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Gabriel Moris

El rompecabezas del 11-M

¿Alguien se atreve a construir el rompecabezas del 11-M? Yo me siento incapaz de hacerlo. Posiblemente resultara fácil sustituyendo esas piezas por unas nuevas aportadas por los que saben y callan.

"Yo me fié de la verdad y la verdad a mí me engañó. Si verdad a mí me engaña, ¿de quién me voy a fiar yo?"

La letra de esta siguiriya define con bastante fidelidad mi estado anímico y mental sobre el esclarecimiento de lo ocurrido el 11M.

Con una distancia en el tiempo de casi ocho años, me atrevo a intentar construir el rompecabezas elaborado en torno al mayor atentado terrorista perpetrado en Europa durante el siglo XXI. Hasta ahora y a pesar de ser víctima, no he osado lanzar públicamente ninguna hipótesis sobre la autoría del atentado. Los autores, los investigadores, incluso los juzgadores, me han dado motivos para atreverme a hacer un ejercicio para encajar las piezas que deberían permitir construir lo que, hasta hoy, podríamos denominar rompecabezas del 11- M.

Desde antes del día ONCE, desde ese día y hasta hoy, han circulado rumores, soflamas, informaciones falsas, afirmaciones más o menos grandilocuentes, mentiras evidentes e hipótesis más o menos fundadas. También ha habido silencios más que elocuentes. Todo este ruido de fondo ha ido creando en la sociedad, en las instituciones estatales, en los medios de comunicación e, incluso, en las víctimas del atentado, un estado anímico, mezcla de sentimientos y emociones, que nos ha conducido a una total fragmentación social, moral, política y convivencial. El grupo humano en el que más fácilmente podría haberse logrado una sólida unidad de objetivos y de acción es el de las víctimas. Nada puede unir más que el dolor por la pérdida de los seres queridos y el ansia de verdad y justicia. Pues, a pesar de ello, hemos resultado ser tan vulnerables o más que el resto de la sociedad. La convulsión originada por la masacre fue tal, que afectó de forma total tanto a las víctimas como a toda la estructura social de España. Para verificar la validez de esta afirmación, basta con preguntar a alguien su opinión sobre el atentado y sus consecuencias; habrá respuestas tan diferentes como personas interpeladas.

Creo, no obstante, que no sería difícil consensuar una premisa: la única verdad de lo ocurrido es la pérdida de 192 personas y un número de heridos próximo a los 2.000. Respecto a la sentencia: un autor material y dos colaboradores, uno necesario (todos procedentes de los 116 detenidos); ausencia de autor intelectual.

Un atentado de esta magnitud, y con las grandes repercusiones políticas y sociales de éste, no creo que pueda ser fruto de la improvisación, ni obra de personas con un perfil delincuencial como el de los condenados. Por lo tanto, el contenido de la sentencia dictada no puede constituir la parte nuclear de la trama del atentado. Como mucho, podría corresponder a una parte minúscula de la verdad judicial y ésta no siempre se corresponde con la verdad de los hechos. Desconocemos la finalidad, la trama y los autores. Sí podemos enumerar a quienes encubren la verdad de los hechos y a quienes se han beneficiado y se benefician de aquel crimen de lesa humanidad.

Antes del atentado había cierta efervescencia callejera con una virulencia, creo que desproporcionada, respecto a la gravedad de los asuntos reivindicados (Prestige, Irak, Azores); cuestiones similares o más graves, después, no han producido reacciones sociales de la misma magnitud. La palabra PAZ fue clave antes, durante y después del atentado. Curiosamente Afganistán y Libia han sido bien acogidas por todos, incluidos los "hombres de paz".

Inicialmente, el atentado fue atribuido a ETA por unanimidad. Parecía lógico partiendo de los antecedentes, incluido el episodio de Cañaveras. La teoría islamista sólo empezó a tomar cuerpo a raíz de las pruebas que hoy sabemos que fueron falsas (Kangoo y mochila de Vallecas). Estos dos elementos condicionaron las investigaciones policiales que llevaron a la detención de más de un centenar de personas. La desaparición de los trenes sin orden judicial, así como la de las muestras tomadas por los Tedax de Madrid, son asuntos que sólo han comenzado a investigarse casi ocho años después y por una jurisdicción distinta a la Audiencia Nacional. Creo que estos hechos, y otros que omitimos, hacen desmoronarse la teoría islamista ya que, tamañas negligencias, desautorizan a las cúpulas policiales y judiciales que investigaron los atentados.

Aún acatando la sentencia, creo que hoy existen diligencias realizadas por el Juzgado nº 43 de la Audiencia de Madrid que ponen en evidencia la validez de partes nucleares de la instrucción y de la sentencia dictada por la Audiencia Nacional. Esta afirmación viene avalada tanto por las nuevas partes querellantes (UOGC y SUP) como por el reciente anuncio de solicitud de revisión de la sentencia del único condenado por su presencia en los trenes.

Respecto a las responsabilidades políticas, ni la fallida Comisión Parlamentaria de Investigación, ni el silencio a la batería de preguntas de Alicia Castro en el Congreso, han conseguido sacar de su mutismo a los dos gobiernos formados a raíz del 11-M. El silencio de todo el arco parlamentario parecía consensuado en las dos legislaturas surgidas de sendos atentados. ¿Es normal que un Parlamento, que representa la voz del pueblo, no quiera dirimir las responsabilidades políticas de un atentado político? Creo que el esclarecimiento del 11-M sería el mejor homenaje que nuestros representantes y los representados podríamos ofrecer a las víctimas.

Falta recordar la constelación de ascensos y de medallas con que el Gobierno premió a los que no evitaron ni investigaron el atentado, así como a los jueces y fiscales que nos vendieron un proceso judicial y una sentencia sin autores.

Con las piezas esbozadas, ¿alguien se atreve a construir el rompecabezas del 11-M? Yo me siento incapaz de hacerlo. Posiblemente resultara fácil sustituyendo esas piezas por unas nuevas aportadas por los que saben y callan.

Me reafirmo en mi ya vieja petición de "reabrir el 11-M". Hoy tengo el apoyo de varios compañeros demandantes.

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