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Pablo Planas

Tarado, Rufián y la banda del moco

Puñaladas como la propinada por Rufián a Puigdemont al llamarle "tarado" reflejan la ferocidad del ajuste de cuentas que se lleva a cabo en el movimiento separatista.

Puñaladas como la propinada por Rufián a Puigdemont al llamarle "tarado" reflejan la ferocidad del ajuste de cuentas que se lleva a cabo en el movimiento separatista.
Rufián. | Archivo

Puñaladas como la propinada por Rufián a Puigdemont al llamarle "tarado" reflejan la ferocidad del ajuste de cuentas que se lleva a cabo en el movimiento separatista.

El insulto forma parte de la tradición política indígena. Y también los motes, cuya capacidad de evocación es insuperable. Antes de que le llamara "tarado" Rufián, a Puigdemont ya le habían dicho de todo y son de dominio generalizado al menos dos motes, el de El Pastelero Loco y Fuigdemont, pues fuig significa "huye" en español. El primer alias, que alude a la pastelería de los Puigdemont en la localidad gerundense de Amer y a los cabales del fugado, era el que empleaban en Convergencia y sus sucesivas destilaciones para referirse a su compañero de filas.

A Oriol Junqueras se le conoce como El Beato y Fray Junqueras. Eso por la parte de los apodos que no se refieren a las características físicas. Otro que también va bien servido es Pere Aragonès, el joven presidente de la Generalidad, conocido como El Nen Barbut y Cigronet (Garbancito). En el caso de Rufián no ha cuajado ningún mote, pero porque es imposible bautizar a un tipo que ya viene definido de apellido. ¿Qué le llamas a alguien con esa gracia? ¿Pancetas? Ya está pillado.

La cosa es como de película de Tarantino, pero es lo que tienen las bandas, ya sean latinas o de golpistas. Tarado, Beato, Garbancito y el Rufián, la banda del moco separatista, los Catalan Kings de la independencia, la Mara Salvatrucha del 1-O o, dadas las fluidas relaciones del jefe con el Kremlin, la Solncevskaja Bratva del procés. El primero es un prófugo de la justicia. El segundo, indultado, tiene antecedentes penales por sedición y malversación. El tercero está inmaculado y de Rufián tampoco constan antecedentes.

Ni los hermanos Dalton se llevan tan mal. El problema entre ellos viene de aquellos días del golpe de Estado separatista. Tarado no quería proclamar la república, pero Beato y su segunda, Marta Rovira, le presionaban para que lo hiciera. Ante la renuencia de Tarado, Rufián le acusó de venderse como un Judas por 155 monedas de plata. O sea, para evitar la intervención de la autonomía por el artículo 155 de la Constitución. Herido en su orgullo, Tarado proclamó la república catalana. A Garbancito le habían apartado adrede de la primera línea del delito porque alguien se tenía que quedar en la Generalidad con Elsa Artadi para recibir y torear a los emisarios del 155, que fue lo que pasó. También pasó que Tarado no le dijo a Beato que se iba a fugar y Beato se entregó a la Justicia porque pensó que Tarado iba a hacer lo mismo. En fin, cosas que pasan cuando un golpe fracasa.

La banda tiene muchísimos más miembros. De hecho es una organización tan extendida como la propia Generalidad y con tentáculos muy poderosos en ayuntamientos y diputaciones. Controlan el territorio a pesar de las diferencias evidentes entre las familias Puigdemont y Junqueras. El insulto de Rufián a Puigdemont se produce en un momento de especial debilidad de la facción del Puchi, otro apelativo cariñoso, embarcada dicha bandería en un proceso de renovación de la cúpula y con la menguante militancia dedicada a vetar a los hombres de la nueva presidenta del partido, Laura Borràs. En el bando puigdemontista se malician que ERC busca romper la coalición de gobierno en Cataluña para gobernar con el PSC, la sucursal catalana del PSOE, siglas cuya sola mención causa escalofríos entre los más cuajados elementos de las mafias de medio mundo.

Que no se cumplan las sentencias judiciales, como la del 25% de español en la enseñanza obligatoria, es lo menos que puede pasar en una región gobernada en coalición por Garbancito y los secuaces del Tarado.

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