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Pablo Molina

Los que ya no llegarán

Nuestros mayores sacaron adelante familias numerosas y se deslomaron durante toda una vida trabajando y pagando impuestos para que los políticos que han vivido de ellos los dejen en la estacada.

Nuestros mayores sacaron adelante familias numerosas y se deslomaron durante toda una vida trabajando y pagando impuestos para que los políticos que han vivido de ellos los dejen en la estacada.
Cordon Press

A José Laveda Puche, in memoriam

El anuncio de una vacuna contra el coronavirus ha supuesto una inyección de ánimo en este año aciago que estamos rematando. En realidad, hay una decena larga de proyectos en fase muy avanzada, por lo que probablemente tengamos a nuestra disposición más de una opción a la hora de inmunizarnos contra la enfermedad, al menos hasta que una de ellas acabe imponiéndose en el mercado por su mayor eficacia.

Después de tanto sufrimiento por la terrible tragedia que hemos vivido, parece que tenemos más cerca la solución a una crisis sanitaria sin parangón en los tiempos recientes, que se ha cobrado la vida de setenta mil compatriotas y ha llevado a la ruina a varios centenares de miles más.

Pero hasta que la vacuna sea una realidad van a seguir muriendo muchas personas, cuyas familias van a tener que lidiar con el dolor añadido de que sus seres queridos se fueron en la recta final, cuando la pandemia estaba a punto de tener solución.

La muerte en estos casos es doblemente traumática, y ni siquiera la avanzada edad de la mayoría de los fallecidos sirve de consuelo cuando se produce en estas circunstancias. Ya es una desgracia haber pasado una guerra civil y una dictadura para acabar siendo víctima de un virus que un Gobierno de extrema izquierda prefirió no tomarse en serio cuando había tiempo porque estaba muy ocupado promoviendo manifestaciones feministas, impulsando políticas de género, luchando contra el calentamiento global y desenterrando los restos de Franco.

Nuestros mayores sacaron adelante familias numerosas y se deslomaron durante toda una vida trabajando y pagando impuestos para que los políticos que han vivido de ellos los dejen en la estacada. No merecen irse en la soledad de una habitación de hospital sin el consuelo de sus familias. Sobre todo ahora, que parece que la vacuna está a punto de llegar.

Es necesario seguir protegiéndolos evitando las conductas de riesgo. Hagámoslo por ellos y por los que se nos han ido en el último minuto como los soldados que mueren en la Guerra instantes antes de que se firme el armisticio. Todos ellos, descansen en paz

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