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Enrique de Diego

Efectos y causas del terrorismo

Los efectos del terrorismo son trágicos, tremendos, genocidas. Son asesinatos, lesiones, vidas truncadas, proyectos personales destrozados. En lo que se refiere al País Vasco, el discurso legitimador al uso del terrorismo no tiene cabida: la idea de unos pobres desesperados asesinando a los ricos, tan presente en los inmorales clérigos de lo políticamente correcto, no puede predicarse de una sociedad básicamente satisfecha, con altos niveles de desarrollo, que, en parte, han sido ralentizados por el terrorismo, cerrando lo que antes era una evidencia y una sima de Villarcayo arriba y abajo.

En el País Vasco no cabe una excusa económica, por muy abyecta que está sea como justificación. Lo que lleva a asesinar es el intento de imponer un proyecto colectivista, de identidad cerrada, unívoca, que pasa por el genocidio de los impuros y disidentes. Un proyecto nítidamente totalitario.

Ese esquema durante tiempo pareció ligado al marxismo o al marxismo-leninismo, con una vanguardia revolucionaria. Pero desde la caída del Muro de Berlín no puede considerarse más que como miasma. Algo queda en la banda terrorista de ese escenario.

También podía considerarse que la coyunda del marxismo y el nacionalismo era lo que producía la mezcla explosiva. Pero lo que se viene percibiendo con creciente nitidez es que el factor legitimador del asesinato es el nacionalismo con su visión rancia y zoológica de la vida.

La banda terrorista mata en nombre, por y para el nacionalismo. Es una banda terrorista nacionalista. En ese sentido, no se criminaliza el nacionalismo, según el curioso palabro puesto en circulación para hacer comulgar con ruedas de molino y conspirar contra la funesta manía de pensar. Es la ideología de odio que representa el cateto nacionalismo lo que lleva a odiar y matar al otro. El que criminaliza al resto de una manera homicida. Contra ese designio, ya digo zoológico, en el sentido que denunciaba en su día con lucidez Ernest Renan, no cabe neutralidad, pues se trata de matar a todos los que no piensan como ellos, no responden al canon dogmático, y al tiempo imposible, por tribal.

La banda terrorista mata en nombre de Marx, de Lenin, pero mucho más en nombre de Sabino Arana. El desasosiego del PNV se refiere al hecho de que es beneficiario del terrrorismo, pues hacer política en tales condiciones es casi imposible para los no nacionalistas, pero también porque no quiere poner en cuestión un conjunto de prejuicios que se parecen completamente a los de Ku Klux Klan. Lo que Arzalluz dice con su Rh es idéntico a los chicos de la capucha... sureños.

La causa de los asesinatos es el nacionalismo. No los nacionalistas, por supuesto, entendidos en sentido general, pues en muchos de ellos hay seguramente buenas intenciones, miedos y nostalgias. Pero sus ideas son un foco de permanente crispación, una instalación en el estado de excepción, una marcha hacia el genocidio.

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