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¿El fin de ETA?

La mayoría de españoles, y la inmensa mayoría de víctimas de ETA, no ocultan su recelo. Algo huele mal. ¿Por qué ETA anuncia que deja la violencia a un mes de las elecciones?

gracian dijo el día 25 de Octubre de 2011 a las 15:41:

Treinta años repitiendo el recurrente mantra de que se pueden defender legítimamente todas las reivindicaciones en nuestro Estado de Derecho siempre que no se recurra a la violencia, no se antojan precisamente el mejor bagaje ideológico para enfrentar la nueva situación.

Cualquier reticencia a tratar las reivindicaciones etarras como algo distinto a legítimas expresiones políticas en lícita pugna democrática con otras, será objeto de anatema con lo que toda política antiterrorista se disuelve como un azucarillo.

Los partidos que no acepten el nuevo marco perderán su sitio en el inevitable ajuste que estamos presenciando. Esto explica en términos coste-beneficio, que UPyD se cuide en sus gestos de apoyo a las víctimas y la actitud de un PP, que por evitar quedarse fuera de este juego (sin que tampoco haya retado a una partida en un tablero distinto, como prueba el que apoyara el nuevo modelo de estatutos autonómicos a la catalana) se ha subido sin disimulos ni reservas al carro de la paz desde el minuto uno y antes de que se le haga tarde. Se desvela así el sentido último de la tendencia que se inició en 2.008, por más que deba todavía coexistir con el viejo discurso para evitar el abandono de los sectores más a la derecha del propio electorado.

No hay posibilidades de revertir la situación apelando a una política de firmeza frente a quienes son a todos los efectos agentes políticos en igualdad con el resto y es de ingenuos creer que será el PP quien encabece ese proceso ignorando que su deriva actual no es casual ni gratuita, sino estratégica.

La resistencia que aún se percibe en una opinión pública que se niega a creer en la sinceridad de las intenciones etarras, y a asimilar su súbito vegetarianismo está condenada a la irrelevancia sin su encauzamiento por los partidos. Sin el imprescindible "alimento" ideológico que se niega a suministrar un PP que se ha cuidado de congraciarse con el PNV y aislar a UPyD, se elimina toda posibilidad de articulación de un discurso común deslegitimador de las posiciones separatistas desde postulados democráticos.

Derrotar a la Eta sin ese discurso común equivale dejar en manos del reaccionarismo esencialista de la España eterna y los valores tradicionalistas, cualquier política de resistencia al proceso en marcha, en una calculada asimilación que el partido de Rajoy ha interiorizado y está empleando para remarcar aún más sus nuevas señas de identidad.