Ayer "conocí" al diputado del PSOE Cepeda, era clavadito a Pablo Iglesias, un chulo prepotente que no se molestaba en disimular su querencia por la amenaza y la coacción, justo como el fundador del PSOE.
Amando como siempre a un nivel muy superior, igual que Tamames, y es que de algo vale tener años y años de poso intelectual del estudio bien hecho, frente a la inanidad intelectual del alfeñique Roberto.
De Cepeda no digo nada porque lo intelectual y él nunca se han cruzado.
(Bonito título: Desde Santurce a Bizancio; procuraré conseguirlo.
Por otra parte,) he observado que en las dichosas tertulias, el maniqueo de turno se espera al final, cunado no le toca -porque suele ser un niñato relativamente, y le tocaría hablar de primero, no de 'guinda' del pastel- y entonces se eterniza pontificando, tras sus "yo os he escuchado... etc etc"; es el boicot clásico, hablar para no quedar callado e impedir la palabra de otros, combinado con una estrategia de tener 'la última palabra'. Exijan un turno de intervenciones, que estamos hartos de gritoncitos /as 'moderados as' y noviolentos as'; esos -caba se están cargando el invento, como han hecho con lo que pudiera haber de auténtico en lo de las calles