Menú
Fundación Heritage

A Castro y Chávez, no gracias

Stephen Johnson

Por fin, más de 70 países alrededor del mundo han ofrecido ayuda a Estados Unidos para la recuperación después del huracán Katrina. La mayor parte es de todo corazón y proviene de viejos aliados y de países que han recibido ayuda americana en sus propios momentos de necesidad. Pero esto no es cierto en todos los casos, por ejemplo el de Cuba y Venezuela.
 
Según las noticias, Australia ha ofrecido 7.5 millones de dólares a la Cruz Roja Americana. China 5 millones. Francia ofreció 600 tiendas de campaña, 1.000 camillas, 60 generadores, bombas diesel y purificadores de agua. México está enviando 15 camiones llenos de comida, agua y medicinas así como barcos de la Marina y helicópteros. Hasta El Salvador –país víctima de terremotos, huracanes y guerra— ha ofrecido tropas para ayudar a las patrullas policiales.
 
Aunque el Presidente George W. Bush dijo que Estados Unidos “se levantará y se encargará del problema” estos regalos son la manera que tienen otras naciones para devolver algo a un país que a menudo ha ofrecido una mano. La Administración Bush debería aceptarlos, tomando en consideración las necesidades de los afligidos a lo largo de la costa del Golfo así como la oportunidad de mostrar que Estados Unidos puede recibir con tanto estilo como sabe dar.
 
El dictador cubano Fidel Castro ofreció 1.000 médicos y 26 toneladas de medicina y el líder autocrático de Venezuela Hugo Chávez prometió productos petrolíferos refinados, un millón de dólares, unos 2.000 soldados, bomberos y cooperantes. Sin embargo, la caridad de esos dos debería ser tratada con precaución.
 
Sus ofrecimientos quitan recursos a los ciudadanos necesitados en sus propios países. Los cubanos de a pie no tienen voz ni voto en el asunto del envío de miles de médicos, profesores y agentes de inteligencia que Castro ha mandado a Venezuela y otros países por motivos políticos hasta un punto tal que ya no tienen acceso a una atención médica básica. Y con respecto a las toneladas de medicinas, es curioso que las farmacias abiertas para la mayoría de cubanos ni siquiera tengan aspirina.
 
En Venezuela, el presidente Chávez ha tomado el control personal de la industria petrolífera, principalmente privatizándola a su nombre. Después de empujar a la OPEP a que limite su producción para que suban los precios, ahora vende petróleo por debajo del valor de mercado a países que se alineen con él y su retórica populista. Bañado en petrodólares, se ha convertido en un petardo omnipresente en la escena internacional a costa de los pobres de Venezuela, cuyo número ha crecido desde que llegó al poder.
 
Además, Chávez esta usando la zanahoria de la ayuda para sembrar división entre el pueblo americano y sus funcionarios locales, estatales y nacionales. Chávez acusó cínicamente “Por cuatro días hubo avisos de que el huracán iba a golpear directamente y el rey de las vacaciones en su rancho sólo dijo: Debéis huir”.
 
Además de distorsionar lo que verdaderamente sucedió e ignorando la mezcla federalista de responsabilidades locales y nacionales en Estados Unidos, las palabras de Chávez contrastan con las de su propio comportamiento cuando las lluvias y las avalanchas de barro en las costas se cobraron la vida de unos 16.000 venezolanos en Diciembre de 1999. Su gobierno no dio órdenes de evacuación a pesar de que las avalanchas empezaron en las montañas. Para más inri, Chávez estuvo en paradero conocido por 36 horas, supuestamente en La Habana.
 
Por petición del ministro de Defensa venezolano Raúl Salazar, Estados Unidos envió helicópteros y soldados inmediatamente, contribuyendo con 4 millones de dólares de ayuda humanitaria. Pero en Enero de 2000, Chávez bloqueó repentinamente la llegada del cuerpo de ingenieros del Ejército de Estados Unidos que se requerían para reconstruir una carretera vital, según dicen aconsejado por Castro para reducir las demostraciones de buena voluntad americana y para mantener fuera a los espías.
 
En 2001, sin embargo, Chávez envió tropas venezolanas a El Salvador para reparar viviendas rurales después de un terremoto devastador. Los funcionarios salvadoreños casi los declaran “personas non gratas” por que parece que estaban exhortando a los lugareños a votar por el partido izquierdista Frente de Liberación Nacional Farabundo Martí en las elecciones que estaban próximas. Los doctores cubanos operan en otros países para servir propósitos políticos similares, según cuentan los que desertaron esas filas.
 
El esfuerzo americano de rescate y recuperación es lo suficientemente desafiante como para estar dando lugar a errores y malicia. Los países extranjeros que envíen personal deberían poder cooperar con las autoridades americanas locales, estatales y federales. Los aliados que hayan participado con americanos en ejercicios de pacificación, ayuda bilateral y acciones con fuerzas y cuerpos de seguridad ya han demostrado tener esa capacidad.
 
Mejor usar esa experiencia adquirida –que sin duda será sometida a duras pruebas—que permitir a oportunistas políticos deseosos de sembrar discordia o probar la debilidad del litoral en defensa. Además los cooperantes americanos tampoco son nada bienvenidos ni en la Cuba de Castro o la Venezuela de Chávez.
 
* Traducido por Miryam Lindberg
 
Stephen Johnsones analista político decano especializado en América Latina del “Centro Douglas and Sarah Allison para Política Exterior” y del “Instituto Shelby Cullom Davis para Estudios Internacionales” de la Fundación Heritage.

En Internacional

    0
    comentarios