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Antonio Robles

La mitad de la verdad de Pujol

Es una evidencia que Pujol miente, pero ¿y si Pujol dijera la mitad de la verdad?

En la primera declaración de Jordi Pujol en la Audiencia Nacional, ha reiterado que el dinero fiscalmente ocultado a Hacienda en Andorra durante tres décadas era un legado de su padre, que además no tenía nada que ver con la descapitalización de Banca Catalana.

Es una evidencia que Pujol miente, pero ¿y si Pujol dijera la mitad de la verdad? Puede que al afirmar tal cosa sintamos que la justicia es burlada y la ciudadanía timada. Sin embargo, no ajustándose a las expectativas del juez, y por tanto, mintiendo, puede estar diciendo parte de la verdad. O dicho de otra manera, al pretender ocultar la verdad del 3%, puede estar revelando sin pretenderlo que Don Corleone no es él, sino su padre, Florencio Pujol i Brugat. O por decirlo directamente, que la saga de la famiglia no la iniciaron sus mordidas, sino el origen ilícito del dinero de su padre. Y no me refiero únicamente al contrastado contrabando de divisas, estraperlo, venta de oro en Tánger y otros chanchullos de la época junto a su socio judío, el polaco David Tennenbaum (los dos fueron condenados por el Juzgado Especial de Delitos Monetarios el 18 de marzo de 1959 por evasión de capitales a Suiza), me refiero específicamente al origen de la fortuna inicial que hizo posible la capitalización de tales tropelías. He ahí la gran incógnita, la sospecha mejor guardada, la causa real de la fortuna inicial de Florencio Pujol i Brugat que su hijo encausado asegura haber heredado. En ella está el comienzo de la saga, un relato que inició su padre como policía y chófer del Gobierno de la Generalidad republicana, que afianzó Jordi Pujol con 23 años de presidente y que gestionó su prole amparada en su poder institucional.

Aquí me quedo. Un recorrido del que nada se ha escrito, casi todos ignoran, y quienes tenemos algo más que indicios carecemos de pruebas. O por decirlo de manera exacta, las pruebas que tenemos dependen del testimonio sellado por la metralla colateral que devendría del entorno familiar. Años neutralizado por la honestidad de la palabra dada, espero un golpe de valentía por parte de quien debería avalar el expolio mejor guardado de la Transición.

En la historia, a veces, hemos de esperar el testimonio póstumo o las pruebas empíricas para certificar un acontecimiento incómodo. Nicolás Copérnico dio órdenes a su editor, Andreas Osiander, de no publicar el libro De revolutionibus orbium coelestium (1543), donde describía la teoría heliocéntrica, base de la revolución científica y de nuestro universo actual. La historia que insinúo carece por completo de la altura intelectual y moral que llevó a Copérnico a callar en vida; pero es lamentable que en pleno s. XXI, a resguardo de un Estado de Derecho, quien puede avalarla calle. Esa historia guarda los orígenes rateros de la famiglia que más ha robado a la patria, en su nombre. De momento.

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