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La venganza de los mediocres

¡Ay Lilith! hasta tu nombre está lleno de excesos bíblicos que nunca has demostrado merecer. Toda una metáfora de esta generación de adanistas.

¡Ay Lilith! hasta tu nombre está lleno de excesos bíblicos que nunca has demostrado merecer. Toda una metáfora de esta generación de adanistas.
Europa Press

Reconforta sentir bramar a un librepensador como Arturo Pérez Reverte contra todos los responsables políticos del deprimente estado de nuestro sistema educativo. Reconforta incluso el exabrupto retórico de lo que haría con ellos. Indignado, busca al menos venganza, ya que el deterioro es irreversible. Me gustaría, dice, "Ver a esos golfos y analfabetos de distintas ideologías sentados ante un tribunal, con pinganillos en las orejas para traducción simultánea en todas las lenguas de España, incluidas el bable, la fabla y el panocho. Quisiera oír a un fiscal enumerar sus desmanes y describir el triste paisaje que dejan detrás, el futuro que aún pretenden volver más chato y mediocre, la sucia contumacia con que se empeñan, no en elevar el nivel de los alumnos hasta la excelencia, sino en rebajar el nivel de la excelencia hasta la mediocridad. En ponerlo a la misma altura que tienen sus pobres, venales, corruptas inteligencias". El desahogo sigue en, Ahora somos un país de genios.

A lo largo de estos últimos cuarenta años he visto la degradación desde dentro, he luchado a brazo partido y lo he denunciado en artículos de prensa con la indiferencia del propio sistema educativo y la impotencia de Sísifo. Te pones a escribir y te das cuenta que ya sólo te puedes repetir. Y entonces te planteas si los mediocres se han hecho con la realidad, o si en realidad perteneces a esas generaciones del esfuerzo y la responsabilidad que han quedado desfasadas ante las nuevas generaciones woke. No resulta agradable el desdén que le sigue. Cuanto menos contradice la duda metódica desde la que hablas.

Y sin embargo me resisto a aceptar al esclavo encadenado de la caverna platónica cuando veo a una niña bien hacer estriptis mental con su fragilidad psíquica desde su cargo recién estrenado de Secretaria de Estado para la Agenda 2030: "Yo creo que toda esa cultura del esfuerzo y la meritocracia es en realidad lo que genera esa fatiga estructural y esa epidemia de ansiedad y que nos lleva a esta situación de pluriempleo, de tensión, de ansiedad, de cardiopatías…" Supongo, Lilith, que el atleta ha de sudar la camiseta para tener el tono muscular en las mejores condiciones. ¿O el cargo de secretaria de Estado no exige a un atleta ilustrado y curtido?

¡Ay Lilith! hasta tu nombre está lleno de excesos bíblicos que nunca has demostrado merecer. Toda una metáfora de esta generación de adanistas que lo han encontrado todo hecho pero no está dispuesta a poner esfuerzo alguno en asegurarlo. Bastante tienen con exigir a papá Estado su bienestar presente en nombre de la igualdad.

Nunca pensé que pudiera cuestionar alguno de los tres pilares de la Revolución Francesa: Libertad, Igualdad, y Fraternidad. Pero esta generación de populistas han manoseado tanto la igualdad en beneficio de mediocres y perezosos por vocación, que la sagrada igualdad me empieza a parecer sospechosa. Parece como si toda una generación de haraganes con buena conciencia hayan logrado convertirla en un salvoconducto para sus fechorías. A costa de la hacienda de los demás, claro. Aún no se han percatado que al igual que un atleta ha de ejercitar su musculatura con esfuerzo y sudor, cualquier persona psíquicamente equilibrada ha de fortalecer la mente gestionando frustraciones y apatías sin echarle por sistema la culpa de sus males al mundo.

Mientras llega la guadaña de las generaciones decadentes para empezar de nuevo, no descarto que estemos asistiendo a la venganza de los mediocres. Independientemente de sus títulos devaluados por decreto ley. Son más y avanzan en manada. Esta vez, con la colaboración de la escuela.

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