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Jesús Laínz

ETA y el Ministerio de la Verdad

La izquierda española ha aprendido excelentemente la lección orwelliana, como demuestra su diario retorcimiento de hechos y palabras.

La izquierda española ha aprendido excelentemente la lección orwelliana, como demuestra su diario retorcimiento de hechos y palabras.
Arnaldo Otegi, cabecilla de Bildu. | EFE

Recordará usted, ilustradísimo lector, el Ingsoc, aquel Socialismo Inglés al que Orwell atribuyó los horrores totalitarios de su 1984 y cuyo triple lema rezaba "La guerra es paz. La libertad es esclavitud. La ignorancia es fuerza".

A diferencia de Pedro Sánchez y sus ochenta mil ministerios, al Gran Hermano le bastó con cuatro: el de la Paz, encargado de la guerra; el de la Abundancia, encargado del racionamiento; el del Amor, encargado de la represión; y el de la Verdad, encargado, lógicamente, de sembrar la mentira. Su función era la reescritura del presente y el pasado para que coincidieran con los deseos del Gobierno. La izquierda española ha aprendido excelentemente la lección orwelliana, como demuestra su diario retorcimiento de hechos y palabras.

Recordemos, por ejemplo, el deseo del presidente Sánchez de hacer desaparecer del mapa político el único partido que llevó ante los tribunales a los golpistas de 2017 y que propone en su programa la ilegalización del brazo político de ETA. Y el argumento presidencial es que ese partido, Vox, "no respeta la arquitectura constitucional" y "amenaza a la democracia". Por el contrario, sus socios golpistas de ERC y terroristas de Sortu respetan la arquitectura constitucional y no amenazan a la democracia. Inversión de la realidad digna del Ingsoc.

¡Qué desesperación que, cincuenta años después de su fundación y diez después de su disolución, la banda terrorista ETA siga marcando el rumbo de la política española! Y con el agravante de que la gran mayoría de nuestros políticos proclaman a coro que ETA ha sido derrotada por la viril oposición de la sociedad y que la democracia ha vencido a unos terroristas que no han logrado ninguno de sus objetivos. Ya lo explicó Baudelaire hace dos siglos: "El mejor truco del diablo es hacernos creer que no existe". Y no se le ocurra a usted, incauto lector, poner en duda el dogma de fe de la victoria de la sociedad democrática sobre ETA, porque le lloverán anatemas y le llamarán de todo. El benemérito Iñaki Arteta lo ha explicado una vez más en su Historia de un vasco, magnífico aunque desasosegante libro que les reto a leer si quieren comprender mejor uno de los hechos clave de la historia reciente de España:

A aquellos que dicen que al terrorismo lo venció la sociedad vasca yo les digo que el terrorismo habría durado quinientos años de haber sido por la sociedad vasca en su conjunto.

Además de 900 asesinados, ETA ha conseguido que decenas de miles de vascos hayan abandonado su tierra para huir del terrorismo, de una sociedad cómplice, de un clima político irrespirable, de la imposibilidad de ejercer derechos fundamentales, de la opresión lingüística, del adoctrinamiento a sus hijos en el odio a España… En suma, del régimen totalitario instaurado por el PNV ante la indiferencia, cuando no con la colaboración, de los gobernantes de todos los partidos que han pasado por la Moncloa. Pero la sociedad democrática ha vencido a ETA.

La Constitución de 1978 ¿sería la que es si no hubiera existido ETA? El Estado de las Autonomías, ése que, según explicó Gabriel Cisneros, se redactó mirando de reojo a ETA, ¿sería el mismo si no hubiera existido ETA? ¿Seguirían existiendo los privilegios fiscales vascos si no hubiera existido ETA? ¿Estarían transferidas las competencias de educación, que han perpetuado el abuso infantil y el odio a España, si no hubiera existido ETA? Pero ya saben, la sociedad democrática ha vencido a ETA.

Se suele decir que ETA fue vencida por el trabajo de los cuerpos policiales. Efectivamente, el sacrificio y el buen hacer de la Policía y la Guardia Civil debilitaron progresivamente a una ETA que, por otro lado, ya no contaba con la complicidad de Francia, tan decisiva durante décadas. Pero los etarras no se disolvieron por eso, sino porque se dieron cuenta de que ya no necesitaban matar para conseguir sus objetivos.

Sin asesinar, ETA está hoy presente en todas las instituciones: tiene 117 alcaldes y miles de concejales. Sin asesinar, ETA ha conseguido que los asesinos sean más dignos de acercamientos, reinserciones, piedad, comprensión, ayuda y privilegios que los asesinados. Sin asesinar, ETA ha conseguido que los criminales excarcelados sean recibidos como héroes y homenajeados públicamente con la aprobación del Gobierno de la nación. Sin asesinar, ETA ha conseguido la hegemonía ideológica separatista en tierras vasco-navarras y está a un paso de sustituir en el Gobierno al "moderado" PNV. Y sin asesinar, ETA ha conseguido ser socia de legislatura del Gobierno socialista. Pero recuerden el dogma: ETA ha sido vencida.

Hasta tal punto ha sido vencida que numerosos dirigentes etarras y de su brazo político proclaman su victoria siempre que les ponen un micrófono delante. Un solo ejemplo, el de Arkaitz Rodríguez Torres, secretario general de Sortu, que ha declarado recientemente que abandonaron la lucha armada porque 2entendimos que ya habíamos generado las condiciones políticas y sociales para poder abordar la conquista de nuestra soberanía". Se lo traduzco a román paladino:

Hemos asesinado a 900 estorbos. Hemos expulsado a decenas de miles. Hemos amordazado a millones. Ahora ya podemos entrar en política con la garantía de vencer.

No lo pudo resumir Fernando Savater con menos palabras:

El terrorismo se ejerció para algo y ahora estamos en ese algo.

Pero ya saben: ETA ha sido vencida y el enemigo de la democracia y de la "arquitectura constitucional" es Vox. Por eso los andaluces primero, y todos los españoles algunos meses después, tienen que ir tomando nota de la necesidad de votar todos contra Vox. Así se conseguirá el triunfo de esos defensores de la democracia y de la Constitución que se llaman PSOE, Podemos, ERC y ETA.

www.jesuslainz.es

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