián y al desestabilizador oficial de Jesús de Polanco. Mientras estos últimos sacan provecho económico de la situación, y negocian con Arzalluz suculentos contratos publicitarios, los diputados socialistas y populares van con escolta. La cuestión implícita en la moción de los socialistas de Llodio es que su sacrificio ha dejado de tener sentido. Las tesis de Patxi López y Odón Elorza son de progresismo de café. Además, Eta está dejando claro que ni por esas. Su voluntad es genocida. Luchar contra el fascismo y el totalitarismo era todavía un horizonte moral, plegarse a los beneficiarios inmediatos de la tragedia y buscar acomodos presupuestarios, al estilo de Madrazo, es un evidente factor de desmoralización. A las pruebas me remito.

Las situaciones trágicas no se resuelven con reuniones, editoriales y columnas pagadas, sino con Estado de Derecho.


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