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José Vilas Nogueira

Signos de recuperación de libertad

En esta visión, la única garantía contra el despotismo de partido se sitúa en la pluralidad de los mismos. Pero esta precaria garantía puede ser burlada, ya sea porque los partidos se concierten ocultamente, ya porque un partido conquiste la hegemonía.

Lord Acton es particularmente conocido por su frase: "el poder tiende a corromper; el poder absoluto corrompe absolutamente". Es probable que mucha gente no sea capaz de situarlo históricamente. Quizá crea que fue el nazismo el que inspiró su sentencia. Pero el historiador y publicista inglés es bastante anterior; hombre del XIX, su vida se extinguió poco antes que la de su siglo. Tuvo, pues, la fortuna de no haber conocido el comunismo, el nacionalsocialismo y otros totalitarismos que asolaron el pasado siglo. Su frase es epítome de sus conocimientos históricos. Pero, a nuestros ojos, es también sintética y dramática profecía de los implacables despotismos del siglo XX.

No siempre se entiende bien la relación entre crimen político y totalitarismo. Un crimen político es siempre execrable, pero no necesariamente es heraldo de un régimen totalitario. Lo peculiar del totalitarismo no es el recurso al crimen para conquistar el poder, sino su potencial criminógeno; no los crímenes cometidos, sino los crímenes por cometer. Los soviéticos llegaron al poder por un golpe de Estado con apenas derramamiento de sangre. Hitler, por vía electoral, y la rufianesca violencia que facilitó su triunfo tampoco fue gran cosa. Los asesinatos de millones de personas, la destrucción de la libertad y de la conciencia de otros muchos millones no fueron un medio para llegar al poder, sino la consecuencia de que hubieran llegado a él.

De aquí que estas penosas experiencias no deban ocultar la consideración de la inclinación totalitaria de la mayor parte de los partidos democráticos de la izquierda europea continental que florecieron durante el pasado siglo y siguen presentes entre nosotros. No pretendo equipararlos con las dictaduras totalitarias, pero sería estúpido cerrar los ojos ante el potencial totalitario que incorporan.

La esencia del liberalismo (compartida por algunas corrientes del pensamiento conservador) se halla en la limitación del poder. Los instrumentos institucionales para lograr este objetivo son bien conocidos: limitación del ámbito del poder estatal, consagración de derechos y libertades individuales exentas de la intervención del poder, gobierno representativo, etc.

Frente a este programa, el radicalismo democrático, primero, y el socialismo marxista o marxistizante, después, dotaron al partido político de potencial totalitario. Fue una operación ideológica que integró, junto con otros elementos, la mistificación de la democracia mediante la anacrónica invocación del modelo ateniense y la secularización de la concepción católica del mundo, convirtiendo al partido en trasunto de la Iglesia, señor ahora de bienes y conciencias. En esta visión, la única garantía contra el despotismo de partido se sitúa en la pluralidad de los mismos. Pero esta precaria garantía puede ser burlada, ya sea porque los partidos se concierten ocultamente (el "partido cártel" de Katz), ya porque un partido conquiste la hegemonía, excluyendo de la legitimidad a los verdaderos rivales y reduciendo a los demás a satélites (el "partido hegemónico" de Sartori). En uno y otro caso, la libertad ciudadana es aherrojada (con cadenas de hierro o de oro) y la sociedad civil destruida por el cáncer del partidismo.

Este es el designio de la constelación partidista dominante en España. Parecía tan avanzada la realización de su infame propósito, que poca esperanza de salvación quedaba. Sin embargo, estos últimos días, se han producido algunos hechos que permiten alentar alguna. Los citaré, sin ajustarme a orden establecido. En primer lugar, la condena de los policías autores de las detenciones ilegales en el llamado caso Bono. Nunca se abundará bastante en la importancia de la independencia judicial. Es el indicador por excelencia del gobierno moderado. Que sigamos teniendo jueces independientes es un milagro, tales son las miserables acometidas que contra su independencia ha prodigado el Gobierno.

En segundo lugar, la reelección de José Alcaraz al frente de la AVT. Mejor dicho, al propósito de este artículo, el fracaso y final desistimiento de la candidatura que pretendía oponérsele, en un claro ejemplo de manipulación partidista. Pocos ejemplos tan expresivos de vocación totalitaria ha dado el Gobierno Zapatero como la creación del puesto de Alto Comisionado de Ayuda a las Víctimas del Terrorismo y la trayectoria seguida por su titular.

En tercer lugar, la confirmación y difusión del proyecto deCiutadans per Catalunya. Cualquiera que sea la fortuna electoral que les aguarde, en un sistema de partidos con barreras de entrada –legales y de facto– tan elevadas como el español, la génesis del proyecto, tan expresiva de un aliento de recuperación ciudadana ante el desprecio por los partidos establecidos de una considerable corriente de opinión, es un hecho jubiloso. Por primera vez desde la transición, surge una empresa política de izquierda que conjuga en una misma pretensión la defensa de la libertad individual, frente a la partitocracia reinante, y la defensa de la nación española, frente a los particularismos reaccionarios. Para terminar, es cada vez más frecuente encontrar en los medios de comunicación voces críticas con la deriva de la izquierda dominante. Testimonios más importantes si se consideran las enormes dificultades que, en España, el poder político opone a la prensa libre. Creo que Lord Acton lo celebraría.

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