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Antonio Robles

Las oportunidades perdidas de Cs

Nadie, absolutamente nadie, tiene derecho a convertir los esfuerzos de miles de personas en un cortijo privado para su ambición personal.

Nadie, absolutamente nadie, tiene derecho a convertir los esfuerzos de miles de personas en un cortijo privado para su ambición personal.
EFE

El miércoles se supo que Francesc de Carreras había dejado Cs por su negativa a facilitar el Gobierno a Pedro Sánchez. El mundo del periodismo y los adversarios políticos han subrayado el hecho como si la renuncia de Carreras, después del cisma en la dirección, acelerara definitivamente la ruina del partido.

Ni ruina ni viento en popa, un acontecimiento más en la marcha de Rivera hacia el desguace del Cs fundado en 2006 y su sustitución por un modelo cesarista.

Los acontecimientos de estas últimas semanas, a partir del "no es no" al PSOE y las labores de desescombro en la Ejecutiva, no son nuevos, sólo un paso más en la confusión entre partido y líder. Sustituirá a los dirigentes con criterio propio por acólitos y ahí acabará todo. Así lo hizo con la crisis de Libertas en 2009, así lo hizo en el CN poco después, cuando eliminó la limitación de mandatos y la reducción de las listas abiertas, así lo hizo en el Congreso de 2017, con la eliminación de la socialdemocracia del ideario, y así pasará ahora. Limpieza y control.

No lo hace por antojo de "un adolescente caprichoso", como le reprochó Francesc de Carreras en El País, sino por el control del poder con las formas frías del acero. Su rostro aniñado y sus maneras educadas no deberían servir para minusvalorarle: tiene la misma ambición que Pedro Sánchez, esconde mejor que él sus defectos, y ha logrado que Cs sea un partido que no puede concebirse ya sin él. Él es Cs. Para los que crean que Inés Arrimadas podría coger el relevo, les adelanto que Inés es creación suya. También. Aunque ha crecido y se haya ganado un respeto. Pero nunca permitirá que se le suba a las barbas. Para escépticos: mirad por el retrovisor cómo acabó Rosa Díez.

Nada de esto es nuevo. Se afilió al PP con la ambición de liderar a sus juventudes, y en cuanto le vedaron el paso lo dejó. Llegó a Cs cuatro meses antes de su fundación, y desde el principio quiso acaparar cargos y eliminar adversarios potenciales. Empezando por ignorar a los intelectuales que le pusieron rostro mediático a la fundación del partido. Jamás les tomó en cuenta. Ese mito periodístico de los fundadores de Cs guiando al joven partido en sus primeros pasos nunca existió. Arcadi Espada le catalogaba entre bambalinas de "Rey Sol" porque ni siquiera le cogía el teléfono. Con el único que mantenía cierta cercanía era con el ecuánime Francesc, y sólo para adornar sus decisiones y darles lustre.

Quienes hicimos posible la creación de Cs como instrumento para embridar al nacionalismo y defender España como espacio del bien común, le hemos perdonado errores monumentales y oportunidades perdidas, pero todo tiene un límite. Nadie, absolutamente nadie, tiene derecho a convertir los esfuerzos de miles de personas en un cortijo privado para su ambición personal. Lo hizo de manera obscena en 2009 pactando con la ultraderechista Libertas. A punto estuvo de acabar con Cs, si la dimisión de dos de sus tres diputados y los intelectuales comprometidos con la causa no hubiéramos presionado hasta hacerle rectificar. Después de aquello, verle ahora sobreactuar contra Vox para ocultar su huida a la derecha y borrar el apodo mediático de "veleta" invita a la ternura.

En el camino de Albert a la Moncloa, Cs ha perdido muchas oportunidades. Me centraré en la más bochornosa, la renuncia de Inés Arrimadas a presentar su candidatura a la presidencia de la Generalidad en 2017. El error fue tan descomunal como la causa que lo inspiró: evitar cualquier derrota parlamentaria en la ascensión de Albert Rivera a la Moncloa.

Fue una oportunidad perdida para decirle al mundo que un partido no nacionalista había ganado las elecciones en Cataluña y borrar de un plumazo a nivel internacional la identificación de nacionalismo y Cataluña. Una oportunidad única para dirigirse a todos los ciudadanos de Cataluña sin filtros ni controles de medios nacionalistas y mostrarles un programa cívico, social, integrador, de respeto por todos en una sociedad ensimismada con un relato infectado de mentiras y odio. Intercalando español y catalán, sin complejos ni exclusiones. Y lo mejor, como candidata podía disponer de tiempo ilimitado en la presentación de su investidura y desgranar una a una, con todo lujo de detalles, cada una de las mentiras y falsificaciones históricas. Para desactivarlas internacionalmente.

Una oportunidad única para rodearse de juristas, constitucionalistas, historiadores, economistas, antropólogos, sociólogos, filólogos, filósofos, psicólogos, ingenieros, médicos, maestros, informáticos, periodistas… un auténtico círculo de sabios y armar un discurso impecable, racional, empírico, y emocionalmente equilibrado, que expusiera el ambiente irrespirable y supremacista que ha impuesto el nacionalismo con mentiras, manipulaciones y corrupción, no sólo en Cataluña, sino en el resto del mundo.

Cinco, seis, siete horas seguidas hablando serían noticia en el mundo entero, y con ella la información que desenmascararía las mentiras del procés en ciernes. Una lección magistral de lo que es un Estado de Derecho y por qué lo estaban conculcando en Cataluña en nombre de la libertad y la democracia. El sueño ilustrado del sentido común. Quién sabe si hubiera abortado la asonada golpista posterior.

Esa epopeya de desintoxicación como campaña valdría millones, y se necesitarían años para llevarla a cabo con éxito. Y, sin embargo, estuvo al alcance de Albert Rivera, que prefirió esconderse para evitar un manchón en su carrera a la Moncloa. Sería rechazada, por supuesto, pero después de dejar al PSC a la intemperie si la rechazaba.

Ahora tienen de nuevo la oportunidad de volver al Pacto de Vergara con 180 escaños, evitando a nacionalistas y populistas. La función de bisagra por la que nació.

Coda: se lo hice saber. Hubiera sido épico, no por el arrojo mostrado, sino por la victoria de la razón y el conocimiento al servicio de la verdad y la libertad. Monotonía de lluvia tras los cristales…

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