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Emilio Campmany

Presidente por aburrimiento

Podemos pasarnos negociando meses y meses sin que el rey pueda proponer a otro candidato y sin que se convoquen elecciones.   

Más allá de la función general del rey de representarnos a todos, la función concreta que tiene más importante es la de proponer al Congreso de los Diputados un candidato para ser investido presidente del Gobierno. La ronda de consultas previa a tal propuesta tiene por objeto identificar qué candidato tiene más probabilidades de obtener la confianza de la Cámara. En esta regulación, se da por supuesto que el plazo que transcurre entre las elecciones y las consultas ha de dedicarse a fraguar una alianza que permita a algún candidato lograr la investidura. Una vez comunicado su nombre a la presidenta del Congreso, ésta debe convocar la sesión en que será otorgada o denegada la confianza.

Sin embargo, abusando de que el plazo de dos meses para convocar nuevas elecciones no empieza a correr sino desde el momento en que fracasa la investidura, Sánchez tiene dada orden de que no se convoque la sesión hasta que no tenga cerrado el acuerdo. En la práctica, esto significa que las verdaderas negociaciones no empezaron hasta después de haber sido propuesto y que las mismas pueden durar un tiempo indefinido, ya que no hay plazo constitucional al que la presidenta del Congreso deba atenerse para convocar la sesión. Es decir, que podemos pasarnos negociando meses y meses sin que el rey pueda proponer a otro candidato y sin que se convoquen elecciones.

En la legislatura anterior, Sánchez no tuvo inconveniente en ir a una investidura que sabía que fracasaría para luego negociar con Podemos con la espada de Damocles de unas segundas elecciones que se suponía favorecerían al PSOE y perjudicarían a los morados. También esto supuso un abuso del sistema constitucional, porque, antes de que empezaran a correr los dos meses, el candidato no hizo nada por llegar a un acuerdo con nadie. Ahora que la convocatoria de unas terceras le perjudicaría, Sánchez está decidido a que no haya sesión de investidura hasta no tener garantizada la confianza del Congreso. ¿Y cuándo será eso? Cuando sea, pero nada puede hacerse para evitar que esa espera sea todo lo larga que haga falta. Teóricamente podemos estar así años.

Ya no son los graves inconvenientes de tener a un Gobierno en funciones permanentemente. Esto, a fin de cuentas, tiene sus ventajas. No se bajan los impuestos, pero tampoco los suben. También las tiene el que no se forme el Gobierno, si es que va a ser presidido por un ignaro engreído e integrado por socialistas torpes y comunistas ortodoxos. Que se le estén forzando las costuras a la Constitución es sin duda un hecho grave, pero, por desgracia, no es ni mucho menos aislado, y no es en esto donde nuestra Ley de Leyes está siendo más gravemente violentada. Lo que resulta realmente intolerable es pretender, como pretende Sánchez, ser presidente por aburrimiento. Qué tostón de tío.

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