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Germán Yanke

Cagalera geoestratégica

El PNV ha perdido el sentido democrático y su único papel en la vida política es salirse con la suya, imponer la dictadura nacionalista tras heredar, con un programa mimético, el voto de Batasuna. Sus discursos son tercermundistas y absurdos y, para que vean que no exagero, un ejemplo: el candidato a diputado foral de Vizcaya acaba de afirmar que el mundo es un desastre, pero que es posible cambiarlo y, para ello, hay dos líderes en el mundo: Lula e Ibarretxe.

Este tipo de tonterías van acompañadas del insulto y el abandono voluntario de la realidad y el sentido común. La firmeza del Estado de Derecho, que se opone al terrorismo y molesta sintomáticamente al PNV, le parece al partido de Arzalluz “la mayor invitación y justificación de cualquier lucha armada”. Desde ese totalitarismo paleto, que coacciona y pretende excluir a la mitad de la población, debe resultar muy saludable insultar a todo el mundo, llamar a Aznar neo-falangista y equipararle a ETA. Se sienten a gusto después de esta deposición indignante y se merecen, ya de una vez por todas, el aislamiento de los demócratas.

El PNV, que hace tiempo alardeaba de sus contactos internacionales, tiene ahora una cagalera geostratégica digna de mención. Dice así –para esa fiesta fascista del Aberri Eguna que identifican con la resurrección de Cristo– que no se puede “convencer” a ETA de su “inmoralidad” e “inoportunidad” cuando, quienes les llaman terroristas, matan en Irak, Chechenia, Indonesia o Filipinas. Hala, los analistas nacionalistas parecen, si no tuvieran detrás a la banda, personajes de una disparatada serie cómica.

Ya sabemos quiénes son sus amigos (ETA y Batasuna). Ya sabemos lo que quieren (la imposición violenta del nacionalismo). Dan vergüenza, pero aún más, dan asco.

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