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La nueva alianza

El óptimo: disfrutar de todas las ventajas de la independencia sin sufrir ninguna de las desventajas.

Las cosas pintan tan bien para el PNV como mal pintan para el lehendakari. Urkullu ha dejado caer que el único sapo que el PSOE no puede digerir, el referéndum de octubre, es sólo una iniciativa institucional, no del partido. Le ha faltado añadir: ¿Ibarretxe? ¿Quién es Ibarretxe?

Paralelamente, el más taimado de los socialistas con mando, y aún ministro del Interior, ha introducido un matiz de condescendencia que certifica el fin de Ibarretxe y de sus inconvenientes planes: hay que buscarle –afirma nuestro Talleyrand– una salida personal a Ibarretxe. Demoledor.

¿Y qué se cuece detrás de todo esto? Nada menos que una oportunidad de oro para el nacionalismo vasco, la de alcanzar un óptimo con el que sueña cualquiera de esas supuestas o reales "naciones sin Estado" que por el mundo agitan y se agitan. El óptimo: disfrutar de todas las ventajas de la independencia sin sufrir ninguna de las desventajas.

El País Vasco es ya el territorio no independiente con mayor autogobierno de Europa, si no del mundo. En la legislatura que se despereza, tiene todas las cartas para avanzar aún más en ese autogobierno. La vía es un nuevo estatuto de autonomía que incorpore todos los logros nacionalistas del estatuto catalán, una vez este haya sido bendecido por el Tribunal Constitucional, como parece que ocurrirá, al menos en gran medida, visto el historial de adaptabilidad del supremo intérprete de la Constitución a las necesidades del ejecutivo de turno. Adaptabilidad y flexibilidad de contorsionista chino.

Del estatut tomará el País Vasco el reconocimiento como nación y las relaciones de bilateralidad con el Estado, la consagración de la asimetría en el modelo autonómico, una justicia propia en la práctica y un catálogo de derechos y libertades añadidos a los que la Constitución reconoce a todos los españoles, amén de múltiples herramientas de ingeniería social.

Súmese a ello el concierto económico del que ya goza y cuyo blindaje es la única exigencia del PNV para investir a Rodríguez. El resultado es un casi Estado, siendo el "casi" el salvoconducto que garantiza al País Vasco su presencia en la Unión Europea y en el euro, y lo que le permite ser decisivo en los asuntos de la abominada España en tanto que nadie allende las fronteras "nacionales" podrá meter las narices en sus cosas.

Con ello, y sin referéndum en octubre, el PSOE ya tiene dos comodines: el prestigio por haber parado a Ibarretxe y 175 escaños (169+6).

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