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Eduardo Goligorsky

El amanecer del 27 de mayo

Del voto meditado de los ciudadanos depende que en el amanecer del 27 de mayo comprobemos que la racionalidad ha vuelto a imponerse.

Del voto meditado de los ciudadanos depende que en el amanecer del 27 de mayo comprobemos que la racionalidad ha vuelto a imponerse.
Miquel Iceta y Pedro Sánchez conversan en un acto del PSC | EFE

El malabarista Pedro Sánchez propuso a dos ciudadanos españoles -una ciudadana y un ciudadano- como candidatos a presidir el Congreso de los Diputados y el Senado. Sin embargo tanto él, como los lenguaraces de su partido y la prensa en general los presentaron como dos catalanes, dando a entender que el hecho de haber nacido en una determinada región del Reino de España les confiere una pertenencia diferencial colocada por encima de la que figura en su documento de identidad. Es lo que vulgarmente se llama supremacismo.

Escenario ficticio

Al escoger a estos dos ciudadanos para ocupar el tercer y cuarto puesto en la escala de poder del Estado, el amo del PSOE no optó por los que cuentan con un currículo sobresaliente, sino por los que mejor le sirven como moneda de cambio para competir por el poder en el escenario ficticio de la plurinacionalidad. Ni siquiera son correligionarios suyos, sino parroquianos del PSC, franquicia todoterreno ideal para trapicheos con los filibusteros del otro bando, sean estos secesionistas o antisistema. Por supuesto, los dos elegidos han aceptado con gusto el papel que les toca desempeñar como miembros de una tribu renegada de su nacionalidad original para facilitar las transacciones entre mercaderes tramposos.

El plan A consistió en situar en la presidencia del Senado a Miquel Iceta quien, según cuenta la bien informada Lola García ("Entre el agravio y el entendimiento", LV, 19/5), había conseguido el beneplácito del presidente del Parlament Roger Torrent y del testaferro Quim Torra después de someterse disciplinadamente a su aprobación en sendas entrevistas. Pero los capitostes de ERC recularon, temiendo que sus competidores de JxCat los acusaran de traición.

Contratiempo imprevisto

El gurú Enric Juliana aprovecha este contratiempo imprevisto para aportar su grano de arena a la campaña electoral del sanchismo en vísperas del 26-M, alabando las virtudes del plan B ("Operación Dos Tazas", LV, 19/5):

La apuesta de Sánchez es clara: enviar un mensaje de fondo a toda la sociedad catalana. La estrategia empezó a definirse hace pronto un año. Desinflamación. Agenda gubernamental autónoma, no supeditada a las exigencias y los ritmos de los independentistas. Mensajes de distensión, de diálogo y de reconocimiento dirigidos a la totalidad de la sociedad catalana por encima de los partidos.

Juliana se regocija de que Gabriel Rufián haya intentado quitar hierro al bloqueo a Iceta, aunque omite aclarar que para ello rebajó el choque a la categoría de "chubasco", término que siempre encubre una micción de orina sobre los socialistas. Y concluye el gurú:

Ayer, Oriol Junqueras insinuó un posible apoyo de ERC a la investidura de Sánchez. Dos tazas y una cafetera.

Las dos tazas que pretenden hacernos tragar a todos los españoles son los candidatos de identidad trucada que el dedazo sienta en el tercer y cuarto puesto en la escala de poder del Estado. Y la cafetera es la investidura del tahúr en la Moncloa. Hay que "rematar la faena", avisó Sánchez (LV, 19/5). Se entiende así que le aconsejara a su posible valedor, el reo Junqueras: "no te preocupes" (El Español, 21/5).

Entresijos del cambalacheo

El dedazo no se circunscribe a los dos elegidos por su negociable supremacía identitaria. Abarca también toda la composición del nuevo equipo de gobierno con remedos de Frente Popular. Juliana hurga en los entresijos del cambalacheo. Inicialmente, antes de mover las piezas del tablero catalán, Sánchez había ofrecido a Pablo Iglesias que uno de los suyos ocupara la presidencia de la Cámara. El cacique podemita no mordió el anzuelo, porque continúa acariciando el desiderátum del gobierno de coalición si el resultado de las elecciones del 26-M lo permite.

En el ínterin se repartieron los puestos de la Mesa del Congreso. Entonces fue Iglesias quien reservó uno de los dos puestos adjudicados a su partido para colocar, como secretario primero de la Mesa, a un representante de su filial catalana: Gerardo Pisarello, hasta ahora primer teniente de alcalde en el feudo barcelonés de Ada Colau.

Pisarello es un híbrido de dos simientes del nacional populismo: el kirchnerismo montonero importado de su país natal, Argentina, y el secesionismo étnico injertado en su nuevo entorno. Su desempeño en la Cámara dejará huellas bochornosas si insiste en mostrar espectacularmente su odio a la bandera de España y a todo lo español como lo hizo en el balcón del Ayuntamiento barcelonés forcejeando con el edil Alberto Fernández Díaz. ¡Secretario primero de la Mesa del Congreso un perjuro que incumple la promesa de fidelidad al Rey y de obediencia a la Constitución y las leyes que formulamos todos los extranjeros -incluido el que esto escribe- cuando asumimos con orgullo la nacionalidad española!

Presas más codiciadas

La capitulación del sanchismo al cabo del tira y afloja con los secesionistas incorregibles y con los chavistas insaciables pone de relieve, una vez más, la trascendencia de las elecciones del 26-M. Todavía estamos a tiempo para evitar que los totalitarios guerracivilistas completen la tarea destructiva que ya tienen muy avanzada en el territorio de toda España. Madrid y Barcelona son sus presas más codiciadas y no ahorrarán juegos sucios para conquistarlas. Se jacta el estratega Francesc-Marc Álvaro, aludiendo a Barcelona ("Crisis de identidad", LV, 19/5):

¿Rechazarían las bases independentistas, por ejemplo, un acuerdo republicano-comunes? Ernest Maragall será el encargado de romper este tabú.

Más claro, imposible. Son gente sin escrúpulos, como lo prueba el hecho de que este Maragall encabeza la lista municipal del partido que en las europeas marcha amancebado con EH Bildu, los blanqueadores de los asesinos etarras. No tendría nada de extraño una alianza suya con Ada Colau, que acaba de recibir el apoyo de Noam Chomsky, ídolo de todos los subversivos del mundo y enemigo jurado de la sociedad abierta.

Razón de más para que el 27 de mayo amanezca con Manuel Valls al frente de la alcaldía de Barcelona y para que así se inicie la transformación del área metropolitana en un modelo de iniciativa creadora, seguridad, cultura, prosperidad y convivencia civilizada entre ciudadanos libres e iguales. Una Barcelona del siglo XXI inmunizada contra las plagas retrógradas del supremacismo étnico y el populismo antisistema, juntos o separados.

Reductos de racionalidad

Esperemos que en el resto de España perduren reductos de racionalidad suficientes para desbaratar la conjura de los depredadores. No es la primera vez que en esta etapa de la democracia española un Frente Popular amenaza la paz social. En el año 2000, el PSOE e Izquierda Unida firmaron un pacto para concurrir a las elecciones del 12 de marzo separados pero con un programa compartido. Sus candidatos eran Joaquín Almunia y Francisco Frutos, dos gigantes si los comparamos con nuestros vulgares timadores de feria como Zapatero, Sánchez, Iglesias, Garzón y la pandilla del procés. Sus votos, sumados, quedaron muy por detrás de los del Partido Popular, que obtuvo la mayoría absoluta y consagró presidente del Gobierno a José María Aznar. Almunia renunció ipso facto a la dirección del PSOE y trasladó su actividad a la Unión Europea.

Del voto meditado de los ciudadanos depende que en el amanecer del 27 de mayo comprobemos que la racionalidad ha vuelto a imponerse, como entonces.

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