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Cristina Losada

Los sorpassos perdidos

"Nunca sabremos quién habría gobernado España en 2016", ha dicho Belarra de la que en cambio sabemos con relativa certeza que está en el Gobierno hoy

"Nunca sabremos quién habría gobernado España en 2016", ha dicho Belarra de la que en cambio sabemos con relativa certeza que está en el Gobierno hoy
El exvicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, durante la presentación de su libro. | Europa Press

El narcisismo de los podemitas siempre ha sido notable, también en su vertiente victimista. Cuando no se proclaman el partido más perseguido en toda la historia de la democracia, se presentan como el único partido sobre el que se difunden fake news, como diría Donald Trump. Habría que ver, en detalle, con estadísticas, si no son el partido con el récord de difusión de fakes de todo tipo desde su aparición. Pero la gracia de lo de ahora es que aseguran que el resultado electoral de junio de 2016 se vio gravemente alterado por la publicación de determinadas noticias que, según ciertos audios recién revelados, eran una fabricación.

"Nunca sabremos quién habría gobernado España en 2016", ha dicho la ministra Belarra, de la que en cambio sabemos con relativa certeza que está en el Gobierno hoy. Quiere decir que Podemos hubiera ganado aquellas elecciones de no haberse difundido unas cuantas noticias, y si no lo dice es porque este tipo de producto funciona mejor como insinuación. Hay que hacer notar que el podemismo, del mismo modo que Trump, vive de preferencia en la burbuja mediática, que es el lugar donde nació y del que nunca corta el cordón umbilical. Y que gracias a ese aislamiento suyo, todo lo malo que les pasa se lo pueden achacar al trato que reciben en los medios, en vez de hacer frente a sus errores políticos de manual.

El retorno de Podemos, por esta puerta trasera, al año 2016 es el regreso a su gran trauma, el que supuso el choque de sus expectativas desmedidas con una realidad que baja los humos. Es la vuelta a los sorpassos perdidos. Al instante en que dieron por seguro que iban a superar en votos al PSOE y cegados por aquel resplandor, sus engreídos dirigentes tomaron decisiones equivocadas e irreversibles. Es regresar al momento en que con aire de perdonavidas, Iglesias hablaba de ofrecerle la vicepresidencia del próximo Gobierno a Sánchez, por darle algo y para ser generoso con el pobre perdedor. Y es finalmente la vuelta a la hora lapidaria en la que tuvieron noticia de que no había sorpassos ni champaña, sino un millón de votos menos. ¡Y en coalición con Izquierda Unida! Unidos podían menos.

Todos los errores, bandazos y disparates de 2016 prefieren no recordarlos Belarra y todos los demás, de Iglesias abajo. De ahí que vuelvan a presentarse como víctimas, tal y como si sólo a su partido le afectaran las manipulaciones y las fake news, actividades de las que no son nada ajenos. Esperan, al parecer, que sus votantes se creen la especie de que fueron víctimas de los medios que los favorecían, se apiaden y vuelvan a votarles.

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