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Alberto Míguez

Schroeder salvado por las aguas

Aún no está claro quien ganó y quien perdió en el primer enfrentamiento televisivo entre el Canciller Schroeder y el aspirante democristiano a la Chancillería alemana, Stoiber. Las encuestas “A pié de televisión” (es decir, telefónicas y diez minutos después de celebrado el debate) indican que el Canciller ganó con leve diferencia en la contienda pero los medios de comunicación escritos no coinciden con esas evaluaciones. Lo cierto es que la diferencia en previsión de voto (36% para el Canciller, 39% para Stoiber) es mínima y que hay un porcentaje alto de electores todavía indecisos, además de los que no votarán o votarán en blanco. En los próximos días se jugarán uno y otro quien gana y quien pierde. Tal vez el próximo día 8, cuando se celebre el segundo debate televisivo, las cosas estén más claras.

Por lo pronto Schroeder ha logrado aumentar las intenciones de voto en su candidatura gracias a las terribles inundaciones que sufrieron los países centroeuropeos. Supo estar en su sitio y no escatimó esfuerzos para hacerse visible y presente cuando los ciudadanos necesitaban una voz de apoyo y solidaridad. De alguna manera fue salvado por las aguas aunque en el momento de depositar el voto en las urnas no es seguro que las riadas influyan en las opciones de los ciudadanos. Stoiber y sus consejeros cometieron errores durante la riada y, sobre todo, no fueron capaces de responder a tiempo a las solicitudes de la inmensa mayoría. Error, inmenso error que los democristianos pueden pagar caro pese a que les sobran argumentos para zurrarle la badana al Canciller y sus amigos “verdes”. El primero de ellos, el paro.

Schroeder, como su correligionario Felipe González en su momento, hizo promesas desconsideradas e irrealistas para acabar con el desempleo creciente. Y naturalmente, no las cumplió. Ahora muchos ciudadanos se lo recuerdan. Y en primer lugar, Stoiber que ha encontrado en este engaño para uso electoral, un filón. Aunque las aguas pueden haber salvado coyunturalmente al Canciller hay mucho camino hasta el 22 de septiembre. Como diría el paralítico del chiste, no corráis que es peor.


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