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Raúl Vilas

El trampantojo del 155

No es necesaria ninguna aclaración. Pedirla lo único que revela es la voluntad de no hacer nada pero dar apariencia de que se hace.

No es necesaria ninguna aclaración. Pedirla lo único que revela es la voluntad de no hacer nada pero dar apariencia de que se hace.
Mariano Rajoy, en imagen de archivo | EFE

Rajoy y Sánchez han pactado no dar respuesta al golpe ni actuar contra los golpistas, pero con una fórmula que permite al Gobierno y sus palmeros decir que se ha aplicado el 155 y al PSOE mantener la ficción de que está en la defensa de la Nación, en la que el primero que no cree es su líder, Pedro Sánchez.

Se han sacado de la manga una especie de doble requerimiento, absolutamente disparatado y antijurídico, en el que el Gobierno requiere a un delincuente que le diga si está delinquiendo o no. Lo que es absurdo es absurdo, por mucho lenguaje leguleyo que lo adorne. El requerimiento de si algo es delito hay que enviarlo a la Fiscalía, no al delincuente. No hace falta citar a sesudos juristas, es de Perogrullo. El único requerimiento que contempla el artículo 155 es el de la exigencia a las autoridades autonómicas de que, de forma inmediata, se vuelva a la legalidad.

La fórmula, si no está pactada ya, otorga tiempo para que Puigdemont responda de un modo suficientemente ambiguo que permita a Rajoy seguir sin actuar contra los golpistas, que hace meses que deberían estar entre rejas por una colección de delitos digna de figurar, como caso práctico, en todos los manuales de Derecho Penal. Pero es que además la declaración firmada ayer proclama de forma clara y explícita la República catalana. No es necesaria ninguna aclaración. Pedirla lo único que revela es la voluntad de no hacer nada pero dar apariencia de que se hace. Engañar a los españoles, cuando no prevaricar.

Ojalá me equivoque y dentro de una semana, tras la respuesta de Puigdemont, el Gobierno no tenga más remedio que aplicar el artículo 155, pero no se dejen engañar por este nuevo tsunami de desinformación, hoy no se ha activado nada de nada. No deja de ser paradójico que en este momento sea él, Puigdemont, con una respuesta que no facilite el apaño, el que tenga en su mano salvar a la democracia española.

Lo único que sí han pactado y activado Rajoy y Sánchez es la reforma constitucional, con la que el PSOE viene dando la matraca los últimos años. Una coartada de la izquierda para al final darle la razón a los nacionalistas, que es de lo que se trata, y llevarse por delante a la Nación española en favor de las taifas y tribus reaccionarias. Como si después de 40 años de cesiones no hubiese quedado claro que, con el nacionalismo, no se pacta, se le derrota.

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