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Javier Arias Borque

La farsa del final de los homenajes a etarras

Un anuncio que llega, vaya por Dios, justo cuando Pedro Sánchez, el que nunca iba a pactar con EH Bildu, vuelve a pactar con EH Bildu

Un anuncio que llega, vaya por Dios, justo cuando Pedro Sánchez, el que nunca iba a pactar con EH Bildu, vuelve a pactar con EH Bildu
Homenaje a etarras en el Palacio del Marqués de Rozalejo | Twitter

El denominado colectivo de presos de ETA, el EPPK, que para entendernos son una parte de los restos de la estructura de la banda terrorista que servía para mantener a todos los que estaban en prisión dentro de la ortodoxia de la organización, ha anunciado que dejarán de hacer de forma pública los ‘ongi etorris’, es decir, los homenajes con los que reciben en plazas y calles en su pueblo o localidades aledañas a cada terrorista que sale de la cárcel.

"El EPPK considera conveniente que nuestra alegría por quedar libres sea compartida con quienes nos esperan en la misma puerta de la cárcel o con quienes nos reciben de modo discreto", decía el comunicado hecho público en los altavoces mediáticos habituales (Gara y Berria) de esta gente. Añadían que, "en lo sucesivo, solo queremos recibimientos en un espacio privado entre allegados".

La gran mayoría de los medios de comunicación y buena parte de la clase política ha recibido con gran algarabía el anuncio. Es cierto que el hecho de que trasladen a ambientes más privados la exaltación de los terroristas facilita que la humillación a las víctimas de estos criminales sea un poco más reducida. Pero hasta ahí, porque la realidad es que los homenajes seguirán produciéndose y la sensación de humillación no se va a perder.

Por encima de cualquier hecho lo que habría que destacar, precisamente, es que no ha anunciado que se vaya a poner punto y final a los homenajes, sino que simplemente los van a esconder para ver si así ofenden menos. Un hecho que pone de relieve que aquellos que apoyaron durante décadas el terrorismo no han hecho el tránsito ideológico hacia la democracia, como algunos quieren vendernos, sino que únicamente se han adaptado por mera conveniencia y estratégica política.

Es una demostración contundente de que esa gente sigue pensando que los que pasaron años dando tiros en la nuca, poniendo coches-bomba, secuestrando y extorsionando solo fueron románticos que buscaron la libertad de su pueblo. Lo que en la práctica no es más que un reconocimiento de que el terrorismo es para ellos un método legítimo para obtener sus fines políticos. Una buena parte de la ciudadanía vasca sigue enferma.

Nadie se imagina un homenaje público en las calles de París a los yihadistas de la masacre en la sala Bataclan de 2015. Como tampoco un homenaje en el centro de Sevilla a los cinco violadores de la Manada de Pamplona. Aunque estos dos homenajes se realizan en un ambiente más privado, no dejaría de ser humillantes para sus víctimas y no dejaría de ser un reflejo de la degradación moral de aquellos que asisten y de aquellos que no dan importancia al acto en sí.

No cabe duda de que este anuncio público beneficiará sobre todo a los que llevan tiempo queriendo blanquear a EH Bildu, los que quieren homologarlos como un partido plenamente democrático, los que quieren hacer pelillos a la mar con cincuenta años de terrorismo para poder jugar con ellos y sus cinco escaños en el Congreso de los Diputados. Un anuncio que llega, vaya por Dios, justo cuando Pedro Sánchez, el que nunca iba a pactar con EH Bildu, vuelve a pactar con EH Bildu.

Precisamente, éste último hecho, el blanqueo de EH Bildu para legitimar su presencia en el juego de la aritmética parlamentaria, no es más que un reflejo de la degradación moral de buena parte de la izquierda política española. Tienen prisa por olvidar el pasado -solo cuando les interesa, claro, que todos sabemos que Franco sigue vivo-. Tienen prisa por convertir EH Bildu en un partido más. Y no cabe duda que la farsa del final de los homenajes a etarras les sirve para ello.

Nos volverán a repetir que EH Bildu no es Batasuna-ETA-Sortu. Que EH Bildu es una coalición en la que están también partidos que condenaron el terrorismo. Algo que es cierto. Tan cierto, como que esos partidos (EA, Alternatiba o la desvanecida Aralar) ya tienen más dirigentes que votantes en las calles vascas. Tan cierto, como que los mandos, los cuadros y los votantes de la coalición los pone casi en exclusiva Sortu. Ya saben, Sortu, es decir, HB, EH, Sozialista Abertzaleak, Batasuna…

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