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Ketty Garat

Tras la tormenta, llegará el 'sucesor'

Te dije hace tiempo que al líder de mi PSOE le queda menos de un año.

Querido Pablo:

Antes de nada, he de decirte que lo de "Querida mía" me ha llegado al corazón. Ya estabas tardando un poco con las muestras de cariño, que sabes que todas necesitamos de vez en cuando. Pero luego he seguido leyendo y me he encontrado con el golpe bajo de las comidas que te pegarás en mi terriña galega. Te advierto de que el mejor caldo gallego del mundo es el de mamá Garat, así que tú mismo.

Al tema. Tengo la sensación de que no llegamos a Navidad. Percibo en el ambiente una sobredosis informativa que nos está dejando pallá a los cronistas parlamentarios. Hay tanta rueda de prensa, tantas convocatorias maratonianas y tantos trances provocados por el inminente rescate ­–que nunca acaba de producirse–, que últimamente se nos va un poco la olla. Le sucedió el jueves a la portavoz de los míos en el Congreso después de esa Junta de Portavoces extraordinaria con la que pretendían aplazar la próxima sesión de control, ante la ausencia de 9 ministros, entre ellos el presidente del Gobierno. (Dicho sea de paso: ya les vale a los tuyos). Preguntada por la petición de "unidad nacional" de la Conferencia Episcopal, comenzó diciendo: "Bueno, a los vallisoletanos... ¡Perdón! ¡A los españoles!". La carcajada de todos, incluida la suya, fue de traca. ¡Lo que le faltaba ya el PSOE es otro nacionalismo! Pero entre los míos andan todos un poco despistaos, y, claro, uno tira siempre para casa. Luego va Rafa Hernando, que anda sembrao, y le acusa de tener "poco rigor intelectual" y la mía se enfada.

Anécdotas al margen, en mi bando político las cosas andan que trinan. Rubalcaba se deja ver poco, pues sabe que no tiene mucho que decir. O peor, que, como está el patio, está mejor calladito. Te dije hace tiempo que al líder de mi PSOE le queda menos de un año. A saber... pero su discurso político se limita ya a preguntar al Gobierno qué va a hacer. Después de la prórroga del Plan Prepara de ayuda a los parados, se centra ahora en la revalorización de las pensiones, que, me digas lo que me digas, no se va a producir. Ya se lo dijo el gobernador del BE al Gobierno el jueves desde el Congreso: o se suben las pensiones, o se cumple con el déficit, y todos sabemos cuál es la prioridad de Rajoy. Así, mi líder se centra en asegurarse el "ya lo decía yo", a sabiendas de que no le quedan más titulares. Evita las ruedas de prensa, y por tanto las preguntas; prefiere escribir en el Huffington Post para destacar, sin réplica alguna, que "la pluralidad del PSC es una de sus fortalezas y le permite garantizar la convivencia". Pero todos sabemos que no es así.

Los socialistas catalanes le han abierto una brecha que va a Más desde el punto de vista político y a menos desde la perspectiva demoscópica/electoral. Se habla de "callejón sin salida", de "ambigüedad", de "cisma", y éste se producirá en breve. La autonomía y soberanía que reclama su filial en Cataluña no podía ser menos en el ámbito parlamentario, y los diputados catalanes trabajan para conseguir que su derecho a decidir se configure en el tan ansiado grupo propio. Se habla también de fórmulas como que sigan dentro del grupo pero que puedan romper la disciplina de voto en los temas "sensibles para Cataluña". Esta semana misma entrevisté al alcalde de Tarragona, Josep Félix Ballesteros (amigo de Bono, por cierto), y me dejó muy claro que las negociaciones entre ambas ejecutivas "van muy bien y avanzan en este sentido". Me dijo algo el alcalde que me sorprendió aún más: "Las cosas se están moviendo en el PSOE. El PSC convencerá al PSOE de celebrar un referéndum". Se refería a un referéndum entre federalismo e independentismo, porque él dice que "NO" es independentista. Lo peor es que creo que tiene razón.

La debilidad de Rubalcaba le ha hecho ceder tanto en Cataluña que le pasa como a Artur Mas: ya no tiene marcha atrás. Habrá escisión con el PSC en el Congreso y, tras las elecciones del 25-N, debacle –si no mortandad– y convulsión interna. De hecho, hay quien habla entre risas de un partido "extraparlamentario", y sus propias encuestas internas le dan apenas 20 diputados. Un auténtica muerte electoral. No deja de ser curioso el símil que el mismísimo Rubalcaba empleó hace poco para definir su relación con el PSC: "Ellos son un partido autónomo. Tenemos una relación similar a la del PP y UPN". Querido Pablo: ¡me parto! ¿No fueron PP y UPN los que en 2008 provocaron un tsunami mediático al separarse en el Congreso? Pues ahí queda eso.

Por cierto, que el pequeño Alfredito –el hijo de mi hermana– sigue sin querer nacer. Se hace el remolón, pero el sucesor anda ya al caer. Al quite con las tres citas: gallegas, vascas y catalanas. Se avecina tormenta. Te estarás frotando las manos, pero... ¡de momento te quedas sin caldito gallego! 

Un beso,

Ketty.

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