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Federico Jiménez Losantos

Zapatero, de Sagasta al "Cojo Manteca"

No sabemos si cuando Aznar situó en Sevilla el último acto de la presidencia española de la Unión Europea pensó en darle en las narices al ex-Presidente del Gobierno Felipe González, precisamente el que con la cuarta legislatura a sus espaldas, desde las alturas del premio Carlomagno y acostumbrado al regalo de jamones de jabugo a Helmut Khol a cambio de “convolutos”, se reía de la minúscula dimensión internacional futura de José María Aznar. El Presidente del Gobierno con mayoría absoluta desde el 2000, presidente en funciones de la Unión Europea y presidente de la Internacional de Centro Reformista, antes Democristiana, tal vez tuvo la tentación de pasarle por las narices a su obsesivo y renocoroso rival su indudable éxito en la escena nacional e internacional, precisamente en su pueblo. Si era esa su intención, es imposible saberlo. Que no descartó esa interpretación cuando se lo hicieran notar, es evidente. Y que al alarde victorioso ha correspondido González con la venganza rencorosa es también indudable.

Si la “Venganza Catalana”, que tanto juego dio en los escenarios románticos, no pudo escenificarse en Barcelona con la marabunta de los grupos antiglobalización, encabezados por Maragall, es posible que La Venganza Sevillana, es decir, el intento de paralizar España el 20-J para que toda Europa se entere de lo mucho que en España se odia a Aznar, tenga más éxito, siquiera como bronca. Y que acabe en una “jornada de lucha” de piquetes sindicales actuando al estilo batasuno como telón de fondo violento al “Día contra Aznar” del felipismo-polanquismo, con los líderes regionales socialistas desfilando en sus respectivos feudos y con un Rodríguez Zapatero definitivamente convertido en el muñeco del rencor, en la marioneta de una estrategia catastrofista teledirigidida por González, jaleada por el Imperio Prisa y que tendría en la Jornada Antigubernamental del 20 de Junio su apoteosis. Otra cosa será lo que le suceda al mes siguiente en el fin de curso parlamentario, el Debate sobre el Estado de la Nación, ante un Aznar rabioso, a un Rodríguez Zapatero capaz de pasar en pocos meses, tras uncirse a la estrategia Cebrián-González, de émulo de Sagasta a epígono del "Cojo Manteca". Que en paz descansa.

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