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Agapito Maestre

Los actos y las explicaciones de Feijóo

De libro parece el comportamiento errático de Nuñez Feijóo para resolver el problema más grave de la democracia española desde 1985.

De libro parece el comportamiento errático de Nuñez Feijóo para resolver el problema más grave de la democracia española desde 1985.
MADRID, 11/10/2022.- El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, participa en el foro Cita del diario El Mundo, este martes en Madrid. EFE/Juan Carlos Hidalgo | EFE

La política se juzga por los actos. Las explicaciones no son suficientes. Juzguemos actos y pongámosles nombres. Las políticas del PSOE y el PP con respecto a la Justicia, o mejor, al ámbito del Derecho, son fáciles de resumir desde 1985 hasta hoy: cualquier cosa es buena salvo volver al espíritu de la Constitución de 1978, que garantizaba la autonomía relativa del poder judicial. La ley de González-Guerra del 85, más conocida por la Ley Orgánica del Poder Judicial, fue una auténtica estocada de muerte al toro de la democracia. Esta ley ha determinado y sospecho que seguirá determinando durante mucho tiempo el actual régimen político. Esa ley maniató la autonomía de la justicia. Pero, por fortuna, la política es real, y está desenmascarando a los dos actores principales de este tinglado, aunque el que peor lo tiene es el líder del PP. La política, la situación política actual, lo ha situado ante un escenario casi trágico para sus intereses.

Núñez Feijóo puede estar equivocándose gravemente con las explicaciones que está dando sobre la negociación que está llevando a cabo con Sánchez Pérez-Castejón para renovar los miembros del CGPJ. Creo que sus explicaciones son ideológicas. La autonomía de la Justicia para el PP, como para el PSOE, es solo una palabra en el aire. Apenas es nada. La autoridad de la institución del Consejo General del Poder Judicial, como otras altas magistraturas de este Estado a la deriva, es nula. Todas ellas, sí, dependen de los cambalaches entre el PSOE y el PP. En esta trágica circunstancia para la débil democracia española, sin apenas legitimidad para presentarse en la UE como una aceptable democracia, ha aparecido la figura del nuevo líder del PP, Núñez Feijóo, para decir lo contrario de lo que hace. ¡Este hombre es una lumbrera política! Ha declarado, incluso ha dado explicaciones, sobre su intención de cambiar la ley de 1985, que no quisieron tocar sus predecesores en el cargo, cuando alcance el poder de gobernar España.

¿Es plausible la declaración de Núñez Feijóo? Sin duda, puede ser aplaudida. Es una simple promesa electoral de un alma bella. Otra cosa es que la creamos. ¿Quién con un poco de inteligencia política puede creerse la idea de un cuadrado redondo? No es creíble. La explicación contradice el hecho. No puedes prometer una cosa para el futuro y hacer hoy lo contrario. De libro parece el comportamiento errático de Nuñez Feijóo para resolver el problema más grave de la democracia española desde 1985: la dependencia, cuando no confusión, del poder judicial respecto del poder político. Mientras Nuñez Feijóo se reparte con Sánchez los cargos del CGPJ, anuncia que cambiará en el futuro este sucio método de elección. ¡Por los clavos de Cristo esto no se le ocurre ni al que asó la manteca!

Y, sin embargo, hay periodistas que compran las justificaciones del líder del PP y cierran los ojos ante su principal acto político desde que llegara a la presidencia de su partido. Más aún, algún analista considera que tal acción pudiera ser la base para que el PP construya una "alternativa ilusionante" de cara a las próximas elecciones generales. ¡De aurora boreal! ¿Por qué cuesta tanto a ciertos intérpretes de la política real llamar a las cosas por sus nombres? En efecto, el acto de Núñez Feijóo con Sánchez Pérez-Castejón es rastrero. Y la explicación del gallego es peor que hipócrita, cínica: hace lo contrario de lo que piensa.

Pues eso, queridos lectores, un abyecto acto político y una desvergonzada promesa electoral son las bases para construir una alternativa al gobierno más totalitario de esta degenerada democracia. Y luego dirán que no entienden por qué sube tanto VOX en las encuestas de expectativas electorales. Sobra explicar que en un sistema de democracia pluripartidista no pueden decidir sólo dos partidos los nombramientos del llamado gobierno de los jueces. Es menester contar con el resto de fuerzas políticas, especialmente con la tercera fuerza política en el Congreso y, sobre todo, con los primeros interesados en el asunto, o sea los jueces y magistrados. En fin, ni el PP ni el PSOE quieren cambiar el sistema de elección de los miembros del CGPJ. Los dos partidos utilizan retóricas diferentes para negar esa evidencia. Pero, por fortuna, la política, la real política, insisto, está desenmascarando las opacas intenciones de los dos principales actores del sistema político.

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