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Pío Moa y Pa Negre

No somos esclavos de nuestra ascendencia, sino guías de nuestra voluntad y dignidad. Hasta en eso, mire usted por dónde, la película es contraria a las cadenas de la identidad tan supuesta en un director nacionalista.

ANS dijo el día 5 de Marzo de 2011 a las 13:52:

Cómo se llama la reciente película del vasco Iñaki Arteta?.
No recuerdo su nombre.

Esa es la que vetan los separatistas del PNV y la que hay que ver.

Gusander dijo el día 5 de Marzo de 2011 a las 12:18:

La cuestión no es verla o no verla. Catalán o no catalán. Buena o Mala. Nacionalista o no. Todo esto pasa por el discurso "posterior a". Lo anterior a todo juicio debe ser verla. Porque si no, caemos en el "pre-juicio". Y eso es lo que critica el señor Robles. Y estoy de acuerdo con él.
No se puede criticar a quien no sale de su caverna sin salir uno mismo de la propia. Porque uno no emite ya juicios sino prejuicios.
De momento no la voy a ver, pero por eso tampoco la voy a juzgar.

HANN13AL dijo el día 5 de Marzo de 2011 a las 00:54:

Sr. Robles:
Soy uno de las decenas que le voto a usted y su partido, y lamento que no se haya dado cuenta que el Sr. Moa escribio lo que escribio porque confia en su criterio Sr. Robles. Usted escribio un primer articulo negativo y cometio el error de escribir estas palabras: ¨Unos y otros son intercambiables¨.

Otro aspecto es el voto de los Goyas: ¿Quien ha visto la pelicula en realidad? ¿los miembros de la academia han adquirido de golpe el don de lenguas? ¿Ha visto las cifras de la pelicula?. Es una pelicula desagradable, nunca me a gustado el uso que hace el director de los niños en sus peliculas aunque el malo sea un nazi encerrado en un pulmon de acero...¿se acuerda de ESA pelicula?. Ese director siempre ha perdido dinero. No comparto la defensa de una industria que pierde dinero y de criticos pedantes. El voto fue en bloque y falso.

maskedfa dijo el día 4 de Marzo de 2011 a las 21:55:

También, ahora que lo pienso, puede que esté usted remarcando que es usted un hombre justo, ecuánime y equilibrado; capaz de reconocer la valía allá donde se dé, incluso entre la mugre de la imposición catalanista contra la que combate tan aguerridamente en otros órdenes y que no se deja arrastrar por una pasión acrítica ni visceral.
De ese equilibrio de tantos, incluso de muchos que lucharon por el catalán en el tardofranquismo, se han, también, alimentado las alimañas nacionalistas.
Entre ellos, nadie va a agradecerle el equilibrio, el razonamiento, la ecuanimidad... Son omnívoros y todo lo que recordarán y venderán de usted es que les llamó nazis en el Parlament y que les ha combatido siempre. Y seguirán presumiendo que tienen de demócratas la gloria que no quiso darles el cielo y que ellos desmienten a diario con sus obras.

maskedfa dijo el día 4 de Marzo de 2011 a las 19:43:

La película, a mi entender, es simplemente digna. Nada que ver con las de Camús; éste sí, buen cine.
Lo más curioso, para mí, de todo su discurso y la repetición, señor Robles, es que se basa en una necesidad, creo, de encontrar un nacionalista justo entre tanto nacionalista brutal. Creo que es lo que ha querido destacar usted, agobiado, como debe haber vivido, por tanto energúmeno de la estelada, la lengua catalana, la nación agredida por Madrid y el Barsa más que un club.
Sinceramente, no creo que le hubiera dedicado usted ni un minuto de su tiempo, a la defensa de una película que no es para tanta pólvora dialéctica como usted le ha dedicado ni para tanto cabezón goyesco como se llevó. Claro que, quizá, en un palmarés de ciegos, es el tuerto que destaca.
Para mí, lo relevante de la entrega fue la trabazón de los niños catalanes en el uso del castellano que, según los políticos locales, éstos dominan y por ello necesitan ejercitarse y abusar con el catalán.
Lo demás, es, entiendo, con todos mis respetos, agradecimiento a un director catalanista que tuvo a bien esforzarse por no presentarse en Madrid con un producto con el que agredir. Pero, ese es, en realidad, el estilo catalán de hacer patria, e imponerla: cuidar las apariciones en el "exterior", para parecer asimilables y cascar con guantes de hierro en el interior.
Puestos a tragar, prefiero a los vascos, que no esconden su brutalidad -me refiero a los nacionalistas, naturalmente; o sea, la mayoría, si recontamos votos- y se les ve la zarpa ensangrentada desde lejos. Este estilo de nacionalismo modelo pellizco de monja, que deja inermes a los niños de los barrios castellanohablantes y a la mitad de la población que vive en Cataluña, mientras va a Madrid a quedar bien por pocos cuartos, e incluso a llevarse los cuartos, me parece que "merece" esa postura rígida que preconiza y representa Pío Moa, por el que yo, personalmente, no siento afección alguna, o casi.
Entiendo que haya quien no quiera ver una película catalana, como entiendo que haya quien boicotee los productos alimenticios catalanes, etc. El hartazgo es una razón de tanto peso como cualquier otra.
A veces, "dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios" sólo sirve para que César siga arrasando y Dios siga mirando para otro lado. Empéñese en otras guerras locales.
Hay barrios periféricos de las ciudades catalanas empobrecidos, embrutecidos, drogados, con sus jóvenes tiranizados, si no hablan en catalán, y eso es mucho más grave que ver o no ver una película porque la haya rodado, o no, un catalán catalanista.

Goblin77 dijo el día 4 de Marzo de 2011 a las 10:57:

Según he podido leer, el caballo es real. De hecho, son dos caballos y el que despeñan ya estaba muerto (lo llevaron congelado al rodaje). Me extrañaría mucho que en una película moderna maltrataran a un animal vivo.

En fin, quizá me anime a ver la película, un día de esos en los que uno se levanta con ganas de deprimirse...

danago dijo el día 4 de Marzo de 2011 a las 10:39:

Tampoco yo tenía intención de verla, pero me arrastraron y la vi. Reconozco que cinematográficamente impacta, pero el guión es un tanto confuso. Y no cumple como film ideal. Ya sabemos que siempre han existido historias que mejor sería callarlas si queremos conservar la esperanza en el ser humano. Y habitualmente en la historia del cine, cuando se ha presentado la realidad con los ojos de un niño se ha buscado dejar siempre una puerta abierta a la posibilidad del bien, la bondad, la belleza. No pido siempre un happy end, pero tampoco tener que salir con la cara tan larga. Valga aquí el dicho bíblico: Donde abundaba el mal sobreabundó la gracia. Y tras abusos, robo de herencia, crímenes y alusiones a miserias mil, se abre una posibilidad de futuro mejor, como fue en realidad. Incluso con pan negro y con racionamiento, pero se fue siempre a mejor. Lo que da coraje es que machaconamente se vuelve siempre a ver malos/buenos según el cristal con que se mira. Y si los que ganaron no fueron tan buenos como debían haber sido, al menos se acercaron más que si hubiesen ganado los contrarios. En la historia siempre ocurrió lo del "Vae victis" !

Veedor dijo el día 4 de Marzo de 2011 a las 10:38:

Su escrito es largo y tendido lo que demuestra que le sobran palabras.

¿Pan Ennegrecido o "El discurso del rey"? La segunda es una buena película y sólo la pagarán una vez.





LeonAnto dijo el día 4 de Marzo de 2011 a las 08:59:

¿Quede con Dios? No me cuadra con Vd., Antonio Robles.

Trusko dijo el día 4 de Marzo de 2011 a las 00:19:

El argumento de la película no me parecía agradable, y por eso no voy a ir a verla. He vuelto a buscar en internet el argumento, y me sigue sin atraer.

Dice Antonio Robles que "Pa Negre no cae en el maniqueísmo estomagante del guerracivilismo donde los nacionales son los malos y los republicanos los buenos". No parece que sea eso lo que critica Pío Moa... sino que haga un reflejo de la época (empeño que llama "pretencioso" y a veces tramposo). Según parece ser (que no juzgo porque no la he visto), la peliculita de marras es una cosa agradabilísima donde todo es un asco, ya sean los vencidos, pero protagonistas, y los vencedores (obviamente). Pues que la vea quien necesite amargarse la tarde.

PD: Sinopsis sacada de internet: "Tras el asesinato de Dionís Seguí y su hijo de corta edad, la familia formada por Farriol, su esposa Florencia y su hijo de once años Andreu, se desmorona. Son los años más duros de la posguerra rural en Cataluña y Andreu, que pertenece al bando de los perdedores, ve como su padre, a quien adora, tiene que huir al verse amenazado por las autoridades que quieren cargarle las muertes. Su madre, ahora sola y trabajando día y noche en una fábrica textil, no puede mantenerlo, así que Andreu se ve obligado a abandonar su hogar para vivir en una masía en mitad del bosque junto a su abuela, sus tías y sus primos.

Andreu se aplica en los estudios porque quiere llegar a ser médico y no sufrir más las humillaciones de los vencidos. Entre sus nuevas relaciones surgen dos confidentes: su prima Núria, una niña devastada por todo lo que le ha tocado vivir, y un adolescente interno en un convento cercano, tísico, que siente la muerte cercana.

Pero su nueva vida se hunde cuando su padre es detenido y condenado a muerte por los asesinatos. Andreu, convencido de su inocencia, intenta averiguar quién o quiénes fueron los auténticos asesinos. En esta búsqueda descubre cómo los fantasmas del pasado caen una y otra vez sobre el mundo de los adultos, llenándolo de mentiras y ocultaciones. Nadie escapa a tanta falsedad, ni a la desolación moral que ha producido la guerra, ni siquiera su padre, la persona a la que más admira.

Cuando su padre ha pasado a ser un ídolo caído y ha sido ejecutado, su única idea es sobrevivir lejos de una familia de perdedores que no tiene nada para ofrecer. La ocasión se le presenta cuando los señores Manubens, los ricos amos de la masía, que no tienen hijos, le ofrecen apadrinarlo en sus estudios y llevárselo a vivir con ellos a la ciudad. Andreu no lo duda, traiciona sus raíces, abandona a todos y da rienda suelta al pequeño monstruo en que se ha convertido."

Una joya...

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