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Cristina Losada

Cumbre con el Le Pen español

Lo primero que tiene que anotar Pedro Sánchez para no olvidarlo nunca es quiénes son los autores del problema.

Lo primero que tiene que anotar Pedro Sánchez para no olvidarlo nunca es quiénes son los autores del problema.
Pedro Sánchez y el golpista Quim Torra | EFE

El Gobierno socialista cree que puede conseguir lo que quiso y no pudo el Gobierno del Partido Popular. El objetivo es el mismo: recuperar la normalidad con el Gobierno separatista catalán. Lo que dice ahora Sánchez como si fuera novedad lo formuló Rajoy decenas de veces antes de irse a Santa Pola, quizá cada vez que veía una estrella fugaz, y tanto en la época de Mas como en la de Puigdemont como en la más breve de Torra. Perdonen, pero le deben el copyright al anterior inquilino de la Moncloa. Lejos, sin embargo, de reconocer esa deuda, por lo menos la deuda semántica, los socialistas sitúan su empeño como antagónico al de sus predecesores. "A otros Gobiernos les han han hecho dos referéndums y nosotros hemos recibido al presidente de la Generalitat dos horas y media". La vicepresidenta, Carmen Calvo, dixit y con tono de "¡toma ya!".

¿Qué significa recuperar la normalidad? En este remake de la película, recuperar la normalidad significa recibir a un presidente autonómico con un lazo amarillo que representa el repudio al Estado de Derecho español y la vindicación del golpe del 1 de octubre. Pero venga, no seamos puristas. Claro que también significa estar de acuerdo en que hay un problema político que requiere soluciones políticas, como han estado los dos. Esa bonita convergencia política –y el hecho de que Sánchez tomara notas durante la reunión– es lo que más le ha gustado del encuentro a Quim Torra.

Sería una banalidad cuasi tautológica si no fuera por lo que sabemos: problema político y solución política es la copulativa secesionista para denotar que hay que quitarse el corsé constitucional y legal. Sin esa liberación de las ataduras que existen en una democracia, cuyo nudo se llama soberanía nacional, los separatistas no ven solución al problema que han creado. Lo primero, por cierto, que tiene que anotar Sánchez para no olvidarlo nunca es quiénes son los autores del problema.

Recuperar la normalidad significa arrullar a Torra con las nanas de la plurinacionalidad y la nación de naciones, conceptos discutibles, discutidos e inexistentes salvo en el Estado plurinacional de Bolivia. Todo para que el presidente de los separatistas diga que la única manera de resolver el problema de la autodeterminación de Cataluña es votando, que es lo mismo que decir que la exigencia de autodeterminarse sólo quedará resuelta y satisfecha autodeterminándose. De ahí no sale el círculo de Berlín, porque lo suyo es el círculo cuadrado, salvo para remarcar que ya se autodeterminaron el 1 de octubre. Y, como indicó Torra en su comparecencia, harán amago de normalidad mientras esperen que Sánchez les cuadre esos círculos, pero rapidito.

Francamente, con estos resultados yo no presumiría tanto como la vicepresidenta Calvo de eficacia normalizadora. Excepto que quieran presumir de normalizar, una vez más, la elevación del nacionalismo secesionista a único y exclusivo interlocutor del Estado sobre el problema creado por el nacionalismo secesionista. Salvo que quieran enorgullecerse de dar por sentado que ese nacionalismo es Cataluña,como se le escapa a cada rato. A menos que les satisfaga decir que mientras el PSOE intenta arreglar el problema, otros partidos quieren que el problema persista. A ver si va a ser esto todo lo que hay: una argucia para atacar al adversario, a ese que se ha llevado los votos del PSC y lo ha dejado tiritando. Esto y la buenísima intención de ayudar a los menos radicales de los secesionistas, que por lo visto se encuentran en Esquerra y en el PDeCAT, quién lo diría. Pues es una intención por la que también le deben el copyright a sus predecesores.

El primer paso del Gobierno Sánchez por aplacar al separatismo catalán no es original, sino copia. Ensaya lo que ya se ha ensayado. No tiene pinta de que vaya a probar lo que no se ha probado. De qué puede sacar pecho el Gobierno de esta reunión, yo no lo sé. Porque supongo que Pedro no se vanagloriará de haberse reunido con el Le Pen español.

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