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Guillermo Domínguez

Duelo de titanes y aquellos señores (otrora) de negro

Además de Robben, Ribéry, Mario Gómez, Müller, Schweinsteiger, el Madrid deberá lidiar también con el ínclito Howard Webb. Que Dios nos coja confesados...

Podemos dar gracias de que Cristiano Ronaldo y Messi –o Messi y Cristiano, como prefieran, líbreme Dios de herir sensibilidades– sigan enfrascados en su lucha particular por ver quién mete más goles y levanta más trofeos –en este último apartado le gana claramente la partida el argentino al portugués–. ¿Que Cristiano marca dos goles? Al día siguiente llegará Messi para hacer tres, a continuación el madridista meterá cuatro... y así sucesivamente.

Si la Pulga firmó el martes un tanto magnífico ante el Getafe, CR7 respondió un día después con un triplete al Atlético, dando al Madrid el triunfo en el Vicente Calderón. Para no perder la costumbre, vaya. Resolvió el luso a base de cañonazos –Courtois puede dar fe– y, como ya hizo en Pamplona, nuevamente mostró su imponente pierna derecha. Tres días después, cuando se cernían negros nubarrones sobre el Bernabéu, llegó presto para cabecear a la red de Juan Pablo un centro de Di María, saliendo al rescate de los suyos y terminando por derribar el autobús de Javi Clemente, cuyo Sporting está abocado a jugar la próxima temporada en Segunda.

Respondió aquella misma noche de sábado Messi con dos goles en el Ciudad de Valencia, liderando la remontada del Barça ante un Levante que, lejos de conformarse con una permanencia ya asegurada desde hace varias semanas, aspira a alcanzar cotas mayores. ¡Por qué no la Champions!, pensarán JIM y los suyos.

En definitiva: Cristiano Ronaldo ha marcado cuatro goles en una semana y Leo, tres. Cada uno de ellos lleva 41 tantos en el campeonato: el argentino suma un total de 63 dianas en 52 partidos –a una media de 1,21 por encuentro–, mientras que el portugués ha marcado 53 en 48 (1,11 de media). Una salvajada sin precedentes en la historia del fútbol español, que no asistía a un duelo goleador semejante desde los tiempos de Di Stéfano y Kubala, hace ya medio siglo. Como bien lo describió Ibrahimovic en su día, "Messi es talento y Cristiano, entrenamiento".

Piques personales al margen, tuvieron su miga arbitral –cómo no– los partidos del Bernabéu y el Ciudad de Valencia. Pero no nos extrañemos de que los árbitros salgan más que nunca a la palestra en plena recta final del curso, cuando se cuecen realmente las habichuelas. En Madrid, acertó Pérez Montero al señalar penalti por mano de Sergio Ramos dentro del área. En la capital del Turia, Teixeira Vitienes II, a instancias de su asistente, señaló una pena máxima cuanto menos dudosa por presunto empujón de Botelho a Isaac Cuenca. Incluso el propio Guardiola admitía en rueda de prensa que fue un penalti "así, así"...

Ganaron Madrid y Barça y la vida sigue igual, que cantaría Julio Iglesias, con el equipo de Mourinho cuatro puntos por encima del de Guardiola. Así, el próximo fin de semana tendremos un clásico en el Camp Nou de órdago, cuando hace poco más de un mes –entonces los blancos sacaban diez puntos a los culés– parecía que iba a ser de lo más descafeinado y donde incluso más de uno barruntaba alirón merengue. Y es que los reveses sufridos por el Madrid ante Málaga, Villarreal y Valencia dan alas a un Barcelona que, después de haber sumado once victorias consecutivas en el campeonato –su último tropiezo fue el 11 de febrero, cuando perdió por 3-2 en el Reyno de Navarra–, ya no ve la Liga "tan imposible".

Así lo señala Guardiola, que empieza a cambiar el discurso, mientras que Mourinho no dice ni mu. Ha decidido el portugués privarnos de su locuacidad hasta final de temporada. Al menos en los partidos de Liga, porque en los de Champions –empezando por el del martes en el Allianz Arena– la UEFA le obliga a hablar bajo pena de fuerte multa. Está en su derecho de callar, sí, pero los periodistas también estamos en el nuestro de cogernos un globo morrocotudo por este inexplicado e inexplicable silencio.

Será el de Múnich un partido de infarto. Allí revivirá el Madrid sus duelos de antaño ante el Bayern, una de sus bestias negras históricas. En el recuerdo perduran el gol de Makaay a los diez segundos, el corte de mangas de Van Bommel o el pisotón de Juanito a Matthäus. Más recientemente, deslumbraba aquel rocoso equipo en el que jugaban Kahn, Effenberg, Scholl, Elber, Kuffour, Lizarazu, Sagnol... El mismo conjunto al que los blancos superaron en las semifinales de 2000, con aquellos goles de Anelka, para acabar conquistando su octava Copa de Europa en París.

Ahora el Madrid tendrá enfrente a Robben, Ribéry, Mario Gómez, Müller o Schweinsteiger, comandados por Heynckes, el técnico de la Séptima, si bien es verdad que los bávaros, que afrontan las semifinales con el orgullo herido después de haber tirado por la borda el título de la Bundesliga, flojean en defensa. Con quien también deberá lidiar el Madrid es con el ínclito Howard Webb. Aunque a Mou y Cristiano le definen como un árbitro "fantástico", Xabi Alonso y, con él, millones de españoles no pensamos precisamente lo mismo. Que Dios nos coja confesados...

Considero al Real ligeramente favorito en la eliminatoria –le doy un 55 por ciento de opciones de jugar la final–, especialmente por el hecho de jugar la vuelta en casa, mientras que el Barça a priori puede tenerlo más fácil (70%) ante el Chelsea de Juan Mata, Fernando Torres y Oriol Romeu, un rival alicaído pese a la importante inyección de moral que le ha supuesto la clasificación para la final de la Copa inglesa.

En Londres siguen mentando a la progenitora de Tom Henning Ovrebo, de infausto recuerdo para los blues al haber ignorado hasta cuatro posibles penaltis contra los azulgranas en aquel duelo jugado en Stamford Bridge aquel 6 de mayo de 2009, y tardarán lustros también en olvidar el gol de Iniesta en el minuto 93 que les privó de jugar su segunda final de consecutiva. Ahora esperan que el alemán Felix Brych no les haga otro ovrebazo...

Además de la Champions, esta semana tendremos un morboso duelo español en semifinales de la Liga Europa entre Atlético de Madrid y Valencia, sin olvidar al que medirá al Athletic de Bilbao con el Sporting en Lisboa. En esos menesteres, los de la hermana menor de la Champions, debía de estar pensando el equipo ché de Emery en la matiné dominical de Cornellá, de donde salió escaldado. No pudo aprovecharlo el Málaga para arrebatarle la tercera plaza, pues, entre otras cosas, vio cómo el árbitro González González invalidaba un gol legal de Demichelis ante la Real Sociedad. En el minuto 93, para más inri.

Se pone curiosa, y también muy barata, la pelea por la Europa League, con hasta ocho equipos metidos en faena. Y no menos la lucha por eludir el descenso: si el Sporting tiene pie y medio en Segunda División, el Racing y, sobre todo, el Zaragoza se aferran al milagro después del gol in extremis de Acosta en El Madrigal y la victoria frente a un Granada que se complica la existencia, respectivamente.

El que parece embalado hacia Primera es el Deportivo, el mejor equipo de la categoría de plata, como demostró en Balaídos al imponerse al Celta en uno de los más intensos y emocionantes derbis gallegos de los últimos tiempos.

La imagen trágica del fin de semana fue la de Piermario Morosini, un centrocampista de 25 años, desplomándose sobre el césped del Estadio Adriático de Pescara durante un partido de la Serie B italiana. El jugador del Livorno fue trasladado en ambulancia a un hospital cercano, pero los médicos no pudieron hacer nada por evitar su muerte. Un caso que nos hizo recordar a los de Antonio Puerta, Dani Jarque o, más recientemente, Fabrice Muamba, aunque afortunadamente este último sí puede contarlo. La desgracia de Morosini, que fue internacional en todas las categorías inferiores de la selección italiana, cobra mayor dimensión teniendo en cuenta las fatalidades que había experimentado a lo largo de su vida: perdió a su madre y su padre en un margen de apenas dos años, su hermano se suicidó después y su hermana discapacitada se encuentra enferma.

Al margen del fútbol, la semana pasa por el Gran Premio de China de Fórmula Uno ganado por Nico Rosberg, por delante de los McLaren de Jenson Button y Lewis Hamilton, convirtiéndose en el primer piloto alemán que consigue un triunfo con Mercedes. A Fernando Alonso le fueron bastante mal las cosas –no esperábamos milagro alguno, la verdad– y acabó noveno por culpa de la pésima estrategia de Ferrari, que tres semanas atrás lo había bordado en Sepang. "No ha salido del todo bien", dice el asturiano, que ha perdido el liderato del Mundial –ahora quien manda es Hamilton–, pero lo cierto es que fue un auténtico desastre. Esperemos que cambien las tornas el próximo fin de semana en un GP de Bahrein que ha estado en un tris de ser suspendido por la de violencia en ese país del Golfo Pérsico.

Además del gran circo del motor, las semifinales de la Champions y de la Liga Europa y, por supuesto, el clásico del Camp Nou, la semana entrante también nos depara el inicio de la temporada de tenis en tierra batida con la disputa del Masters 1000 de Montecarlo, adonde Rafa Nadal dice que llega "con poco entrenamiento", y dos pruebas marcadas en rojo en el calendario ciclista internacional: la Flecha Valona (miércoles) y la Lieja-Bastoña-Lieja (domingo).

Así que ya saben: queda terminantemente prohibido perdérselo. Por supuesto, en Libertad Digital les contaremos con pelos y señores todo cuanto ocurra en el mundo del deporte. Seguiremos (des)informando. Que sea lo que Dios quiera...
 

El Sr. Domínguez es periodista, editor de la sección de Deportes de Libertad Digital. Sígalo en Twitter: @Dr_Dominguez

 

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