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Agapito Maestre

La yihad en la historia

Europa necesita recordar a sus grandes gobernantes. Europa tiene que estudiar la política de los Reyes Católicos contra el islam

España siempre fue decisiva para Europa en la lucha contra la famosa Guerra Santa (yihad) de los musulmanes. Quizá eso sea ya agua pasada. ¿Pasado inservible para nuestro presente? ¡Quién lo sabe! Seguro que ese pasado es inviable para los políticos analfabetos que pueblan Europa, sencillamente, porque lo desconocen. Persistamos en darles algunas pistas para los que aún tengan voluntad de ilustrarse con el conocimiento de hechos acaecidos hace siglos. Hablo de historia. Es la hora de recordar. A propósito de esas imágenes que nos da la televisión de lo crímenes yihadistas por toda Europa, tenemos que esforzarnos por reconstruir nuestro pasado. Es menester hacer un poquito de historia. Es bueno hacer memoria para que no se atrofie el cerebro con los calores del verano. El recuerdo es activo o es melancolía reaccionaria. Las experiencias, las capacidades y los medios que una vez sirvieron en el pasado para remediar males pudieran ser remedios para nuestro presente. En todo caso, no creo que el porvenir pueda proyectarse con inteligencia desconociendo el pasado. No digo que las soluciones del pasado puedan trasladarse en sentido estricto para aquí y ahora. Solo digo que es menester estudiarlas para no repetir los errores del pasado.

Europa necesita recordar a sus grandes gobernantes. Europa tiene que estudiar la política de los Reyes Católicos contra el islam, pero, si a nuestros paisanos les parecen esas figuras muy lejanas, les aconsejo centrarse en Carlos V y, por supuesto, en Felipe III. Estos dos monarcas tuvieron relaciones muy interesantes con todos nuestros vecinos, pero hoy traigo aquí las que mantuvieron con Francia, porque podrían ayudar a combatir la yihad al país vecino. Carlos V, se mire desde donde se mire, fue el primer gran gobernante de Europa nos salvó de una nueva invasión musulmana. Embridó a los moros de múltiples maneras, pero una de ellas es digna de recordarse: encarceló a su primo Francisco I, en la Torre de los Lujanes de Madrid, entre otros motivos, porque no dejaba de enredar en Europa en general, y España en particular, por sus alianzas y conspiraciones con los moriscos. Encarcelar a Francisco I fue una de las maneras que tuvo Carlos V no sólo de salvar a España de los enredos de la yihad sino también a Francia y al resto de Europa de las frivolidades del rey galo con los islamistas.

Más tarde, por esos azares del destino, los descendientes de los moros que ayudaban a Francisco I contra España se volvieron contra la misma Francia; hicieron la vida imposible a los cristianos franceses hasta el punto que el Cardenal Richelieu, hombre político de la Iglesia, tuvo que sugerir por distintas vías, incluidas todas las que contemplan las malas artes del espionaje, a Felipe III su expulsión. Felipe II siempre se resistió a tomar esa medida, pero su hijo no supo eludir los consejos de un Príncipe de la Iglesia. Felipe III expulsó a los moriscos de España. Todavía se discute las consecuencias económicas y políticas de esa expulsión y, por supuesto, se sigue criticando el cinismo del político francés, el Cardenal Richelieu, que, en sus memorias, dijo que la expulsión de los moriscos de España constituía «el acto más bárbaro de la historia del hombre». Pero lo cierto es que la expulsión de los moriscos fue una decisión política de calado europeo.

No seré yo, naturalmente, quien defienda esta idea de Felipe III y Richelieu para aquí y ahora. Creo que ya es tarde para llevarla a cabo, pero, mientras nuestros políticos, buenos y correctos, de la UE buscan alguna salida, no estaría mal detener o, al menos, controlar con rigor la llegada de refugiados musulmanes a Europa. Esa es una solución sencilla, pero también hay otra, complicada y alejada del “pacifismo” que empapa la incultura política europea. De esa otra salida hablaré otro día, aunque me temo que esa vía ya no es una elección. Es un destino. Una necesidad. O nos hacemos cargo de eliminar el ISIS o la yihad acaba con la civilización europea.

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