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Germán Yanke

Retórica reaccionaria

Algunos eurodiputados del Partido Socialista Francés se han quejado con cierta amargura del tono de la polémica, que no debate, en su propio partido. La dirección, y algunos otros militantes “representativos” de la línea oficial, arremeten con dureza contra tres históricos que se han convertido, cada uno a su modo, en disidentes. No son ciertamente tales, señalan los citados eurodiputados, sino personas que, al defender con ahínco y seriedad lo que piensan, deben ser escuchados y sus tesis debatidas con rigor, en vez de despacharlas con arrogancia y modos autoritarios.

Bernard Kouchner, antiguo ministro de Sanidad, se mostró partidario de una intervención aliada para derrocar a Sadam Husein. Jacques Delors, antiguo presidente de la Comisión Europea, apuntó la conveniencia de incluir de algún modo las raíces cristianas de Europa en su nueva Constitución. Michel Rocard, antiguo primer ministro, reflexionó favorablemente sobre la conveniencia de reformar el sistema de pensiones en Francia. Los socialistas que ahora se quejan no son partidarios de estas tres propuestas, ni de dos de ellas. Algunos no son partidarios de ninguna, pero no aceptan que se rechace su contenido y su debate con una suerte de retórica reaccionaria: Kouchner dice lo que dice Bush, Delors lo que dice el Vaticano, Rocard lo que dice la derecha. Lo que les molesta, y creo que con razón, es el empobrecimiento de la discusión política seria en su partido y la estrategia de colocar cualquier opinión ajena a la dirección fuera del horizonte del debate socialista: se parece a otros, que se vaya con ellos. Es el dogma el que lleva a las exclusiones.

Esta patología es similar a la que la dirección actual del PSOE emplea con los que disienten de uno de los elementos más extravagantes de la doctrina socialista actual, cual es la complacencia con una concepción de España que subordina la nación a las exigencias nacionalistas. A quienes colaboraron con Nicolás Redondo en la defensa de las libertades en el País Vasco, cuando critican la debilidad de los actuales dirigentes ante el nacionalismo vasco y el Plan Ibarretxe, les espetan que se parecen al PP. A Cristina Alberdi, con amenazas que no se hicieron a los socialistas navarros que pactaron con los amigos de ETA, le dicen ahora que se vaya al PP, que es con quien está de acuerdo. La retórica reaccionaria se ha hecho con el PSOE, en el que ya no hay debate que valga. No es que tengan un dogma doctrinario, es que aceptan cualquiera si viene de un reyezuelo territorial. Los demás “se parecen al PP” y se les arroja al averno.

Hasta Bono, tan moderado y comedido, tan apegado al sentido común, dice que Alberdi ya sabía que se podía encontrar con un expediente. ¿Lo sabía? ¿Está la amenaza tan extendida? Desde fuera es impensable que la reacción pudiera ser esta.


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