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Carmelo Jordá

Sánchez da lecciones de sufrimiento a Zelenski

Gracias al lamentable desastre que se ha vivido este martes en la Carrera de San Jerónimo, si algo queda claro es que ni España puede contar con España.

Gracias al lamentable desastre que se ha vivido este martes en la Carrera de San Jerónimo, si algo queda claro es que ni España puede contar con España.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (3d), escucha la intervención por videoconferencia del presidente de Ucrania, Volodímir Zelensky en el pleno del Congreso de los Diputados. | EFE

Como muchos de ustedes, supongo, esperaba la intervención de Volodimir Zelenski en el Congreso con verdadero interés y casi diría que con emoción: no todos los días un auténtico campeón de la libertad habla en la sede de la Soberanía Nacional.

Lamentablemente, nada que tenga algo que ver con este pésimo Gobierno que sufrimos puede elevarse más allá del nivel de la astracanada y lo que debería haberse convertido en un momento emocionante e histórico no ha sido una excepción: entre la presuntuosa Batet, la espantosa traductora y la insólita parrafada final de Sánchez han convertido lo que debería haber sido un día para recordar en otro motivo, y ya van muchos, para la vergüenza ajena e incluso la propia.

La cosa ha empezado mal, con Batet luciendo afán de protagonismo mientras Zelenski esperaba en silencio, como si al hombre que está defendiendo a su pueblo frente a una dictadura criminal le sobrase el tiempo para andar escuchando bobadas.

Pero ha seguido mucho peor: en cuanto el presidente de Ucrania ha empezado a hablar hemos tenido que sufrir a una presunta intérprete que en lugar de traducir al español la intervención ha balbuceado una ristra de frases, en su mayor parte inconexas, en un mal remedo de nuestro idioma completamente incomprensible y, para más inri, con un tono de voz francamente irritante.

Sí, ya sé que el ucraniano no es una lengua tan conocida como el inglés, pero cualquiera de nosotros ha conocido personalmente o ha visto en las televisiones a ciudadanos de origen ucraniano residentes en España cuya pronunciación y conocimiento de nuestra lengua eran infinitamente mejores que los de la mujer contratada para tan magna ocasión. Que una institución como el Congreso no sea capaz de encontrar a un profesional de la traducción a la altura de un momento así, que fuese capaz de dar voz con un tono mínimamente épico y en un español aceptable a las palabras del que hoy por hoy es, probablemente, el hombre más admirado del planeta es un buen ejemplo de la incapacidad y la chapucería institucional de una Meritxell Batet que ha vuelto a demostrar que no tiene el mínimo nivel que requiere su cargo y que, de hecho, como mucho da para ama de llaves.

Y para terminar la bufonada ha tomado la palabra un presidente del Gobierno que no soporta que alguien acapare más protagonismo, más focos y más aplausos que él, así que no se ha resistido a soltar otro discurso tan excesivamente largo como el de Batet y en el que encima ha tenido la falta de decoro de explicarle a al presidente de Ucrania las cifras sobre los ucranianos que han tenido que huir de su país –¡a Zelenski, que los está viendo luchar y morir!– y que luego ha hablado de lo mucho que sufrió España con la dictadura y "el empeño de los españoles" en recobrar la libertad… Un empeño que, no lo olvidemos, nos llevó a acabar de una vez con todas con Franco… dejándolo morir plácidamente en la cama.

"Cuente con España", le ha dicho Sánchez al presidente de Ucrania en los últimos instantes de su intervención y quizá eso ha sido lo peor porque, gracias a él, a su esbirra Batet y al lamentable desastre que se ha vivido este martes en la Carrera de San Jerónimo si algo queda claro es que ya ni España puede contar con España.

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