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Cristina Losada

Bárcenas nos sale patriota

Lo único que sujeta sus ganas de revelar los terribles secretos que conoce es la dramática situación española. Aún habrá que agradecérselo.

Lo único que sujeta sus ganas de revelar los terribles secretos que conoce es la dramática situación española. Aún habrá que agradecérselo.

Cómo no va haber problemas con la estrategia de defensa de Bárcenas, si no tiene el extesorero una estrategia de ataque. Si alguna pergeñó, se le ha enmarañado tanto que se tiene la impresión de un déjà vu constante, como si todo lo que desvela ya lo hubiera desvelado antes. De esa torpe manera, va acabando poco a poco con el suspense y con la paciencia del espectador. Un espectador que lleva esperando lo suyo a que, al fin, suelte la bomba, y nada, que no, que otra vez son fuegos de artificio.

A falta de un guión con planteamiento, nudo y desenlace, Bárcenas tiene un personaje. Su personaje ha sido desde un principio el del hombre que conoce terribles secretos y está en un "sí quiero, no quiero" revelarlos. Esa duda hamletiana no cuadra mucho en un individuo que, tras dedicarse a muy lucrativas actividades (presuntamente) delictivas, mantiene al respecto un silencio pétreo. De quien va a cantar las fechorías de otros, se espera que empiece por confesar las propias. Pero eso no. Bárcenas no está dispuesto a inmolarse, y así desaparece el personaje atormentado que, por razones de cierta altura moral, se debate entre decir lo que sabe o callarse.

Ahora, el extesorero ha querido dar profundidad a su personaje dotándolo de un alto sentido patriótico, como se desprende de la entrevista que le hizo el director de El Mundo. Decía ahí Bárcenas que si contara lo que sabe haría caer al Gobierno, y que es justo por eso por lo que no tira de la manta, porque a España no le conviene nada que el Gobierno se desmorone como un castillo de naipes. Lo único que sujeta sus ganas de revelar los terribles secretos que conoce es, entonces, la dramática situación española, que mudaría en auténtica tragedia si él provocara ahora mismo un seísmo. Aún habrá que agradecérselo.

Yo no voy a traer aquí lo que dijo el doctor Johnson sobre el patriotismo, pero observo que este "si yo hablo, cae el Gobierno y se hunde España" se acerca peligrosamente a la baladronada que un periodista del franquismo escribió una vez en una Hoja del Lunes: "Advierto por tercera y última vez al Kremlin..." Y el Kremlin, claro, temblando. Lo más tonto de todo es que la cúpula del Partido Popular se ha conducido con tan poco garbo que parece que, en efecto, tiembla como una hoja. Imagino que Rajoy no ha convertido a Bárcenas en el Innombrable por una pueril creencia en que aquello que no se nombra no existe. Pero por no alimentar el fuego con declaraciones alimentan algo peor: la sospecha de que el PP cede al chantaje de quien guarda secretos inconfesables. ¡Menos mal que es un patriota!

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