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República de Taifas

Desentierran la Guerra Civil y ahora quieren dar lecciones de olvido y perdón a quienes aún sufren las pérdidas y siguen 379 asesinatos sin resolver.

Desentierran la Guerra Civil y ahora quieren dar lecciones de olvido y perdón a quienes aún sufren las pérdidas y siguen 379 asesinatos sin resolver.
La ministra de Igualdad, Irene Montero, charla con el portavoz parlamentario de ERC, Gabriel Rufián, y con el portavoz de Unidas Podemos, Pablo Echenique. | Europa Press

El debate sobre el estado de la nación no ha podido ser más clarificador. Nunca un debate en el Congreso retrató con mayor nitidez los fines de cada partido ni mostró con mayor naturalidad la complacencia de sus líderes al exponerlos. A excepción del presidente. A éste lo retrataron los demás, sobre todo sus socios. En astrofísica a veces intuimos la existencia de fenómenos que no vemos por su relación con otros que se muestran con nitidez.

Después del debate, quien tuviera alguna duda de las intenciones de los valedores nacionalistas y populistas del presidente Sánchez, las han disipado. Quieren cargarse la Transición del 78, derribar la Monarquía parlamentaria e instaurar un nuevo régimen basado en un Estado plurinacional transitorio como primer paso a una república de taifas. Ya no es una suposición, han levantado acta notarial con solemnidad y sin tapujos en el mismísimo Congreso de Diputados.

El problema no es que Aizpurúa, de Bildu, nos siga tratando con la condescendencia de quien se cree superior moralmente al resto de españoles, el problema es que Pedro Sánchez ha demostrado en este debate que no tiene suelo moral, que es capaz de pactar con el mismo diablo si eso le permite resistir un día más en el poder. No lo digo sólo porque hoy le haya entregado el control de la Ley de Memoria Democrática a los herederos de ETA, o haya asestado un nuevo golpe a la independencia judicial, sino porque es capaz de subirse a la Tribuna del Congreso con la frialdad de un psicópata, y largar un cuento (antes llamado relato) sin escrúpulo alguno, a la vista de todos. ¡Qué no podrá pactar y con quién! si muestra el aplomo de un estafador, la sangre fría de un asesino en serie, o la confianza de un charlatán de feria sin inmutarse.

Ahora sabemos que está dispuesto a todo. Inés Arrimadas se lo echó en cara. Y logró irritarlo hasta sacarle su alma paranoico-narcisista en una frase de parvulario: "No entiendo ese odio [suyo] hacia mí". Para a continuación ponerse campanudo ante las críticas al blanqueamiento que hace de los herederos de ETA: "Tengo que darle una buena noticia, ETA ya no existe". ¡Anda!, añadiría yo, ¿Y Franco sí?

Insistía hoy en el reproche el socialista Patxi López acusando a la derecha de utilizar a las víctimas del terrorismo en el debate del estado de la nación, cuando "ETA ha desaparecido ya hace 10 años". Toma —añado yo de nuevo—, al franquismo lo derrotamos oficialmente hace 44 años y no cejan. Tiene bemoles, desentierran la Guerra Civil, y ahora quieren dar lecciones de olvido y perdón a quienes aún sufren las pérdidas y siguen 379 asesinatos sin resolver.

Debería el ex lendakari socialista preocuparse más por la soberbia y chulería con que su compañero Pedro Sánchez contestó a Inés Arrimadas y al resto de la oposición, mientras se mostraba modosito, casi como un gatito de peluche, con Bildu, PNV, ERC o PDeCAT. Y como donde las dan, las toman, la dulce Arrimadas le recordó con quién está encamado: "Para la mayoría de los españoles, la señora Aizpurúa y sus compañeros de Batasuna seguirán siendo siempre unos hijos… de ETA".

Inútil insistencia, a Pedro Sánchez le han tomado la medida. Resulta sorprendente que sean dos chantajistas nacionalistas, el vasco Aitor Esteban y el curita analfabeto, Gabriel Rufián, los que le hayan recordado que sin ellos no es nadie. ¿Con quién podrías formar gobierno aparte de nosotros? Esta coalición de intereses interdependientes no la rompe ni la OTAN.

Pedro Sánchez ha tomado a España como una finca privada. Sabremos librarnos de él en las próximas elecciones. De lo que no nos libraremos fácilmente es de la disolución de la verdad y la honestidad en política y de la degradación ética que cualquier Estado de Derecho necesita para que sus fundamentos jurídicos resistan.

PD: Mertxe Aizpurúa insistía en eso de: "Nos oyen pero no nos escuchan, si nos hubieran escuchado…". Y uno no puede por menos que completar la frase: ¿no nos hubierais matado? Creo que el PNV y todos los vascos que tanto callaron merecen un gobierno de Bildu.

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