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Miguel del Pino

Un viaje salvaje

La feria MAD bird llega a Madrid para potenciar el turismo de observación de la naturaleza en España, el paraíso de la biodiversidad en Europa.

La feria MAD bird llega a Madrid para potenciar el turismo de observación de la naturaleza en España, el paraíso de la biodiversidad en Europa.
El turismo de observación de la naturaleza experimenta un crecimiento en España. | Pixabay/CC/Hermann

Viernes 8, Sábado 9 y Domingo 10 de Junio serán las fechas en que regrese a Madrid la Feria Internacional de Observación de la Naturaleza MAD bird, tras los éxitos de los años anteriores, especialmente del 2017, cuando se superaron los 40.000 visitantes.

El lugar no puede ser más castizo: "De Cibeles a Neptuno", y esta vez sin bufandas de los equipos futbolísticos madrileños, por cierto, reyes de Europa en su deporte, pero esa es otra historia.

Lo que ahora nos ocupa es el auge que viene tomando año tras año el turismo de observación de la naturaleza, que es precisamente lo que glosa esta feria madrileña con su lema "Un viaje salvaje".

Decenas de empresas, ONG´S y profesionales de todo lo relacionado con el disfrute del medio ambiente, como las agencias de viajes naturalistas, los equipos de fotografía y óptica o los artistas especializados, estarán presentes en Madrid bird, pero habrá otros protagonistas, a los que veremos al menos en efigie, como los lobos, linces, aves mamíferos reptiles y cetáceos ibéricos, que serán las verdaderas estrellas.

Conviene informar a quienes no son expertos en estos temas, que multitud de turistas de diversos países europeos van cambiando el turismo de playa o de discoteca por el de observación de la naturaleza, de manera que corren buenos aires para los emprendedores que quieran y sepan invertir su tiempo, su ingenio y sus recursos en pequeñas o medianas empresas dedicadas a la observación de especies emblemáticas de nuestra fauna.

De Extremadura, por citar un ejemplo, se ha dicho que es "la Kenya de Europa": esa especial sabana artificial que es la dehesa supone un paraíso para especies como el águila imperial, la cigüeña negra, el lince, el buitre negro, y un largo etcétera de especies de nuestra fauna salvaje. También lo es para el amante de la observación de estas joyas faunísticas.

El Reino Unido cuenta con un millón de licencias de observadores de aves: son personas cultas, no necesariamente ricas pero sí con los suficientes recursos para hacer de un viaje naturalista a nuestro país una aventura inolvidable y posiblemente la primera de otras posteriores. No hay que despreciar la potencial riqueza que pueden aportarnos en forma de recursos rurales, tan necesarios en un campo cada vez menos poblado.

Para la conservación de nuestras especies más valiosas la aportación del recurso turístico puede ser decisiva: si un ejemplar de buitre negro o de águila calzada, por poner sólo un par de ejemplos, tiene para la población rural mucho más valor vivo que muerto las cosas empezarán a pintar mejor para esos eternos proscritos, que es poco menos que inverosímil que hayan llegado a nuestro siglo XXI después de superar en la primera mitad del siglo anterior las consecuencias de las leyes de exterminio de "alimañas".

Los científicos y los simples aficionados a observar la naturaleza tienen ahora una buena razón para oponerse a quienes piensan que no tiene sentido proteger a ciertas especies que "nadie va a ver nunca", como dicen los urbanitas más escépticos. Los nuevos turistas van a venir a verlas, a fotografiarlas o a llevarse su recuerdo en la retina, pero además dejarán un reguero de divisas que estabilizarán las poblaciones del medio rural y evitarán un abandono que hasta hace años parecía imparable.

No sólo los espacios naturales con diferentes formas de protección, sino también las fincas cinegéticas o ganaderas bien gestionadas podrán suplementar sus recursos por medio de este nuevo incentivo turístico: algunas de las grandes fincas ganaderas de Salamanca, Extremadura y Andalucía están desarrollando ya "Rutas del toro bravo", para vivir la emoción de contemplar a este bellísimo animal en su hábitat.

En cuanto a las fincas dedicadas a la caza, aquellas que hayan conseguido evitar convertirse en un "inmenso gallinero", como se refería Félix Rodríguez de la Fuente al criticar a las fincas cinegéticas donde se habían extinguido los predadores en favor de las perdices de granja, pueden ahora complementar sus ingresos gracias al turismo de observación, siempre que conserven las especies predadoras ancestrales.

MAD bird 2018 ofrecerá además talleres dedicados especialmente a los niños, publicaciones y otros alicientes que pueden hacer muy atractivo el recorrido, que para los que no hayan visitado esta feria en años anteriores seguramente estará lleno de sorpresas.

De ningún modo queremos decir que el componente económico sea el referente principal a la hora de establecer medidas para la protección del medio ambiente: hay por encima de lo crematístico componentes científicos y culturales que no pueden dejar indiferente a ninguna persona sensible, pero no está de más añadir argumentos de tipo práctico a la hora de convencer a los más escépticos.

Y no olvidemos, y sobre todo recuerden también los nuevos dirigentes políticos, que España es el paraíso de la biodiversidad de Europa: aportamos un capital natural incomparablemente más rico que el de cualquiera del resto de los países de la Unión Europea, de manera que, como diría nuestro querido Luis del Pino, "sin complejos".

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