Publica el panfleto de Escolar un artículo con el muy sutil título "Ayuso, el misil de Putin", de la siempre bien dispuesta a arrodillarse Elisa Beni. No deja de ser una muestra más del argumentario divulgado por Moncloa y amplificado por sus medios y periodistas, según el cual llevar a cabo un golpe de Estado no es tan grave e indultar a sus responsables es algo necesario para desjudicializar la política, pero no apagar las luces de Madrid está al nivel del genocidio armenio. Pero aun con todo, la pieza destaca dentro del género. Y no por alcanzar las cimas de torpeza de la ministra Sánchez, que comparó a Madrid con la aldea gala que resiste ahora y siempre al invasor, es decir, con Astérix y Obélix, los buenos de la historia, asumiendo para sí el correspondiente papel de villano. No, el artículo de la señora Beni destaca por su especial descaro, su brutal agresividad contra una mujer que ha alcanzado el éxito sin necesidad de marido sobre el que impulsar su carrera, su hipocresía y su absoluto desprecio por la verdad.
La señora Beni acusa a Ayuso de ser "un arma de guerra porque está haciendo exactamente lo que Putin desea", que es no estar dispuesta a sacrificarse ni un poquito para apoyar el esfuerzo bélico contra Putin, que pasaría por consumir menos energía y por tanto obedecer y aplaudir el decreto del Gobierno contra las luces de las ciudades. Ayuso es un misil de Putin, pero en cambio el PNV no. Su postura simplemente "choca". Ellos no son un arma rusa porque, hombre, no vas a juzgarlos por el mismo rasero, que el PNV apoya al Gobierno y por tanto todo lo que hacen está impregnado de la santidad que supura Pedro Sánchez por los poros.
Aparte de la exageración y la hipocresía, el problema del llamémoslo análisis de la señora Beni es que el ahorro energético del decreto del Gobierno es muy escaso. Su única virtud es que es muy teatral y se ve muy bien. Los alemanes a los que Teresa Ribera ponía a caldo hace unas semanas podrán ver una España triste que se sacrifica. Y es para eso para lo que sirve el decreto: para que nos vean sufriendo. Que eso también lo vean los turistas y decidan que para sus vacaciones mejor otro destino menos sufridor no le importa ni a Pedro Sánchez ni a Elisa Beni, siempre dispuestos a ejercer de Atila con cualquier sector económico que traiga prosperidad.
Una cosa sí es cierta: España está ayudando a Rusia. Pero de esto no tiene la culpa Ayuso, sino Pedro Sánchez, y por eso la señora Beni no habla de ello. España importa su gas, pero la dependencia de Putin se había reducido hasta un 8,9% en 2021 del total de las importaciones, bajando a un mísero 5,7% en febrero. Pero las cosas han cambiado radicalmente desde que Sánchez decidió apuñalar por la espalda a los saharauis, ese movimiento que tan ardorosamente defendió en televisión la señora Beni, asegurándonos que no tendría consecuencias negativas para España porque "Pedro Sánchez lo tiene todo pensado" y "hay que conocer a los pueblos del norte de África, que son muy exagerados y hablan muy alto". En junio el 24,4% de nuestras importaciones de gas venía de Rusia, multiplicando por cuatro la cifra de energía importada de la tierra de Putin el mismo mes de hace un año.
Esas importaciones cuestan mucho dinero. Dinero que se destina a financiar la guerra de Ucrania. A pagar por los misiles de Putin, según la propia señora Beni. Pero sobre esto, chitón. Porque hablar del tema requeriría preguntarse por qué Pedro Sánchez ha hecho lo que ha hecho, y no existe razón que se pueda justificar que no involucre los intereses personales del macho alfa, y lo muy por encima que tanto él como ella los ponen por encima de los de España.
¿De verdad queremos que nuestra política energética sirva para acabar con Putin? A corto plazo, empecemos por suspender el mercado de emisiones de CO2, que reducirá el precio de la energía a todas las familias europeas permitiendo volver a usar fuentes como el carbón durante la próxima década, en lugar de darnos medallitas por dinamitar centrales térmicas. Y para que no me repliquen que qué pasa con el clima, al mismo tiempo deberíamos enterrar la histeria antinuclear y empezar a construir nuevas centrales para acabar con nuestra dependencia del gas. Pero no, la España que quieren Pedro Sánchez y sus palmeros es una en la que estamos siempre muy preocupados por Ucrania y por el clima, pero nos negamos a hacer algo que de verdad nos cueste y sea útil. Por ejemplo, sacrificar las ideas de la izquierda ecologista sobre energía y medio ambiente.