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Emilio Campmany

Putin acorralado

Así pues, parece que Putin está en un callejón sin salida. ¿Qué hará finalmente? Buena pregunta.

Así pues, parece que Putin está en un callejón sin salida. ¿Qué hará finalmente? Buena pregunta.
El presidente ruso, Vladimir Putin. | Europa Press

Conforme Kiev va siendo capaz de convertir en éxitos la ayuda militar que recibe de Occidente, el foco se va girando hacia Moscú. Son muchas las cosas que están pasando en Rusia, suicidios de magnates, críticas a Putin por parte de un número muy significativo de concejales y últimamente también hay gruesas críticas por parte de los activistas favorables a la guerra.

Se dirigen básicamente al Alto Mando ruso, al ministro de Defensa y a los generales que dirigen la "operación militar especial". Pero, en parte, también tienen por objeto a Putin. A los militares se les acusa de incompetencia culpable, de no saber dirigir a un ejército al que no debería costarle mucho derrotar al ucraniano y que, en condiciones normales, nunca podría ser derrotado por éste. A Putin se le critica por no decretar la movilización general y por no recurrir a las armas no convencionales que Rusia posee. Hay aquí una evidente contradicción. Si el problema es de dirección, no hay por qué incrementar los medios pues debería bastar con sustituir a la cúpula. Y si el problema es que no se emplean todos los medios de que se disponen, la culpa no es del Alto Mando, sino de quien le niega los medios necesarios para vencer.

Sea como sea, la pregunta es qué hará Putin ante todo esto. Quienes ahora le critican integran el núcleo de sus apoyos políticos entre la población. Si los pierde, se queda sin base social en la que fundar su poder. Lo lógico, por tanto, es que intente atender sus exigencias y tratar de ganar la guerra por todos los medios. Pero esto, que parece la reacción natural, no es tan fácil. La movilización general sometería a toda la ciudadanía a graves tensiones. Es posible que la mayoría de los rusos quiera ganar esta guerra por encima de todo, pero son muy pocos los dispuestos a arriesgar sus vidas para lograrlo. Recurrir a las armas nucleares, limitándose por ahora a las tácticas, las que se emplean en el campo de batalla contra las fuerzas enemigas sin recurrir a las estratégicas, las que se utilizan para planchar ciudades, es una opción. Pero, ¿y si Occidente arma al ejército ucraniano con armas similares? Y es probable que lo haga si se piensa que Occidente no puede permitir sentar el precedente de que Rusia se apropie del territorio de otra nación abusando de las armas nucleares de las que la agredida carece. Por otra parte, y esto vale para toda escalada militar, cuántos más medios comprometa Putin en la guerra, más humillante será la derrota de su ejército. Entonces, quizá lo mejor para él fuera buscar una salida diplomática honorable, conformándose con la anexión definitiva de Crimea, por ejemplo. Pero entonces, ¿cómo manejar la ira de los grupos que respaldaron y jalearon la invasión? Tampoco esta opción es halagüeña, mucho más si ve obligado a reprimir con dureza esta oposición, encabezada por gente que supuestamente piensa como él.

Así pues, parece que Putin está en un callejón sin salida, sin fuerza para reprimir a concejales pacifistas, sin capacidad para atender las exigencias de sus más acérrimos partidarios y sin autoridad para reprimir las críticas que le hacen por no ser suficientemente duro. ¿Qué hará finalmente? Buena pregunta.

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