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Víctor Llano

No se conformarán con la tostadora

El autor de Plenilunio es un magnífico escritor y, probablemente, una persona decente. Un poco lenta en sus análisis, pero decente.

A pesar de que los cubanos escuchan hablar de política y corren a ponerse en la cola de la guagua que nunca llega y de que su necesidad no les permite pensar en nada que no sea en resolver para comer un bocado antes de que anochezca, a sus verdugos no les va a resultar fácil comprarles con una tostadora o con una entrada para un hotel. No serán muchos los que escriban al Granma ni los que les vendan su alma por menos de nada. Tras casi medio siglo de tiranía sólo se conformarán con la libertad.

Pierden el tiempo los que intentan contentarles con un poco menos de miseria. Las promesas de un menor malestar llegan tan tarde como los lamentos de una supuesta progresía que durante 49 años despreció a las víctimas de la barbarie que con tanto empeño justificó. Es lo que tiene la izquierda. Sólo alcanza parte de la verdad cuando ya están ahítos todos los cementerios y todos los presidios. Los cubanos agradecerán lo que ahora dice Antonio Muñoz Molina, pero confiarán muchísimo más en lo que siempre dijo Huber Matos. Y harán bien. Mientras Matos conoce al monstruo de Birán, la inmensa mayoría de la izquierda española simula entenderle.

El autor de Plenilunio es un magnífico escritor y, probablemente, una persona decente. Un poco lenta en sus análisis, pero decente. Lo que ocurre es no se puede confiar en que los intelectuales de la izquierda española muestren demasiado interés en que se conozcan los crímenes del castrismo. Por poner sólo un  ejemplo y sobre un asunto interno. Según una encuesta de la propia cadena SER–-altavoz de la versión oficial del 11-M– más de un 30% de sus oyentes, gran parte de ellos de izquierdas, no creen lo que les han contado de la masacre de Madrid; sin embargo, ni uno solo de los muchos intelectuales de los que presumen los regres españoles ha expresado la más mínima duda sobre unos hechos que cuatro años después nadie nos ha explicado.

En cualquier caso, no perdamos la esperanza. Al igual que muchas víctimas del 11-M no se conforman con no saber quiénes y para qué asesinaron a sus hijos, millones los cubanos necesitan como ellas de la verdad, de la memoria, de la dignidad y de la justicia. Aquí no les valdrá un relato increíble de los hechos, y allí no les servirá una tostadora disfrazada de peso más o menos convertible.

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