Discrepo levemente en lo de los movimientos sociales: tienden a ser fagocitados por los partidos políticos; los dos ejemplos más sangrantes los tenemos en la AVT (neutralizada por el PSOE), y Hazteoir (rendida hasta la baba ante el PP y algunos de sus dirigentes).
El problema del "y a quién voto", estimada Sra. Losada, es que llevamos con esa cantinela treinta años; y dicha pregunta es el mejor caldo de cultivo para una farsa tan grande como la conocida por "voto útil": acabas teniendo que oir argumentos como que lo importante es echar a ZP, una vez que gane el PP les haremos cambiar, etc..falacias que no se cree nadie en el fondo de su corazón.
En mi opinión, y tras tantos años de voto lanar por parte de la Derecha, creo que ha llegado el momento de hacerse otro tipo de pregunta, la cual seguramente deberíamos habernos hecho hace mucho tiempo: "¿puedo, en conciencia, y siendo fiel a mis Principios, votar a alguno de los partidos que tan alegremente me han engañado desde que empecé a votar?"
Y dicha pregunta, no hacérsela "para ver si el PP espabila" (no deja de ser un partido político, y el mundo no se hundiría si el PP desaparece), sino para, de una vez por todas, ser capaces de ejercer el voto con auténtica Libertad, y sin el manido tópico de taparse la nariz mientras se deposita el voto.
Paserifo, yo creo que la solución es mas bien tratar de buscar una alternativa a Rajoy dentro del PP y esperar que el equipo del que se rodee esté motivado ideológicamente, no sólo demuestre adhesión incondicional al líder. ¿Será posible encontrar un partido dónde opinar, discrepar y proponer otras ideas no sea impensable o motivo de acudir a los tribunales?
Despertad del sueño, demócratas de todas las clases, liberal-demócratas incluidos: la democracia es un mito, una quimera.
Es cierto que no vivimos en una auténtica democracia sino en una mera partitocracia plebiscitaria, pero ésta surgió y perdura sólidamente asentada sólo gracias a la pasividad conformista del pueblo, que ha preferido delegar totalmente en la casta política partidista la tarea de gobernar, reservándose únicamente el cómodo ejercicio ocasional del voto. Y ello es natural: ocuparse en la marcha de los asuntos públicos exige un esfuerzo que la inmensa mayoría de la gente, inmersa en su vida personal, no está dispuesta a hacer.
La democracia es el gobierno del pueblo por el propio pueblo, pero ¿es qué acaso el pueblo quiere gobernarse a sí mismo? Puede que así lo crea porque de ello le ha convencido la aplastante hegemonía de la ideología democrática y de su propaganda, pero los hechos demuestran que esa es una creencia equivocada: se contentan con participar en los periódicos plebiscitos electorales.
Fijémonos en el manido asunto de las listas abiertas: ya existen en las elecciones al Senado, y no se diferencian en nada del resto: la gente, como siempre, se limita a votar a los candidatos de su partido, sin tomarse la molestia de informarse sobre ellos ni sobre los de los demás partidos.
Cristina, hoy estás tremenda. Das totalmente en el clavo.
Lo nuestro en política es como el fútbol. Nos gusta que los nuestros ganen, que aplasten al contrario, pero no nos gusta jugarlo, hacer deporte. En el fondo, nadie entiende de futbol, nadie lo ama como juego, sino como medio de humillar al otro para ocultar la propia mediocridad e impotencia.
A un norteamericano, en cambio, le encanta ese juego por si mismo. No espera que otros lo jueguen por él. Lo conoce desde pequeño, lo juega como delegado de clase, colaborando en una colecta, en un espectáculo, miembro de un club, de una iglesia, de una sociedad excursionista, musical, deportiva, una asociación de vecinos de barrio; votante y ciudadano activo en un ayuntamiento, en un condado, en el estado, dando apoyo a una iniciativa, a una recogida de firmas, a un referendum. Apoyando a uno u otro candidato, a uno u otro partido, exigiendo a esos candidatos un programa y su cumplimiento, que den cuenta de su actuación. Sociedad civil.
Delegamos nuestras responsabilidades políticas en otros, no queremos responsabilidades, por lo que somos maximalistas y utópicos. Creemos en soluciones fáciles, de barra de bar más que de salón. La única experiencia viva de política es la asamblea de vecinos, ¡y ya nos apabulla y nos supera, echamos pestes y salimos escaldados de ella! Qué decir pues de otros niveles, de otras metas. Precisados a actuar, pero sin pericia, oscilamos entre el borreguismo y el asesinato. Sin sociedad civil, sin instituciones mediadoras, la impotencia nos anula o nos exalta sin fruto, espectadores de un juego que juegan otros por nosotros.
¿Queremos cambiar eso? Podemos. Habrá que ponerse las botas.
!Exactamente!
Los partidos actuales,esos que nos quieren hacer creer,que son los abanderados de la democracia,no funcionan democraticamente(!menudo punto de partida!);sino que és el "lider(,en el caso de rajoy, elegido a dedo,por aznar,sin consultar a las bases,más bien ignorandolas;lo que expresa a las claras,el" TALANTE" del designador y la FALTA DE MORALIDAD Y EGOISMO del elegido;algo que ahora,lamentablemente, tenemos que padecer.
El lider pues,es el que distribuye o confirma los puestos; "todos" sin excepcion;por lo que las criticas internas y las disidencias son inexistentes;es decir:los partidos politicos,son autenticas dictaduras con apariencia de democracias.
Actualmente los politicos,se han olvidado de la razon por la cual existen, se les paga,y de quién les paga; y se han convertido en una "CASTA PARASITA" de la sociedad,que vive ajena a ésta,como si tubieran vida propia independientemente de la misma,;tambien esto mismo ha pasado con la mayoria de los funcionarios,o biceversa,ya que la mayoria de los politicos lo son;y tal vez sea ésa, la verdadera causa del problema.
La no existencia de una separacion real de los tres poderes;sino el reparto de los mismos entre los politicos;es una muestra evidente, de la falta de fè en el sistema democratico y, de la corrupcion de los mismos;asi que, ¿qué podemos esperar de los mismos?
Tal vez como consecuencia de lo anterior,la sociedad vive ausente,a espaldas,como desinteresada del funcionamiento democratico;y sólo se la ve parcialmente motivada, en las consultas electorales,por la emotividad,por el odio al contrario,que tan bien saben propiciar los politicos de todo signo,para condicionarles y obligarles a ir a votar;nó por los progamas ,programas,que repetia Julio Anguita;los cuales,ni se leen,ni parecen interesar a casi nadie.
Y al lado de todo lo anterior,mal conviviendo con ello y con ellos;existen tal vez! un par de millones de ciudadanos!;nó muchos más,que son conscientes de todo ello y,observan con tristeza y desesperanza,el teatro,la comedia,la farsa,en la que han convertido a la democracia Española;y con una absoluta impotencia,en relacion a la rehabilitacion de las esencias de la misma;pues són ,precisamente los politicos(los mas interesados),los que han impedido, que la sociedad civil,se vertebrara,en estructuras fuertes e independientes,ajenas a su control; a escepcion de los sindicatos, claro está,en el caso del psoe.
Por eso,si la sociedad civil,no es capaz de "moverse",de" organizarse",para poner control,al descontrol creado por los "politicos",no habra ninguna esperanza para ella,salvo continuar bajo la DICTADURA POLITICA ACTUAL.
A lo mejor se podría tratar de buscar una alternativa a Zapatero. Tratar de apoyar a alguien que no sea tan nocivo para la democracia como Zetapé y los nacionalista y pueda hacer frente al secretario general del PSOE desde dentro del propio partido... ¡jajajajajaja, pero qué gilipolleces digo!
Lo único coherente mientras no haya democracia real con separación de poderes es la abstención. Uno no puede votar pensando a quien favorece o no, sino actuar en conciencia. Y la única alternativa digna y coherente hoy en día es la Abstención activa.
Si no hay democracia, y no la hay, me abstengo.
Magnífico, Cristina. Has descrito exactamente la realidad, que `roduce cabrero y da pena.
Se trata de que cada diputado represente a alguien y no de que el partido represente a todos. El diputado responde ante sus votantes y, debería hacerlo, se comunica con estos.
Es obvio que nuestra democracia, por joven o por mal encaminada, está lejos de ser siquiera regular. La prueba es la caterva de incompetentes, incultos e ilusos que desplueban el Congreso de los diputados. Mientras no elijamos a personas en lugar de listas, el problema no tiene solución.