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Julio Cirino

Perspectivas que inquietan

Julio A. Cirino/Carolina Paduch Una nación de 8.500.000 kms y 175.000.000 de habitantes, apenas más pequeña en su geografía que los Estados Unidos, limítrofe con todos los países de Sud América (excepto Chile y Ecuador) merece ser tomado en serio; y las perspectivas políticas de Brasil, de cara a las futuras elecciones de Octubre venidero, son hoy motivo de análisis desde Wall Street hasta Tierra del Fuego.

Se conocieron hoy las últimas encuestas realizadas tanto porDatafolhacomo porvox populipublicadas el día martes 14 de mayo, según ellas, el candidato del Partido de los Trabajadores (PT), Luis Inacio “Lula” Da Silva logró un significativo aumento en las “intenciones de voto”, alcanzando al 43% de los encuestados frente a un 17% para José Serra, del partido del actual presidente, Fernando Henrique Cardoso, el Social Demócrata Brasileño (PSDB). Más abajo en la intención de voto se encuentran Anthony Garotinho del Partido Socialista Brasileño (PSB), y con 14%, Ciro Gomes, del Partido Popular Socialista (PPS).

Si bien este tipo de encuestas probaron reiteradamente ser muy falibles, en este caso particular, parecen estar confirmando una tendencia reconocida por todos los especialistas.

La caída en el favor popular del candidato promovido por el actual Presidente Fernando Henrique Cardoso, José Serra, está íntimamente relacionada con la reciente investigación de irregularidades en la privatización del importante complejo minero del Vale do Rio Doce (la compañía, una de las más importantes del país cuenta con instalaciones en 8 de los estados brasileños, y representa un capital corporativo registrado de 1.600 millones de dólares), dónde participó uno de los encargados de la campaña de José Serra, Ricardo Sérgio. Estos hechos precipitaron una caída de 5 puntos en la intención de voto de lostucanos(en la política brasileña la expresión “tucanos” se utiliza para denominar a aquellos que se escindieron del movimiento democrático brasileño formando el partido de la social democracia).

Las crecientes perspectivas de triunfo deLula, un hombre que se enorgullece de su profesión de tornero mecánico (cosa que lo convierte en una especie de “objeto raro” para la oligarquía Brasileña), que se inicia en la vida política de la mano del sindicalismo y de su hermano José, viejo militante del Partido Comunista Brasileño, provoca caras serias, no sólo en el propio Brasil, sino en todo el Hemisferio.

Es que para muchos, el hombre que en 1980 formuló elManifiesto del Partido de los Trabajadoresque daría origen al Partido de los Trabajadores (PT) del que Lula sería presidente hasta 1995, es el mismo hombre que en enero de 2001 se convirtió en el epicentro del Foro Social Mundial en Porto Alegre, donde se presentaron las posturas más extremas en contra de la globalización.

La intención de voto para el candidato del PT (Lula), que a fines del año pasado era de 36% y que experimentó un descenso durante los meses de enero y febrero, llegando a su punto más bajo en marzo de este año con un 29%, reinició su curso ascendente a finales del mes de marzo.

Esto coincidió con el momento en que la ex candidata del Partido Federal Liberal (PFL), Rosana Sarney. obtenía su más alta intención de voto, inmediatamente antes que los escándalos en los que la misma se vio envuelta forzaran su retirada de la disputa presidencial.

Hoy, a 5 meses de la elección, las probabilidades que José IgnacioLulaDa Silva sea el próximo presidente de Brasil son cada vez más elevadas, en un momento en que la estabilidad del Hemisferio es altamente precaria, tomando en consideración que Brasil puede ser afectado por el maremoto económico argentino, y que no puede escapar de su cercanía con la Venezuela de Hugo Chávez ni de la enorme frontera con Colombia, país en medio de una guerra civil cada vez más extendida, donde además quedó en evidencia la participación de elementos delictivos de Brasil, que como el conocido Fernandino Beira Mar, se ocupan de proveer armas a los terroristas de las FARC a cambio de cocaína que sale hacia Brasil. Todos estos factores contribuyen a generar un alto grado de ansiedad respecto de cuáles podrán ser las políticas de Lula, si es que se convierte en el “Presidente Da Silva”.

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