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Cristina Losada

De pega(sus)

No es cuestión de dudar de Citizen Lab. La pregunta es por qué han puesto el foco de su arsenal investigador en la flor y nata del separatismo.

No es cuestión de dudar de Citizen Lab. La pregunta es por qué han puesto el foco de su arsenal investigador en la flor y nata del separatismo.
Oriol Junqueras y Carles Puigdemont en Waterloo. | EFE

El separatismo catalán está indignado y, por lo tanto, feliz. Sus dirigentes han sido objeto, dicen, del mayor caso de espionaje del mundo. De nuevo baten récords. De victimismo, lo que más les pone. Todo ello a raíz de la publicación de un reportaje en el New Yorker basado en la investigación de Citizen Lab, un laboratorio interdisciplinar -así se describen- vinculado a la Universidad de Toronto. La prensa amiga da noticia puntual de todos los medios que se han hecho eco del caso. Después de varios años de desatención en el foro internacional, de nuevo se sienten el ombligo del planeta. ¡El mundo los mira!

No es cuestión de dudar de las "evidencias forenses" que ha encontrado y expuesto Citizen Lab. La pregunta que se suscita es por qué han puesto el foco de su arsenal investigador en un grupo relativamente pequeño como la flor y nata del separatismo catalán, entre todos los posibles afectados por el spyware. En el año 2021 se publicó en distintos diarios internacionales que Pegasus había hackeado unos 50.000 móviles. El número de presuntos espiados del separatismo catalán es de 65, y el de infectados, algo menor.

Ignoro la respuesta. Pero hay que plantearse la pregunta. Y si uno lee el texto con el que Citizen Lab presenta su investigación empieza a preguntarse más cosas. Los resultados serán incontestables, pero el relato con que los acompañan está inspirado en la narrativa del separatismo catalán. Su background sobre España comienza con una referencia a la dictadura franquista. Eso no falla: donde ponen España, ponen dictadura para empezar a hablar. Tampoco falta el apunte de la persecución sufrida durante toda la dictadura por la cultura y la sociedad catalanas, entendiendo por tal a la nacionalista, en línea con la invención separatista de que la represión se ensañó muy principalmente con los nacionalistas catalanes, y que la gran oposición al franquismo la hicieron ellos. Es un cuento en el que nunca figura el número de nacionalistas que pasaron por las cárceles de la dictadura.

En el relato de Citizen Lab, el golpe de 2017 no fue ningún golpe al orden constitucional ni a la democracia ni a los derechos de los ciudadanos, sino un referéndum al que se opuso, de forma obstinada, el TC y, de manera violenta, el Gobierno de España. Si hubiera sido un golpe, a lo mejor se entendía que la seguridad nacional tratara de abortarlo. Pero hay dos señales inequívocas de cercanía con el separatismo catalán. Una es que lo conceptúan como "sociedad civil", y otra es lo que no mencionan. La sociedad catalana no nacionalista, la que se opuso al golpe y salió a la calle en octubre, esa no existe. Ni existía para el separatismo ni existe ahora para Citizen Lab. Pura coincidencia.

Hay otras ausencias llamativas en el tal contexto, pero ya que se habla de espionaje, no habría estado de más contar que el Gobierno separatista que preparó el golpe mantuvo bajo vigilancia y espionaje, de forma ilegal, según informes policiales, a líderes de partidos como Ciudadanos, el PP y el PSC, y a diversas personalidades del constitucionalismo. Se descubrió la trama por los documentos que intentaron quemar los Mossos en aquel octubre de 2017. Pero no, no hay mención. Será una pequeñez, una anécdota irrelevante, al lado del tremendo espionaje, ¡el mayor del mundo!, del que han sido víctimas varias decenas de separatistas catalanes que, total, sólo pretendían romper España.

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