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Pablo Planas

Sánchez, "la Ciencia" y la muerte

"La Ciencia" en boca de Sánchez es una cosa tremenda, como la honradez explicada por los Pujol. En fin...

No hace mucho que Pedro Sánchez aseguró que las reuniones familiares en Navidad no podrían ser de más de seis personas, cifra que no había adoptado según dijo "a capricho" sino porque era la que determinaba "la Ciencia". Una Ciencia en mayúscula, como un valor absoluto, según se infería de la campanuda entonación del presidente del Gobierno. A las pocas horas salía el ministro de Sanidad, Salvador Illa, a decir que a lo mejor se podía ampliar el cupo familiar hasta las diez personas, cantidad también basada en "la Ciencia", que contra lo que pueda parecer no es trina sino una. "La Ciencia" en boca de Sánchez es una cosa tremenda, como la honradez explicada por los Pujol. En fin...

El caso es que en la gestión de la pandemia el Gobierno se parapeta detrás de una ciencia que es la mezcla de un comité de expertos que no existe y los monólogos de Fernando Simón, humorista incomprendido. Y no hay más. La progresía asume y encaja la enfermedad como si se tratara de un castigo divino ante el que sólo cabe oponer una fe ciega en la ciencia, pero en "la Ciencia" sanchista. De ahí disparates como aquellas declaraciones de Carmen Calvo cuando situaba Nueva York, Madrid y Pekín en la misma longitud o las todavía más abracadabrantes de Teresa Ribera en las que atribuía el éxito portugués en la primera fase de la epidemia al hecho de estar más al oeste que España, Galicia al margen.

El único que ha guardado un prudente silencio es el titular del ramo científico, Pedro Duque, desaparecido desde que protagonizó con Simón un Barrio Sésamo en TVE sobre cómo ponerse las mascarillas. ¿Se acuerdan de Duque? Sí, el astronauta, ministro de Ciencia e Innovación que tuvo que ceder Universidades, la tercera pata del ministerio, para que pudiera ser nombrado ministro por Podemos Manuel Castells.

A toda esta izquierda que aplaude hasta con las orejas que los chinos construyan un hospital en dos meses y critican a Díaz Ayuso por hacer más o menos lo mismo les parece una fascistada hablar del virus chino. En cambio les resulta de lo más normal que se hable de la gripe española sin detenerse a explicar que lo de española viene porque la prensa de este país fue la única que informó sin censuras de la pandemia surgida en un campamento militar de los Estados Unidos.

Esa negativa a fijar en China el origen de la pandemia es una evidencia de ese pensamiento islámico de la izquierda. Islámico por lo que tiene de fanatismo religioso y porque seguro que les ofende menos que se les compare con un mulá que con un cura medieval que pudiera atribuir la peste china a una reacción de Dios ante la sodomía, la avaricia o el paganismo.

En lo que sí que ha sido realmente científico el Gobierno es en la ocultación de la muerte, empezando por el falseamiento de las cifras de fallecidos y pasando por la censura de cualquier imagen que pudiera sugerir el sufrimiento provocado por el virus, ya fuera un féretro, una unidad de cuidados intensivos con pacientes intubados o una cola para recoger alimentos. Por eso se habla mucho de cuántos individuos se pueden juntar en Navidad según "la Ciencia" de Perico Sánchez y nada de los más de trescientos muertos diarios de la segunda ola del coronavirus de Wuhan, China.

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