Menú
Agapito Maestre

Rajoy en ABC

El problema no es ya que Rajoy no alcance la confianza de la mayoría absoluta, sino que haga desaparecer la confianza que tanto le ha costado conquistar a su partido.

Impresiona el perfil bajo que ofrece Rajoy en la entrevista que le ha hecho el director de ABC. Impresiona que Rajoy diga tan poca cosa y, sobre todo, tan general, sobre las medidas que tomará para sacar a este país del fiasco político y económico, cuando su partido ha obtenido una victoria tan amplia y desahogada. Impresiona, pues, la carencia de tensión electoral, entraña política e ilusión democrática de Rajoy, ante esos millones de personas, que le han entregado su voto, precisamente, para que diga algo exacto y grande sobre las grandes fracturas sociales y nacionales del país.

La gente ha votado al PP para que Rajoy hable, es decir, haga política. El PP ha suspirado el 22-M, sí, ha tomado aliento para seguir en una batalla a favor de la democracia y la nación española. Pero el suspiro, aunque actúa de modo liberador como diría María Zambrano, no es palabra. Aún no es política. Los electores le han dado al PP un gran respiro, una especie de liberación adelantada a las generales, a cambio de que su dirigente máximo les dé palabras, propuestas, acciones explicadas, en fin, alternativas a sus problemas. Los electores les han otorgado, en verdad, a los candidatos del PP una gran confianza con el ánimo de que su dirigente máximo hable y ofrezca respuestas a sus problemas.

Sin embargo, Rajoy, de acuerdo con sus asesores, no desea hablar. Pasa de puntillas por todos los grandes problemas, incluso por el problema nacional, es decir, no se expresa con claridad cuando se le pregunta: ¿por qué no hizo ni hará del asunto de Bildu-ETA un problema clave de la democracia española? El único titular digno de ser comentado, y sin duda alguna dará para muchas interpretaciones, dice así: "Nada está decidido para las generales". En esto tiene razón el líder popular. También yo soy de la opinión de que todas las elecciones locales y autonómicas tienen su autonomía y, a veces, independencia, respecto a las elecciones legislativas. Un ciudadano podría votar a un candidato de un partido para las locales y autonómicas y, sin embargo, podría cambiar de partido y candidato para elegir a los congresistas y senadores, en fin, para elegir por vía indirecta al presidente del Gobierno.

Eso es tan cierto como que todos los comicios electorales están relacionados; incluso en España, que es un país fanatizado y fragmentado por la ideología, Zapatero podría convocar elecciones anticipadas por la amplia derrota que ha sufrido su partido. Sin embargo, tengo la sensación de que no lo hará, primero, porque es una opción de países con una calidad de la democracia muy por encima de la española, y, en segundo lugar, porque no se verá presionado política e institucionalmente por Rajoy para adelantarlas. Todo irá, pues, muriendo lenta y dramáticamente hasta que lleguen las generales. Es lo que quiere Rajoy. Cree que el perfil bajo es suficiente para ganar por goleada. En la era de la desconfianza, sin embargo, corre Rajoy un riesgo obvio: que la confianza alcanzada con trabajo y esfuerzo por los candidatos locales y autonómicos del PP, que son los que verdaderamente han ganado las elecciones, se dilapide rápidamente porque el líder nacional guarda silencio ante cuestiones trascendentales. El problema no es ya que Rajoy no alcance la confianza de la mayoría absoluta, sino que haga desaparecer la confianza que tanto le ha costado conquistar a su partido.

En España

    0
    comentarios
    Acceda a los 3 comentarios guardados