Y de toda esta situación ¿no tienen alguna culpa los padres y la iglesia católica que regenta un porcentaje altísimo de centros escolares? Si se tuviera el valor de renunciar a las ayudas y los padres que dicen ser decentes pagasen el costo real de la educación de sus hijos, este miserable gobierno no tendría nada a hacer. Pero, claro, hay que seguir haciendo el veraneo, cambiando de coche, pagando el club privado, saliendo a cenar y demás, porque, efectivamente, algo hay que hacer para sobrevivir al esfuerzo laboral que aportamos todos en el país de PEOR productividad y competitividad de Europa
¿Mercado?
Si la derecha nacional -el PP, que empieza por no querer aceptar que es la derecha- tuviera un mínimo de valentía, haría ya tiempo que habría propuesto el sistema de "cheque escolar" como sistema de financiación de los costes educativos hasta por lo menos la E.S.O. Pero no lo hacen, ni siquiera dan a conocer el concepto. Si no hay competencia entre centros educativos (públicos, concertados y privados), ¿cómo vamos a aprender de los errores y a mejorar la calidad de la educación de nuestros hijos-alumnos? No hay ningún estímulo para hacerlo, basta con poner el cazo y a esperar que llegue la subvención o el maná estatal, junto con la normativa correspondiente. Así vamos, a la par que Uzbequistán... Una lástima.
Esta situación tuvo su comienzo en 1982, cuando el primer gobierno felipista cambió los papeles de profesores y alumnos, pasando los primeros a ser alumnos-víctimas de sus alumnos, y éstos pasaron paulatinamente, junto con sus padres, a ser profesores-controladores-maltratadores de los primeros. La tragicómica historia comenzó tras implantarse la LODE, y tras ésta, todas las "actualizaciones" que le sucedieron con objeto de "mejorar" los "beneficiosos" efectos de la LODE.
Los ciudadanos españoles no tienen ni idea de hasta donde se ha llegado, cuál es la verdadera situación, y hasta dónde vamos a llegar tras lo que hay sembrado. Lo peor falta por llegar, aunque ya se atisba con claridad.
Dejé la docencia hace cinco años, porque en conciencia, no podía seguir colaborando en tan atroz aberración.