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Cristina Losada

La difícil relación del separatismo con el sacrificio 

De los miles de independentistas con voluntad de pagar su empeño con cárcel, nada se ha sabido. Nadie ha visto esa voluntad suya. Su existencia es pura imaginación.

De los miles de independentistas con voluntad de pagar su empeño con cárcel, nada se ha sabido. Nadie ha visto esa voluntad suya. Su existencia es pura imaginación.
El golpista prófugo Carles Puigdemont | David Zorrakino (Europa Press)

Circula en la prensa un titular que dice que hay miles de independentistas catalanes dispuestos a ir a la cárcel. Como sólo se sabe de nueve que estén en prisión, en concreto por el golpe de octubre, y sin que parecieran muy dispuestos al encierro durante el juicio, fui a comprobar que el titular era cierto. Y, en efecto, lo era, es decir, lo es. El autor de la declaración, Josep Costa i Rosselló, vicepresidente primero de la Mesa del Parlamento catalán, lo ha difundido tal cual con una entrevista que le han hecho en El Periódico. Ahí, tras mostrarse partidario de asumir "el castigo" que toque por cada acto ilegal –término que no utiliza– e incluso de no tratar de evitarlo, dice en respuesta a una pregunta directa que sí, que está convencido de que hay miles de catalanes con ganas de ir a la cárcel por la independencia.

La cuestión es interesante, por irreal. Porque el convencimiento podrá tenerlo Costa, pero si lo tiene es a pesar de todas las evidencias. La primera se cifra en la diferencia entre miles y nueve. Están los miles que el diputado supone dispuestos al sacrificio y están los nueve que, dispuestos o no, han ido a la cárcel "por la independencia". No se recuerda que hubiera tampoco, tras el octubre separatista, una afluencia masiva de voluntarios que se autoinculparan en los juzgados para acompañar en su suerte a los procesados. Es, en verdad, una lástima que los miles, y mejor, los dos millones, no asumieran las consecuencias de sus acciones. Pero lo cierto es que los fieles seguidores se fueron para casa una vez que dieron por acabada la función, como si en lugar de andar metidos en una revuelta golpista hubieran estado, que sé yo, en el circo.

De los miles de independentistas con voluntad de pagar su empeño con cárcel, nada se ha sabido. Nadie ha visto esa voluntad suya. Su existencia es pura imaginación. Por ser precisos, pura imagen: una viñeta más del relato que el independentismo cuenta y se cuenta, con heroicidades que sabe que no ha hecho y sabe que no hará. Lo que hubo, en cambio, y está acreditada, fue la fuga de Puigdemont, de Comín, de Ponsatí, de Marta Rovira y de otros tres implicados. Ajenos a la ética del sacrificio, huyeron de España precisamente para evitar el juicio y una eventual condena a prisión. Su lema parece haber sido: ¡Que asuma el castigo otro! Y a los siete fugados el independentismo los tiene, pese a lo cobardes, por héroes. O no a pesar de, sino por. Son perfectos representantes. A fin de cuentas, esto iba de no pagar por nada.

No es que hayan cambiado. Durante la dictadura franquista, la disposición del separatismo catalán al sacrificio lució poco o nada. Y era entonces cuando había causa y causas. Alguien que pasó más de seis años en la cárcel, Nicolás Sartorius, dirigente del PCE y de Comisiones Obreras en la clandestinidad, decía en una entrevista hace un año que a nacionalistas y separatistas no los había visto, en aquella época, "nunca en la cárcel ni en ningún sitio parecido". Pero ahí están, con todo el rostro del mundo, presumiendo de haber sido los que más lucharon contra la dictadura de Franco. Y no es imaginación, sino imagen. Como lo es ésta de los miles de valientes independentistas prestos a pagar por sus ideas con la cárcel, a los que no se les ha visto el pelo.

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