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Javier Fernández-Lasquetty

¿Será Europa capaz de resistir?

¿Qué sucederá cuando los ataques se produzcan todos los meses, o todas las semanas?

En esta noche del 14 de julio, mientras los franceses celebraban en la calle su fiesta nacional, un criminal ha convertido un camión en un arma de destrucción masiva. El primer testimonio de un periodista testigo del atentado -Damien Allemand, de Nice Matin- es escalofriante: "Un enorme camión blanco se desplazaba a una velocidad de vértigo sobre la gente dando volantazos para arrollar al máximo número posible de personas. He visto cuerpos volando a su paso como bolos". Mientras escribo este artículo las fuentes oficiales francesas ya hablan de atentado, pero aún no lo atribuyen a ninguna persona u organización en concreto, ni todavía se ha dado la identificación del asesino. El Presidente francés ya ha hablado del terrorismo islamista.

Ya conocemos la secuencia de lo que ahora va a pasar: el mundo entero estremecido de espanto, las velas en el Promenade des Anglais, los rótulos de "Je suis Niçois", los rostros unidos a la bandera tricolor en las redes sociales. Todo absolutamente comprensible. Yo mismo lo acabo de hacer en Facebook. No solo es comprensible, sino que es moralmente correcto. La expresión pública de repulsa frente al terrorismo, y de simpatía hacia las víctimas, es la primera condición para hacerle frente, bien lo sabemos los españoles.

La cuestión no es si la gente lo lamenta y lo repudia. Lo que debe inquietarnos es si los europeos serán capaces de resistir atentados como el de hoy, con una frecuencia creciente. Ese ritmo mortal va adquiriendo una cadencia siniestra. Los asesinatos en Charlie Hebdo fueron en enero de 2015. Las matanzas en la Sala Bataclan y otros puntos de Paris se cometieron en noviembre del mismo año, diez meses más tarde. Cuatro meses después el terror estremeció el aeropuerto de Bruselas, a finales de marzo de este mismo año. Desde entonces han pasado solo tres meses y medio.

¿Qué sucederá cuando los ataques se produzcan todos los meses, o todas las semanas? ¿Cómo reaccionarán los franceses, o los europeos en general? Muchos europeos perdieron hace ya muchos años la noción de que el mal existe. Perdieron el interés por defenderse. Desde mayo de 1968 una poderosa corriente de pensamiento ha adquirido un predominio creciente en Europa, y conforme a ella cualquier cosa es preferible antes que defenderse de unos ataques que se achacan a locura de individuos concretos.

Eso lo saben los islamistas. Una reciente encuesta de Pew Research Center muestra cómo una mayoría de españoles, franceses, alemanes o británicos creen que frente al terrorismo no debe ser utilizada la fuerza. Casi nadie quiere enfrentarse a la realidad de que existe de verdad el fanatismo, la ideología del mal, que cree llegado su momento de someter a los occidentales, desde Orlando en la Florida hasta Tel Aviv, pasando por Francia; en primer lugar Israel, a la que nadie ayuda ni menciona, y después Francia, el país de Europa en el que vive una proporción más alta de población musulmana.

Los islamistas quieren ejercer un dominio verdadero sobre todo el mundo occidental. "Sumisión" se llama la estremecedora y cada vez más recomendable novela de Michel Houellebecq. Es la sumisión de lo que antes se llamaba “el mundo libre” lo que busca el islamismo. Es la libertad lo que está en juego. Y la pregunta es si los europeos resistiremos sin rendirnos un ataque tras otro.

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