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Golpistas y nazis frenan la historia

Sánchez quiere escribir la historia y adueñarse de ella por ley a través de una pueril inversión de los términos. 

Sánchez quiere escribir la historia y adueñarse de ella por ley a través de una pueril inversión de los términos. 
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

Si no fuera más que para llorar, podríamos hasta sonreír escuchando al Gobierno y sus esquejes relatar la breve y apasionante historia del tipo que lanzó su rostro repetidamente contra el puño de un pobre inocente con la intención de romperle los nudillos. El muy pendenciero (y fascista) sangraba a borbotones en su afán por quebrar cada falange del sufrido y débil puño ajeno. Pueril, pero es la inversión de los términos desde la que el Pedro Sánchez quiere escribir la historia, de la que pretende adueñarse por ley.

El PP se ha vuelto antidemocrático y Vox ya lo era de nacimiento pero salta a la vista que empeora. Son todos ellos unos golpistas y ahora se les han unido jueces y periodistas con el único propósito de impedir el curso normal de la revolución. Así ve el Gobierno —PSOE y Podemos sostenido por ERC y Bildu— la crisis institucional que nos asola: con el peligro al otro lado.

Dice a duras penas Xavier Vidal Foch en El País que el recurso de amparo del PP ante el Constitucional es, como titula su artículo, un "asedio al Parlamento". O sea, que Feijóo es un Trump de saldo que incluso podría cubrirse con pieles de bisonte para derribar puertas y patear escaños. Se embarra el articulista en la figura del recurso previo de inconstitucionalidad y en que los magistrados del Constitucional, en realidad, lo que no quieren es renunciar a su sueldo. Pero renuncia a recapacitar sobre si está bien eso de modificar leyes orgánicas aprovechando enmiendas a otras leyes horrendas y así evitar controles parlamentarios e institucionales. ¿No es ese el verdadero asedio? ¿Será que el cristal por el que mira Vidal Folch es de un color verdadero y los del resto son mentira?

El editorial de El País —empresa del Ibex 35— insiste también en invertir los términos del agravio y ve la iniciativa del PP "en el límite del sabotaje democrático" porque además, es "un momento sin precedentes en nuestra historia democrática" el hecho de que el TC pudiera atender a las medidas cautelares y cautelarísimas pedidas por el PP. Todo ello, no es sino una "maniobra obstruccionista urdida por el brazo jurídico de la derecha política". ¿Y existen precedentes en "nuestra historia democrática" de un Gobierno que anule los graves delitos de sus socios —un golpe de Estado en Cataluña— para sobrevivir en el poder y de paso reformar dos leyes orgánicas sobre el Tribunal Constitucional y el CGPJ para que operen a su favor y con meras enmiendas? ¿Qué "brazo jurídico" urde más "maniobras", no ya "obstruccionistas" sino directamente golpistas? ¿Cómo puede El País seguir fingiendo independencia con sus antecedentes documentados y algunos todavía pendientes de persecución a jueces desafectos? Sigan cotizando.

Félix Bolaños, ministro de Presidencia y —lo más importante— de Memoria Democrática, dice que el recurso del PP puede acarrear "consecuencias impredecibles". Son como las ofertas irrechazables de Corleone, amenazas en estado puro. Para temblar: "No sabemos qué consecuencias tendría ese recurso para la democracia si fuera estimado". Pues que se frenaría la más peligrosa deriva autoritaria de un Gobierno desde la llegada de la democracia. Pero eso no encaja en el proyecto y para eso Bolaños es ministro de Memoria, cosa que ni Orwell soñó. Es bueno escucharle, le gusta confesar las verdaderas intenciones de Sánchez.

El golpismo es de derechas

Sin respeto a la historia ni a los hechos, los novatos guerracivilistas que, de una forma u otra, mandan en España se ponen a hablar del 23F como si el golpe lo hubiera perpetrado la derecha parlamentaria de entonces. O como si Felipe González, Peces Barba, Solé Tura o Solana no trufaran entonces, junto a otros como López de Letona, Areilza y el propio Fraga la lista del Gobierno Armada, compuesta por el general contra Adolfo Suárez. O como si en el PSOE, y en casi todas partes, no supieran mucho antes del 23F que venía el 23F. Pero las ganas de Felipe Sicilia por cambiar la historia son todavía más groseras que las de Bolaños o El País. Y en mi humilde opinión, a estas horas deberían figurar textualmente en una querella en su contra.

"Hace 41 años, la derecha quiso parar un pleno también. Lo hizo con tricornios (…) Quisieron parar el pleno y la democracia con tricornios y lo han hecho con togas (…) La democracia sólo ha estado en peligro con la derecha: en el 36 con un golpe militar, después con Tejero en el 81 y ahora con el PP".

La última frase de Sicilia, "Felipillo" le llaman en el PSOE a este policía nacional jienense metido a político, resume la esencia de la historia oficial escrita por la izquierda, nada que no figure desde hace décadas en los libros de texto escolares. Es sabido entonces que la democracia no ha estado en peligro con mil muertos a manos de ETA, hoy partido político socio de Pedro Sánchez, ni con tras un golpe de Estado perpetrado entre otros por ERC, también socio del Gobierno.

Alberto Núñez Feijóo estuvo acertado en el análisis de estas horas de desvergüenza:

"El Gobierno de España ha llamado a los jueces fachas con toga, y los parlamentarios socialistas y sus socios dijeron que los magistrados del Tribunal Constitucional quedan homologados a los guardias civiles golpistas del 23-F de 1981. Por tanto, no todo vale para mantenerse en el poder; no todo es legítimo cuando se sabe que se está legislando de forma ilegal y en contra del Constitucional".

Sí, de forma ilegal. Así que el presidente Sánchez ya atesora las dos peores carencias: la legitimidad, por gobernar con socios con los que prometió no hacerlo —los ciudadanos no votan los pactos pero pueden avalarlos tácitamente si fueron anunciados con anterioridad— y la legalidad, por hurtar debates parlamentarios, controles institucionales y, además, consolidar el golpe de la Generalidad de Cataluña mediante reformas.

También se refirió a ello Feijóo:

"Aquellas votaciones donde se declaró la independencia de Cataluña y la desconexión de Cataluña con el resto de España en 2017 fueron menos graves que las que se produjeron ayer. Porque en el año 2017, el PSOE estaba con la Constitución. Y ayer, el PSOE la abandonó".

En realidad, hoy también sabemos que ni siquiera entonces estaba el PSOE con la Constitución. Lo demuestra la "Declaración de Barcelona", firmada entre Miquel Iceta y Pedro Sánchez y de la que da buena cuenta Carlos Cuesta en Libertad Digital. Pero el efecto es el mismo: el PSOE se ha situado en las afueras de la democracia, desde donde acusa de golpismo a los que la defienden. Salir del poder, para Sánchez, es golpismo. Y no es un capricho, es que quiere convertirlo en ley.

Los nazis también son los otros

Pero en toda esta inversión de términos faltaba niquelar el ataque a los disidentes no políticos, tarea en la que la izquierda no está falta de experiencia. Gracias a Pablo Planas me entero de que Pedro Vallín, de La Vanguardia, anota nombres de otros periodistas que para coincidir en una protesta firman manifiestos de forma individual en vez de someterse a editoriales conjuntos de empresas periodísticas.

El tal Vallín sólo dice: "Esta lista hay que guardarla. Para los juicios de Nuremberg". Y reproduce los nombres de los firmantes del manifiesto "Defender la Democracia". Quizá tenga razón porque para cuando llegue ese momento procesal harán falta muchos testigos contra el crimen. Yo creo que con la mitad de la lista llega de sobra. Gracias, Vallín.

Todo el que se oponga a la Historia sufrirá consecuencias. Sólo así es posible construir la revolución. Los muertos suelen aparecer después.

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