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Significado de la delincuencia

La ley trata de establecer normas aceptables para la mayoría y hacerlas cumplir, de modo que si la ley no se impusiera mediante un amplio aparato coercitivo y represivo, la delincuencia se generalizaría.

Maddi dijo el día 23 de Septiembre de 2011 a las 14:29:

Estimado Sr Moa:

Le felicito por su artículo sobre "La imbecilidad de Pérez Reverte". Este señor es un progre más que encima se las da de espíritu libre.

Estuvo usted muy bien en VEO esta semana, llamando como siempre a las cosas por su nombre. !No sabe cuánto se le agradece, en este país de inanes y delincuentes.! Además no estaba el señor Encinas, eso siempre es un alivio.

Estoy muy de acuerdo en el rechazo de la anglomanía. En Educación están contratando profesores que no saben inglés para impartir las clases. Aunque dominaran el idioma, la política sería igualmente rechazable . Pero es que encima no lo dominan.

Escribe usted mucho sobre Rusia. ¿Será cierto que en Rusia se está despertando ahora algo grande, una nueva cultura?.

Atentamente:

Maddi

Royhunte dijo el día 21 de Septiembre de 2011 a las 01:36:

Al final nos damos cuenta de que realmente no cayó el Telón de Acero sino que nos van empujando lenta e inexorablemente, cual manada de borregos, a su interior...

punt dijo el día 20 de Septiembre de 2011 a las 20:30:

[berdonio] De acuerdo con vd. al 110%, me quito el cráneo.

En la URSS bolchevique había leyes, pero toda la represión se produjo al amparo de un único artículo que condenaba con cualquier pena que se le ocurriese al juez el crimen indeterminado de conspirar contra la revolución, al cual se ajustaba cualquier cosa, desde ser ingeniero a pasar por delante de un comisario político que no hubiera completado su cupo.

Al final, las únicas leyes que regían eran el Partido y el Gulag.

Cito de cuando en cuando la definición que hizo el romano Ulpiano de la Justicia: "Justicia es el afán constante y perpetuo de dar a cada uno lo suyo".

Me cuesta imaginar nada más opuesto a la justicia que el socialismo, arbitrario, sectario, injusto, manipulador, corrupto y criminal por definición.

Un saludo.

Erbilyos dijo el día 20 de Septiembre de 2011 a las 18:54:

Berdonio:

Creo que no le falta razón. En la Unión Soviética, aunque pocos desdichados súbditos de la Unión llegaran a saberlo, había una Constitución que, desde su aprobación, fue papel mojado. Los nazis, por su parte, para llevar a cabo la atroz "solución final", conculcaron arbitrariamente sus propias leyes raciales de 1934, que ya se habían convertido en un estorbo para los planes de las SS en los años cuarenta, planes que iban mucho más allá de la simple discriminación.

Evidentemente, la ley, en cuanto disposición general, limita, no solo a los ciudadanos, sino también al poder político. Un poder socialista no puede permitirse el lujo de verse constreñido por las leyes, ya que le hace perder eficacia. El marco legal, por otro lado, protege al ciudadano de la arbitrariedad del poder político. Desde un proyecto político socialista (sea de la clase que sea, marxista o nacionalista), no se puede consentir. Por eso la legalidad se vino abajo en España en 1936: no era más que un estorbo fastidioso e indeseable para los fines del poder socialista. Por eso el Estado de Derecho se debilita en España cada vez que los socialistas o nacionalistas (socialistas también, al fin y al cabo) se hacen con el poder. En los últimos años hemos visto cómo se conculcaba la Constitución alegremente, cómo se terminaba con el principio de igualdad ante la ley, cómo se despreciaban abiertamente las resoluciones judiciales de obligado cumplimiento por parte del poder político....

Esto se sale un poco del tema planteado por D. Pío, pero ya que se ha planteado la cuestión...

Herbert dijo el día 20 de Septiembre de 2011 a las 18:06:

Urdin:
Berdonio:
Punt:

¡Que nivel, señores, que nivel! Me quito el sombrero.

No se si en LD serán conscientes de los activos que tienen entre los lectores que participan en los foros.

punt dijo el día 20 de Septiembre de 2011 a las 16:54:

No creo que la delincuencia sea un indicativo tan fiable, ya que en sitios como España la corrección política y las ideologías han impuesto:

- la tipificación de muchos delitos que no son tales (como el criminalizar que un padre dé una merecida torta a un hijo díscolo)

- la tipificación de delitos que deben serlo, pero tergiversando su gravedad (como la violencia doméstica, que es delito si la comete un hombre pero falta si la comete una mujer, con el absurdo resultado de que los hombres aparecen en el anuario estadístico del Ministerio de Interior como cometiendo más delitos que faltas en esta materia)

- la despenalización de delitos que sí deben serlo (como es el delito de aborto, que no es sino causar la muerte de un ser humano en flagrante violación de su Derecho Fundamental a la Vida), crimen que en España se tipifica como "derecho de la mujer".

Así pues, con estos mimbres... ¿Qué análisis se puede hacer?

Un saludo.

berdonio dijo el día 20 de Septiembre de 2011 a las 15:54:

La ley es concepto claro y distinto que se puede definir materialmente: norma general y abstracta independiente de toda finalidad específica más allá de la mera armonización de libertades.

A muchos les parecerá una barbaridad asegurar que el socialismo es esencialmente criminal. Veámoslo. Esta ideología preconiza el empleo sistemático de la coacción a fin de transformar la sociedad según planteamientos y metas preconcebidos. En tan elevado propósito, el ingeniero social no puede verse limitado por nada; en especial la ley, que supone un obstáculo inconciliable con su trascendental misión. Ley y socialismo son incompatibles porque la supremacía de normas generales y abstractas, que no favorecen ni perjudican a nadie a priori, hace imposible la metódica aplicación de la serie de calculados privilegios y discriminaciones que constituyen las políticas socialistas. Para moldear la sociedad y cumplir objetivos colectivos no se puede tolerar que los individuos se muevan con libertad en el espacio de autonomía que garantiza un marco legal: las normas y condiciones no pueden ser las mismas para todos en todo tiempo y lugar con independencia de las necesidades políticas del momento; el poder político debe arbitrar en cada coyuntura qué normas rigen y a quiénes obligan en función de las circunstancias, normas que por supuesto no afectan al propio poder político, pues de lo contrario resulta imposible ejercer el mínimo control social efectivo y alcanzar algún objetivo político: si, por ejemplo, conviene colaborar con terroristas, es imposible respetar leyes que condenen genéricamente el asesinato y la coacción. Si hay que imponer cualquier entelequia colectiva que justifique a una casta política, no se pueden tolerar desafecciones al amparo de derechos fundamentales. No nos engañemos, ley y socialismo son radicalmente antagónicos debido a que ninguna política es factible respetando estrictamente normas generales y abstractas.

De manera que el socialismo no sólo vulnera la legalidad porque crea que el fin justifique los medios, porque sacrifique cualquier otra consideración a la consecución y el mantenimiento del poder. No. El socialismo es por definición la mesiánica negación absoluta de la ley, de las normas generales y abstractas, pues sólo se puede dirigir la sociedad mediante mandatos particulares y concretos.

Urdin dijo el día 20 de Septiembre de 2011 a las 15:43:

Disculpe si no esta mejor expresado pero la primera exigencia es la de la conciencia y por razones que desconozco vivimos un mito que llevado a sus últimas consecuencias puede llevarnos a lo que vemos y a más. Y en espera de que haya alguien con ánimo de hacer esa denuncia creo que no es mal momento para empezar. Disculpe por las erratas tipográficas.

Corday dijo el día 20 de Septiembre de 2011 a las 12:36:

Muy instructivo, sr. Urdin

Urdin dijo el día 19 de Septiembre de 2011 a las 22:59:

Desgraciadamente el iusnaturalismo que es el que con más finura profundizó en ese "sentido común" o "ley interna que todos llevamos dentro" ha sido puesto en la pico por el positivismo juridico que hunde sus raíces en la Ilustración y la Revolución Francesa. Recuerdo libros de texto que pretendían de forma arbitraria hacer derivar la idea de "Contrato social" en términos rousseaunianos o spinozianos de la idea de "Contrato social" del Padre Suárez del siglo XVII. de su obra "Las Leyes." Abellán es uno de estos historiadores que pretende hacer del Padre Mariana un socialista sacando de contexto su concepto de "bien común," cuando como muy bien recuerda Heinrich Römen la diferencia entre el contrato suareciano y el contrato rousseauniano es esencial porque l primero es un contrato declarativo creado por la sociedad mientras que el contrato rousseauniano es un contrato constitutivo que crea la sociedad y cuyo origen real es el individuo que decide autoalinearse en beneficio del cuerpo social cuya expresión el Estado se transformará en lo que que Hegel define como libertad objetiva. En esta raíz indudablemente liberal, sin embargo, late un poderoso planteamiento totalitario que los jacobinos llevarán hasta sus últimas consecuencias y en esta realidad filosófica se basan las condenas pontificias del liberalismo, como peligroso para el orden social, porque el contrato rousseauniano, desvinculado totalmente de la ley natural, emplea el término ley natural en un sentido diverso, qué no guarda realación con los escolásticos españoles, un sentido de sentimiento subjetivo, qué, como tal, puede variar, según los humores y las idas u venidas de las pasiones. En este sentido Rousseau posiblemente fue el primer romántico, profeta de un mundo trágico, el de la revolución francesa. Afortunadamente no vivimos en un contexto tan duro como el de la revolución francesa, pero sí que sufrimos, en buena medida, sus errores qué, al venir edulcorados por la corrupción, parecen más tolerables. Pero ello no es si no una muestra del desconocimiento y la mitificación española del marco político en el que vivimos. Donoso Cortés, Vázquez de Mella y Rafael Gambra posiblemente no sean políticos atractivos pero la filosofía da la profundidad necesaria para corregir los errores de la política porque aunque los teóricos tradicionalistas no acierten con una respuesta satisfactoria tienen al menos la clarividencia necesaria para señalar el núcleo del mal.