Totalmente de acuerdo Amadeus.
Lo que me enerva especialmente de todo este asunto, además obviamente del asco y desprecio infinito que generan esa chusma de violadores de niños y sus encubridores, es que se quira convertir a los verdugos en víctimas.
Si este asunto adquiere especial relevancia por tratrse de la Iglesia y no de cualquier otra institución es por el poder que ésta ha ejercido durante siglos en uno de los pilares básicos de cualquier civilización: la educación.
La Iglesia ha sifdo el hábitat perfecto para estos delicuentes. No solo han tenido y tienen acceso ilimitado a ingentes masas de niños alrededor del mundo sobre las que, protegidos por el aura de integridad moral y de autoridad que se otorgan por linea directa con la divinidad, han ejercido sus perversiones sino que, y esto es lo más grave, la instutución les ha dabo cobijo y ha ocultado sus crimenes.
Aquí de campaña contra la Iglesia nada. Eso es levantar cortinas de humo para tapar responsabilidades. A la Iglesia no se le exige nada distinto de lo debe exigirselo al resto de la sociedad.
Que respondan ante los tribunales de justicia todos los responsables de abusos violaciones y sus encubridores.
Que pidan perdón, recen, que hagan lo que les venga en gana. Aquí no se trata de pecados. Se trata de DELITOS.
La Iglesia Católica es una institución contradictoria. Tiene, en su historia, algunos momentos brillantes y otros muy oscuros. Si los católicos no saben defenderse, si copian el lenguaje de sus enemigos y acaban pareciéndose a ellos, si mudan sus posiciones y sus objetivos según el momento político y el miedo, entonces opino que cualquier cosa mala que les ocurra a tales católicos se la han buscado y con ganas.
Hay más relativismo moral dentro de la Igelsia Católica que fuera. Y esa no es la única arma del Estado para alcanzar el poder absoluto.
Dice Stradlin que
"sin cristianismo no hay liberalismo, es decir no hay libertad"
Esto es más que discutible, pero en todo caso, si el liberalismo tiene un origen cristiano, ciertamente no lo tiene católico. El liberalismo nació en los países que se definieron como protestantes y ha sido siempre (hasta el día de hoy) puesto bajo sospecha por la Iglesia Católica (que es de la que hablamos, por cierto).
De todos modos, siguiendo tu forma de razonar, también podría decirse que el comunismo nació en el seno del cristianismo. Fueron los cristianos radicales ingleses (s. XVIII) los que lanzaron las primeras consignas comunistas (que serían luego replicadas por el mismísimo Lenin) y rechazaron la propiedad privada como base de la organización social.
Ciertamente largo pero a mi me ayudó para valorar y entender el problema con un enfoque verdaderamente cristiano. CONFIO QUE A LOS HOMBRES DE BUENA VOLUNTAD LES SIRVA IGUALMENTE
¿Cuál debe ser nuestra respuesta ante los terribles escándalos de la Iglesia?
Homilía del sacerdote Franciscano P. Roger J. Landry, pronunciada en la Parroquia del Espíritu Santo en Fall River, MA (Estados Unidos)
Autor: P. Roger J. Landry | Fuente: Texto enviado por Raymundo Trujillo
La nota de ocho columnas de la semana pasada no se la llevó el desfile del Super Bowl ni quién sería el mariscal de campo, ni tampoco el discurso del Presidente al Estado de la Unión hablando de los operativos terroristas en los Estados Unidos. Nada de esto fue la noticia principal. Los encabezados fueron capturados por la muy triste noticia de que algunos sacerdotes en la Arquidiócesis de Boston abusaron de jóvenes a quienes estaban consagrados a servir.
Es un escándalo mayúsculo, uno que muchas personas que durante largo tiempo han tenido aversión a la Iglesia a causa de alguna de sus enseñanzas morales o doctrinales, lo están usando como pretexto para atacar a la Iglesia como un todo, tratando de implicar que después de todo ellos tenían razón. Muchas personas se han acercado a mí para hablar del asunto. Muchas otras hubieran querido hacerlo, pero creo que por respeto y por no querer sacar a relucir lo que consideran malas noticias, se abstuvieron; pero para mí era obvio que estaba en su mente. Y por eso, hoy quiero atacar el asunto de frente. Ustedes tienen derecho a ello.
No podemos fingir como si no hubiera sucedido. Y yo quisiera discutir cuál debe ser nuestra respuesta como fieles católicos a este terrible escándalo. Lo primero que necesitamos hacer, es entenderlo a la luz de nuestra fe en el Señor. Antes de elegir a Sus primeros discípulos, Jesús subió a la montaña a orar toda la noche. En ese tiempo tenía muchos seguidores. Él habló a Su Padre en oración acerca de a quiénes elegiría para que fueran sus doce Apóstoles, los doce que Él formaría íntimamente, los doce a quienes enviaría a predicar la Buena Nueva en Su nombre. Él les dio el poder de expulsar a los demonios. Les dio el poder para curar a los enfermos. Ellos vieron como Jesús obró incontables milagros. Ellos mismos obraron en Su nombre numerosos milagros.
Pero, a pesar de todo, uno de ellos fue un traidor. Uno que había seguido al Señor, uno, a quien el Señor le lavó los pies, que lo vio caminar sobre las aguas, resucitar a personas de entre los muertos y perdonar a los pecadores, traicionó al Señor. El Evangelio nos dice que él permitió que Satanás entrara en él y luego vendió al Señor por treinta monedas en Getsemaní, simulando un acto de amor para entregarlo. “! Judas," le dijo Jesús en el huerto de Getsemaní, "con un beso entregas al Hijo del hombre!" Jesús no eligió a Judas para que lo traicionara.
Él lo eligió para que fuera como todos los demás. Pero Judas fue siempre libre y usó su libertad para permitir que Satanás entrara en él y, por su traición termino haciendo que Jesús fuera crucificado y ejecutado. Así que desde los primeros doce que Jesús mismo eligió, uno fue un terrible traidor. A VECES LOS ELEGIDOS DE DIOS LO TRAICIONAN. Este es un hecho que debemos asumir. Es un hecho que la primera Iglesia asumió. Si el escándalo causado por Judas hubiera sido lo único en lo que los miembros de la primera Iglesia se hubieran centrado, la Iglesia habría estado acabada antes de comenzar a crecer.
En vez de ello, la Iglesia reconoció que no se juzga algo por aquellos que no lo viven, sino por quienes sí lo viven. En vez de centrarse en aquel que traicionó a Jesús, se centraron en los otros once, gracias a cuya labor, predicación, milagros y amor por Cristo, nosotros estamos aquí hoy. Es gracias a los otros once -todos los cuales, excepto San Juan, fueron martirizados por Cristo y por el Evangelio, por el cual estuvieron dispuestos a dar sus vidas para proclamarlo- que nosotros llegamos a escuchar la palabra salvífica de Dios, que recibimos los sacramentos de la vida eterna.
Hoy somos confrontados por esa misma realidad. Podemos centrarnos en aquellos que traicionaron al Señor, aquellos que abusaron en vez de amar a quienes estaban llamados a servir, o, como la primera Iglesia, podemos enfocarnos en los demás, en los que han permanecido fieles, esos sacerdotes que siguen ofreciendo sus vidas para servir a Cristo y para servirlos a ustedes por amor. Los medios casi nunca prestan atención a los buenos "once", aquellos a quienes Jesús escogió y que permanecieron fieles, que vivieron una vida de silenciosa santidad. Pero nosotros, la Iglesia, debemos ver el terrible escándalo que estamos atestiguando bajo una perspectiva auténtica y completa.
El escándalo desafortunadamente no es algo nuevo para la Iglesia. Hubo muchas épocas en su historia, cuando estuvo peor que ahora. La historia de la Iglesia es como la definición matemática del coseno, es decir, una curva oscilatoria con movimientos de péndulo, con bajas y altas a lo largo de los siglos. En cada una de esas épocas, cuando la Iglesia llegó a su punto más bajo, Dios elevó a tremendos santos que llevaron a la Iglesia de regreso a su verdadera misión. Es casi como si en aquellos momentos de oscuridad, la Luz de Cristo brillara más intensamente.
Yo quisiera centrarme un poco en un par de santos a quienes Dios hizo surgir en esos tiempos tan difíciles, porque su sabiduría realmente puede guiarnos durante este tiempo difícil. San Francisco de Sales fue un santo a quien Dios hizo surgir justo después de la Reforma Protestante. La Reforma Protestante no brotó fundamentalmente por aspectos teológicos, por asuntos de fe -aunque las diferencias teológicas aparecieron después- sino por aspectos morales. Había un sacerdote agustino, Martín Lutero, quien fue a Roma durante el papado más notorio de la historia, el del Papa Alejandro VI. Este Papa jamás enseñó nada contra la fe -el Espíritu Santo lo evitó- pero fue simplemente un hombre malvado. Tuvo nueve hijos de seis diferentes concubinas. Llevó a cabo acciones contra aquellos que consideraba sus enemigos. Martín Lutero visitó Roma durante su papado y se preguntaba cómo Dios podía permitir que un hombre tan malvado fuera la cabeza visible de Su Iglesia. Regresó a Alemania y observó toda clase de problemas morales.
Los sacerdotes vivían abiertamente relaciones con mujeres. Algunos trataban de obtener ganancias vendiendo bienes espirituales. Privaba una inmoralidad terrible entre los laicos católicos. Él se escandalizó, como le hubiera ocurrido a cualquiera que amara a Dios, por esos abusos desenfrenados. Así que fundó su propia iglesia. Eventualmente Dios hizo surgir a muchos santos que combatieran esta solución equivocada y trajeran de regreso a las personas a la Iglesia fundada por Cristo.
San Francisco de Sales fue uno de ellos. Poniendo en riesgo su vida, recorrió Suiza, donde los calvinistas eran muy populares, predicando el Evangelio con verdad y amor. Muchas veces fue golpeado en su camino y dejado por muerto. Un día le preguntaron cuál era su postura en relación al escándalo que causaban tantos de sus hermanos sacerdotes. Lo que él dijo es tan importante para nosotros hoy como lo fue en aquel entonces para quienes lo escucharon.
Él no se anduvo con rodeos. Dijo: "Aquellos que cometen ese tipo de escándalos son culpables del equivalente espiritual a un asesinato, destruyendo la fe de otras personas en Dios con su pésimo ejemplo". Pero al mismo tiempo advirtió a sus oyentes: "Pero yo estoy aquí entre ustedes hoy para evitarles un mal aún peor. Mientras que aquellos que causan el escándalo son culpables de asesinato espiritual, los que acogen el escándalo -los que permiten que los escándalos destruyan su fe-, son culpables de suicidio espiritual."
Son culpables, dijo él, "de cortar de tajo su vida con Cristo, abandonando la fuente de vida en los Sacramentos, especialmente la Eucaristía". San Francisco de Sales anduvo entre la gente de Suiza tratando de prevenir que cometieran un suicidio espiritual a causa de los escándalos. Y yo estoy aquí hoy para predicarles lo mismo a ustedes. ¿Cuál debe ser entonces nuestra reacción?
Otro gran santo que vivió en tiempos particularmente difíciles también puede ayudarnos. El gran San Francisco de Asís vivió alrededor del año 1200, que fue una época de inmoralidad terrible en Italia central. Los sacerdotes daban ejemplos espantosos. La inmoralidad de los laicos era aún peor. San Francisco mismo, siendo joven, había escandalizado a otros con su manera despreocupada de vivir. Pero eventualmente, se convirtió al Señor, fundó a los Franciscanos, ayudó a Dios a reconstruir Su Iglesia y llegó a ser uno de los más grandes santos de todos los tiempos. Una vez, uno de los hermanos de la Orden de Frailes Menores le hizo una pregunta. Este hermano era muy susceptible a los escándalos. "Hermano Francisco," le dijo, "¿qué harías tu si supieras que el sacerdote que está celebrando la Misa tiene tres concubinas a su lado?" Francisco, sin dudar un sólo instante, le dijo muy despacio: "Cuando llegara la hora de la Sagrada Comunión, iría a recibir el Sagrado Cuerpo de mi Señor de las manos ungidas del sacerdote."
¿A dónde quiso llegar Francisco? Él quiso dejar en claro una verdad formidable de la fe y un don extraordinario del Señor. Sin importar cuán pecador pueda ser un sacerdote, siempre y cuando tenga la intención de hacer lo que hace la Iglesia -en Misa, por ejemplo, cambiar el pan y el vino en la carne y la sangre de Cristo, o en la confesión, sin importar cuán pecador sea él en lo personal, perdonar los pecados del penitente, Cristo mismo actúa en los sacramentos a través de ese ministro. Ya sea que el Papa celebre la Misa o que un sacerdote condenado a muerte por un crimen celebre la Misa, en ambos casos es Cristo mismo quien actúa y nos da Su cuerpo y Su sangre.
Así que lo que Francisco estaba diciendo en respuesta a la pregunta de su hermano religioso al manifestarle que él recibiría el Sagrado Cuerpo de Su Señor que sus manos ungidas del sacerdote, es que no iba a permitir que la maldad o inmoralidad del sacerdote lo llevaran a cometer suicidio espiritual. Cristo puede seguir actuando y de hecho actúa incluso a través del más pecador de los sacerdotes. ¡Y gracias a Dios que lo hace!
Y es que si siempre tuviéramos que depender de la santidad personal del sacerdote, estaríamos en graves problemas. Los sacerdotes son elegidos por Dios de entre los hombres y son tentados como cualquier ser humano y caen en pecado como cualquier ser humano. Pero Dios lo sabía desde el principio. Once de los primeros doce Apóstoles se dispersaron cuando Cristo fue arrestado, pero regresaron; uno de los doce traicionó al Señor y tristemente nunca regresó. Dios ha hecho los sacramentos esencialmente "a prueba de los sacerdotes", esto es, en términos de su santidad personal. No importa cuán santos estos sean o cuán malvados, siempre y cuando tengan la intención de hacer lo que hace la Iglesia, entonces actúa Cristo mismo, tal como actuó a través de Judas cuando Judas expulsó a los demonios y curó a los enfermos.
Así que, de nuevo, les pregunto: ¿Cuál debe ser la respuesta de la Iglesia a estos actos? Se ha hablado mucho al respecto en los medios. ¿Tiene la Iglesia que trabajar mejor, asegurándose que nadie con predisposición a la pedofilia sea ordenado? Absolutamente. Pero esto no sería suficiente. ¿Tiene la Iglesia que actuar mejor para tratar estos casos cuando sean reportados? La Iglesia ha cambiado su manera de abordar estos casos y hoy la situación es mucho mejor de lo que fue en los años ochenta, pero siempre puede ser perfeccionada.
Pero aún esto no sería suficiente. ¿Tenemos que hacer más para apoyar a las víctimas de tales abusos? ¡Sí, tenemos que hacerlo, tanto por justicia como por amor! Pero ni siquiera esto es lo adecuado. El Cardenal Law ha hecho que la mayoría de los rectores de las escuelas de medicina en Boston trabajen en el establecimiento de un centro para la prevención del abuso en niños, que es algo que todos nosotros debemos apoyar. Pero ni siquiera esto es una respuesta suficiente ¡La única respuesta adecuada a este terrible escándalo, -, como San Francisco de Sales reconoció en 1600 e incontables otros santos han reconocido en cada siglo-, es la SANTIDAD!
¡Toda crisis que enfrenta la Iglesia, toda crisis que el mundo enfrenta, es una crisis de santidad! La santidad es crucial, porque es el rostro autentico de la Iglesia. Siempre hay personas -un sacerdote se encuentra con ellas regularmente, ustedes probablemente conocen a varias de ellas también-, que usan excusas para justificar por qué no practican su fe, por qué lentamente están cometiendo suicidio espiritual. Puede ser porque una monja se portó mal con ellos cuando tenían 9 años. O porque no entienden las enseñanzas de la Iglesia sobre algún asunto particular.
Indudablemente habrá muchas personas estos días -y ustedes probablemente se encontraran con ellas- que dirán: "¿Para qué practicar la fe, para qué ir a la Iglesia, si la Iglesia no puede ser verdadera, cuando los así llamados elegidos son capaces de hacer el tipo de cosas que hemos estado leyendo?" Este escándalo es como un perchero enorme donde algunos trataran de colgar su justificación para no practicar la fe. Por eso es que la santidad es tan importante. Estas personas necesitan encontrar en todos nosotros una razón para tener fe, una razón para tener esperanza, una razón para responder con amor al amor del Señor.
Las bienaventuranzas que leemos en el Evangelio de hoy son una receta para la santidad. Todos necesitamos vivirlas más. ¿Tienen que ser más santos los sacerdotes? Seguro que sí. ¿Tienen que ser más santos los religiosos y religiosas y dar un testimonio aún mayor de Dios y del Cielo? Absolutamente. Pero todas las personas en la Iglesia tienen que hacerlo, ¡incluyendo a los laicos! Todos tenemos la vocación de ser santos y esta crisis es una llamada para que despertemos.
Estos son tiempos duros para ser sacerdote hoy. Son tiempos duros para ser católicos hoy. Pero también son tiempos magníficos para ser un sacerdote hoy y tiempos magníficos para ser católicos hoy. Jesús dice en las bienaventuranzas que escuchamos hoy: "Bienaventurados serán cuando los injurien, y los persigan y digan con mentira toda clase de mal contra ustedes por mi causa. Alégrense y regocíjense, porque su recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a ustedes."Yo he experimentado de primera mano esta bienaventuranza, al igual que otros sacerdotes que conozco.
A principios de esta semana, cuando terminé de hacer ejercicio en un gimnasio local, salía yo del vestidor con mi traje negro de clérigo. Una madre, apenas me vio, inmediata y apresuradamente apartó a sus hijos del camino y los protegió de mí mientras yo pasaba. Me miró cuando pasé y cuando me había alejado lo suficiente, respiró aliviada y soltó a sus hijos como si yo fuera a atacarlos a mitad de la tarde en un club deportivo.
Pero mientras que todos nosotros quizá tengamos que padecer tales insultos y falsedades por causa de Cristo, de hecho debemos regocijarnos. Es un tiempo fantástico para ser cristianos hoy, porque es un tiempo en el que Dios realmente necesita de nosotros para mostrar Su verdadero rostro. En tiempos pasados en Estados Unidos, la Iglesia era respetada. Los sacerdotes eran respetados. La Iglesia tenía reputación de santidad y bondad. Pero ya no es así. Uno de los más grandes predicadores en la historia estadounidense, el Obispo Fulton J. Sheen, solía decir que él prefería vivir en tiempos en los que la Iglesia sufre en vez de cuando florece, cuando la Iglesia tiene que luchar, cuando la Iglesia tiene que ir contra la cultura.
Esas épocas para que los verdaderos hombres y las verdaderas mujeres dieran un paso al frente y contaran. "Hasta los cadáveres pueden flotar corriente abajo," solía decir, señalando que muchas personas salen adelante fácilmente cuando la Iglesia es respetada, "pero se necesita de verdaderos hombres, de verdaderas mujeres, para nadar contra la corriente." ¡Qué cierto es esto!
Hay que ser un verdadero hombre y una verdadera mujer para mantenerse a flote y nadar contra la corriente que se mueve en oposición a la Iglesia. Hay que ser un verdadero hombre y una verdadera mujer para reconocer que cuando se nada contra la corriente de las críticas, estamos más seguros que cuando permanecemos adheridos a la Roca sobre la que Cristo fundó su Iglesia. Este es uno de esos tiempos. Es uno de los grandes momentos para ser cristianos.
Algunas personas predicen que en esta región la Iglesia pasará tiempos difíciles y quizá sea así, pero la Iglesia sobrevivirá, porque el Señor se asegurará de que sobreviva. Una de las más grandes réplicas en la historia sucedió justamente hace unos 200 años. El emperador francés Napoleón engullía con sus ejércitos a los países de Europa con la intención final de dominar totalmente el mundo.
En aquel entonces dijo una vez al Cardenal Consalvi: "Voy a destruir su Iglesia" El Cardenal le contestó: "No, no podrá". Napoleón, con sus 150 cm. de altura, dijo otra vez: "¡Voy a destruir su Iglesia!" El Cardenal dijo confiado: "No, no podrá! Ni siquiera nosotros hemos podido hacerlo!" Si los malos Papas, los sacerdotes infieles y miles de pecadores en la Iglesia no han tenido éxito en destruirla desde su interior -le estaba diciendo implícitamente al general- ¿cómo cree que Ud. va a poder hacerlo?
El Cardenal apuntaba a una verdad crucial. Cristo nunca permitirá que Su Iglesia fracase. El prometió que las puertas del infierno no prevalecerían sobre Su Iglesia, que la barca de Pedro, la Iglesia que navega en el tiempo hacia su puerto eterno en el cielo, nunca se volcará, no porque aquellos que van en ella no cometan todos los pecados posibles para hundirla, sino porque Cristo, que también está en la barca, nunca permitirá que esto suceda. Cristo sigue en la barca y Él nunca la abandonará.
La magnitud de este escándalo podría ser tal, que de ahora en adelante ustedes encuentren difícil confiar en los sacerdotes de la misma manera como lo hicieron en el pasado. Esto puede suceder y podría no ser tan malo. ¡Pero nunca pierdan la confianza en el Señor! ¡Es Su Iglesia! Aún cuando algunos de Sus elegidos lo hayan traicionado, Él llamará a otros que serán fieles, que los servirán a ustedes con el amor que merecen ser servidos, tal como ocurrió después de la muerte de Judas, cuando los once Apóstoles se pusieron de acuerdo y permitieron que el Señor eligiera a alguien que tomara el lugar de Judas y escogieron al hombre que terminó siendo San Matías, quien proclamó fielmente el Evangelio hasta ser martirizado por él.
¡Este es un tiempo en el que todos nosotros necesitamos concentrarnos aún más en la santidad! ¡Estamos llamados a ser santos y cuánto necesita nuestra sociedad ver ese rostro hermoso y radiante de la Iglesia! Ustedes son parte de la solución, una parte crucial de la solución. Y cuando caminen al frente hoy para recibir de las manos ungidas de este sacerdote el Sagrado Cuerpo del Señor, pídanle a Él que los llene de un deseo real de santidad, un deseo real de mostrar Su autentico rostro.
Una de las razones por las que yo estoy aquí como sacerdote para ustedes hoy es porque siendo joven, me impresionaron negativamente algunos de los sacerdotes que conocí. Los veía celebrar la Misa y casi sin reverencia alguna dejaban caer el Cuerpo del Señor en la patena, como si tuvieran en sus manos algo de poco valor en vez de al Creador y Salvador de todos, en vez de a MI Creador y Salvador. Recuerdo haberle dicho al Señor, reiterando mi deseo de ser sacerdote: "¡Señor, por favor, déjame ser sacerdote para que pueda tratarte como Tú mereces!" Eso me dio un ardiente deseo de servir al Señor.
Quizá este escándalo les permita a ustedes hacer lo mismo. Este escándalo puede ser algo que los conduzca por el camino del suicidio espiritual o algo que los inspire a decir, finalmente, "Quiero ser santo, para que yo y la Iglesia podamos glorificar Tu nombre como Tú lo mereces, para que otros puedan encontrarte en el amor y la salvación que yo he encontrado." Jesús está con nosotros, como lo prometió, hasta el final de los tiempos. Él sigue en la barca. Tal como a partir de la traición de Judas, Él alcanzo la más grande victoria en la historia del mundo, nuestra salvación por medio de Su Pasión, muerte y Resurrección, también a través de este episodio Él puede traer y quiere traer un nuevo renacimiento de la santidad, para lanzar unos nuevos Hechos de los Apóstoles en el siglo XXI, con cada uno de nosotros -y esto te incluye a TI- jugando un papel estelar.
Ahora es el tiempo para que los verdaderos hombres y mujeres de la Iglesia se pongan de pie. Ahora es el tiempo de los santos. ¿Cómo vas a responder tú?
La Iglesia Católica apenas tuvo nunca poder coercitivo, ésa es la gran diferencia. Y recogió la mejor herencia de todo lo anterior, subiéndolo a su mayor cima, y, a través de muchos fieles, creó la educación de los pobres, que originó la educación pública. Ahora, que la iglesia pierde su sitio, también toda la educación de arruina: la cultura clásica, por ej., ¡dónde está? ¿cómo va a ser la alternativa?
en el fondo tenían razón nuestros celebrados perseguidores cuando decían aquello de : "¡Muera la raza latina!"
Juanvic, olvidas un concepto principal y no hace falta explicarse mucho, sin cristianismo no hay liberalismo, es decir no hay libertad. El mundo occidental ha sido libre o es libre porque es cristiano, por lo menos en sus origenes.Liberalismo y cristianismo van paralelos.
Pd. El liberalismo no es ninguna religion.
amadeus, dices: .... "El problema, para la Iglesia, es que NO TODO EL MUNDO CREE EN LO MISMO... y que nuestra sociedad acepta que NADIE TIENE DERECHO A IMPONER SUS VALORES, que todo el mundo tiene derecho a DEFENDER LOS SUYOS. A eso es a lo que llama la Iglesia RELATIVISMO MORAL..."
En mi opinión estás muy equivocado. Eso no es ningún problema para la Iglesia que es modélica en el respeto a las personas de todas las religiones y creencias (compara y verás). Por supuesto que los católicos creemos que NADIE tiene derecho a IMPONER sus valores. Dicho sea de paso, hacer proselitismo *no* es imponer, como dicen algunos.
El problema para la Iglesia no es eso que tú dices sino que hay Estados que NO cumplen con el principio de "no imponer" sino que, metiéndose donde nadie les llama, intentan desterrar a Dios de la vida y creencias de las personas a pesar de que sus pueblos sean mayoritariamente creyentes. Estados que legislan en contra de algunas confesiones o en contra del fenómeno religioso en general. Estados que, puesto que hay muchas personas que no creen y muchas personas que creen en otras religiones distintas de la católica, intentan imponer SU visión atea o antirreligiosa de la vida disfrazándola de neutralidad religiosa. El argumento implícito que usan es "todo vale si lo vota la mayoría". (Para colmo acaparan y trampean la política y sacan leyes como la nueva ley del aborto que la mayoría del pueblo nunca aprobaría en referéndum). Por ese camino acabarán justificando, por ejemplo, el asesinato de disminuidos o de ancianos si "la mayoría" los considera una carga social (pero eso sí disfrazado de "muerte digna").
Lo que los católicos llamamos "relativismo moral" son esas afirmaciones de que *todo* vale si lo decide "la mayoría" lo cual implica negar que las personas tenemos una conciencia que nos avisa, por ejemplo, de que no se debe matar, ni mentir, ... Aunque en el fondo, nuestros mandamases saben que el ser humano tiene conciencia y no digiere todo lo que le echan y por eso se ven obligados a usar esos eufemismos de "muerte digna" o "libertad de la mujer con su cuerpo"...
P.D. Muy bueno el artículo de H. Vadillo
Si bien estaba de acuerdo con tu anterior artículo, no puedo estar más en desacuerdo con este.
En primer lugar suscribo al cien por cien lo que ha dicho Amadeus.
Como liberales, más razón que nadie tenemos para creer en la libertad religiosa. Pero aún más importante es defender la libertad de pensamiento. Y hay diferencias notables entre ambas.
Una persona puede defender en un momento determinado sus valores, sus principios y aplicarlos en cada segundo de su vida. Y tiene derecho a defenderlos privada y públicamente, pero no a tratar de imponérselos a los demás o a hacer proselitismo. En todo caso, sería deseable que la sociedad acordase unas reglas comunes del juego a las que atenerse, por las cuales nadie tuviese que sentirse en clara desventaja frente a los demás.
La Iglesia Católica sugiere que los valores cristianos, católicos son identificables a los occidentales, y que, de hecho, son superiores al del resto de culturas y religiones. El relativismo moral, en este sentido, sugeriría que no hay unos valores mejores que otros en función de la cultura o religión. Y ninguna de las dos vertientes están en lo cierto.
Los valores y principios occidentales no son propios de la Iglesia Católica. Muchos de esos valores proceden de la cultura clásica que es quien conformó lo que somos hoy día, es el hilo conductor que, en un momento dado de la historia del hombre, explota en una evolución del pensamiento sin precedentes que deriva en la reflexión y el desarrollo de una cultura que descubre al hombre y descifra su naturaleza. A raíz de ahí es la ética de la civilización occidental la que pone la maquinaria del progreso humano y económico a funcionar. Cualquier gran pensador de los últimos siglos no se entiende sin Platón o Aristóteles, sin Séneca o sin Epicuro. Sin embargo, sí que se entiende a cualquier gran pensador sin Santo Tomás.
La religión, cualquiera que sea, debe estar siempre en el terreno de lo privado, porque no es sólo un sistema de valores, sino que aúna códigos de comportamiento, leyes anacrónicas y costumbres en muchos casos difíciles de justificar. Y en ese sentido cualquier religión debe asumir que en el Estado moderno tiene que cumplir con las normas morales y civiles de la cultura en la que se integra.
En los movimientos laicistas no sólo hay republicanos y gnete de izquierdas. El liberalismo no es propiedad de la derecha, el liberalismo, como corriente de pensamiento, es precisamente la que más libertad nos otorga a la hora de juzgar este tipo de cuestiones y muchos liberales que podemos ser agnósticos, ateos o creyentes, somos partidarios de la igualdad de todas las religiones y de su práctica a nivel privado, cosa que no significa tener que esconderse otra vez en cuevas para practicar la Eucaristía, sino de que el Estado ni sus instituciones tengan color religioso, toda vez que eso no signifique las prácticas de este gobierno actual, consistentes en aplastar a una religión, para dar recursos públicos estatales a otras comprando así su voto (Zapatero debería saber lo que piensan los musulmanes del aborto... a alguno le he oído que le gustaría cortarle el cuello... Así se las gastan algunos.)
En la escuela pública, por ejemplo, sería mucho más provechoso que las horas de religión, sea cual sea, de EpC, de ética, se sustituyesen por horas de lectura de clásicos adaptados, por horas de cultura clásica, por horas en las que todos los chavales de hoy día, vengan de donde vengan, aprendiesen los orígenes de la cultura occidental. Y vengan de donde vengan, por más que en sus casas les hablasen de Mahoma o de la diosa Kali, ellos ya tendrán sembrada la semilla del humanismo y los valores occidentales, mejores o peores, pero que quien los conoce en profundidad, acaba por asimilarlos libremente.
Entiendo a un liberal con creencias cristianas, pero no puedo entender un liberal que promulgue la primacía social de los valores católicos o cristianos. Eso, perdóneme, se llama hipocresía e incoherencia de pensamiento.
El poder absoluto se complementa con el poder sobre la vida y la muerte. Me explico
Una de las etapas ya está hecha, al menos en España. Se concede poder sobre la vida del no nacido a la madre-. De mmento pdurante un cierto tiempo. Es ella quien determina si el no nacido debe nacer.
El siguiente paso es transferir ese poder al estado, como garante de la libertad de la madre a decidir, y luego transferir ese poder al estado para"garantizar la no responsabilidad legal " de la madre.
El siguiente paso es fijar por el estado, los criterios de supervivencia del no-nacido
El siguiente paso es fijar por el estado los plazos, alargandolos lo que sea necesario para "ganantizar que el no nacido" está en condiciones de ser util a la sociedad y no"representa una carga para ella"- Los criterios, obviamente los decide el estado. Y los plazos también
ESo por la parte baja.
Cuando comience de nuevo el debate sobe la eutanasia activa y el "derecho de morir dignamente", ya hablaremos...... de lo mismo.
De como el estado (Dr.Montes) decide quien vive porque es útil, y quien no, porque solo genera gastos.
O los sacamos del poder o desenmascaramos su estrategia o...
nos pasará como aleman del poema
"Vinieron a por los judíos, pero como yo no era judío ....."
El comunismo nunca puede tener un origen cristiano cuando va directamente en contra de la libertad individual. Su consigna de la lucha de clases no puede tener un caracter cristiano nunca, el cristianismo no distingue las clases sociales ni ataca a unas o defiende a otras, simplemente defiende al hombre en si mismo. Una de las claves de lo que defiendo, es como el cristianismo ha sido siempre perseguido por el totalitarismo ya sea comunista o nazi o incluso si nos remontamos a la primera epoca romana.Es decir decir defiende la libertad, la verdad os hara libres, es una frase que lo dice todo. Otra tésis para avalar es que los pensamientos totalitarios como el de este gobierno,atacan directamente a la iglesia y a sus valores, ya que la politica, especialmente la izquierdista, convierte su ideología en una especie de religión por lo que no pueden tolerar la fuerza que tiene la iglesia o sus valores morales en la gente.
Dicho esto , es obvio que también la Iglesia ha tenido y tiene errores, equivocaciones a lo largo de su historia, es decir que la iglesia es una institucion humana y como toda institución humana se equivoca, la infabilidad no existe. Me reitero sin cristianismo no hay libertad, y tomad como ejemplos el mundo musulman entre otros.