Como dato curioso de a dónde llega la ignorancia o la mala fe (o las dos) de los antifranquistas de hogaño, está la serie de Antena 3 Doctor Mateo.
En el capítulo de este Domingo, el médico, para determinar si una anciana sufre demencia, le hace una serie de preguntas; una de ella es ¿Cuándo comenzó la Guerra Civil? "En 1931", contesta la anciana, para, tras una breve pausa dramática, añadir "con la proclamación de la Segunda República Española, porque los falangistas no podían soportar un estado democrático".
Creo que sobra cualquier otro tipo de comentario.
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Está Ud. en lo cierto. La cuestión de Franco no tiene parangón con ningún otro fenómeno social en España, lo que delata su enorme trascendencia. En mi opinión, permítame decirle que ser hoy “antifranquista” es un absurdo, un sin sentido, propio de mentalidades empobrecidas e incapacitadas para el futuro; por más vueltas que le doy, no me lo explico, si es que de verdad sienten ese odio o es sólo una excusa con otra finalidad más práctica e inconfesable. En todo caso, lo atribuyo a síntomas enfermizos de gentes frustradas por algún trauma que poco o nada tiene que ver con lo que pretenden convencernos. Es llamativo que treinta y tres años después de su muerte, el Caudillo tenga más relevancia social que su sucesor, aunque creo que esto se explica porque su figura histórica ya está muy por encima de la mediocridad política en la que vivimos. Por supuesto, compraré su último libro que leeré con interés.