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Antonio Robles

El llanero solitario

El juez Pablo Llarena habrá ganado la batalla en Europa, pero será nuestro presidente quien habrá hecho de su causa justa una derrota.

El juez Pablo Llarena habrá ganado la batalla en Europa, pero será nuestro presidente quien habrá hecho de su causa justa una derrota.
Pablo Llarena, magistrado del Tribunal Supremo | APM

Algún día se habrá de ver en toda su dramática dimensión el daño que Pedro Sánchez perpetró contra la nación que le hizo presidente. Las cesiones que sirvieron para envalentonar a los sediciosos cuando estaban vencidos y las mentiras para envolver su traición, acabarán por explotarle en las elecciones, pero su daño habrá dejado un reguero de conflictos enquistados en el corazón del Estado que estaban a punto de conjurarse con la histórica sentencia 459/2019 del Tribunal Supremo y la persistente labor del magistrado Pablo Llarena como instructor del procés.

Ahora que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) ha dado vía libre al magistrado Pablo Llarena para reactivar la euroorden contra los prófugos aún no juzgados, se empieza a ver la dimensión del daño infringido por su presidente a la nación española. Ni era verdad que el delito de sedición no tuviera correspondencia con los tipos penales europeos, ni eliminarlo del código penal facilitaría la extradición de los prófugos. La resolución del TJUE lo desmiente.

Si durante décadas los nacionalistas catalanes y vascos sembraron Europa de propaganda contra España, si su propaganda en los primeros años de la Transición permitió a etarras con delitos de sangre vivir en Francia o Bélgica a sus anchas, si después del procés Bélgica siguió colaborando con sediciosos reclamados por la Justicia española, ahora ha sido el propio gobierno español, eliminando el delito de sedición, indultando a los sediciosos y rebajando la malversación, quien da pábulo a la propaganda nacionalista en Europa y nos desarma ante los delincuentes. No será preciso ahora, que Bélgica, tras la declaración del TJUE, nos niegue el derecho a juzgar a nuestros propios delincuentes, ya lo ha hecho el propio gobierno español eliminando el delito de sedición.

Nuestro "Llanero solitario", el juez Pablo Llarena, habrá ganado la batalla en Europa, pero será nuestro presidente quien habrá hecho de su causa justa, una derrota. Como en "la ley del sí es sí", el mal ya está hecho. Su reforma no parará la reducción de penas y excarcelaciones de violadores ya consumadas ni de las tramitadas hasta la fecha de su publicación. Pero la eliminación del delito de sedición es irreversible. La victoria del Juez Llarena en Europa no servirá para juzgarlos por sedición. Podrán hacerlo por el diezmado delito de malversación, pero… ¿a qué precio? El propio gobierno español ha justificado la tropelía en nombre del lenguaje tóxico independentista: la desjudicialización de la política. ¿Acaso la propaganda nacionalista en Europa era falsa cuando decían ser víctimas de la judicialización de la política en España? ¿No es eso lo que ha hecho Pedro Sánchez con hechos y palabras en nombre de la desinflamación?

Quienes vivimos en Cataluña y asistimos a las manifestaciones del 8 y 29 de Octubre del 2017 aupados por el discurso del Jefe del Estado en Defensa de la Constitución, respiramos por primera vez. ¿En qué lugar ha dejado a nuestro Rey Felipe VI desautorizándolo de cabo a rabo? ¿Cómo es posible que trate así a la única institución que está obrando escrupulosamente en defensa de la Constitución española, y sin embargo, se arrastre como una babosa ante el Rey de Marruecos, Mohamed VI, que ni siquiera le recibe cuando le ha entregado el Sáhara a costa de perder el gas de Argelia, y va con doce ministros a guardarle pleitesía? Aquí humilla a un Rey de una monarquía parlamentaria, y allí se rinde a un Rey medieval con todos los vicios de un sátrapa. Quien lo entienda que lo compre.

Quienes vivimos en Cataluña la sentencia del TS presidido por el magistrado Manuel Marchena, comprobamos cómo se desinflaba el aquelarre independentista. El principio de realidad es inexorable. Sólo faltaba la extradición de Puigdemont y sus secuaces para cortar la cabeza de la serpiente, pero llega Pedro Sánchez, la acaricia primero, y la acomoda en su nido después. Tiempo muerto para que ponga una nueva remesa de huevos. Y no contento con ello, politiza la Justicia y legitima su lenguaje para dar temperatura a la puesta de la serpiente indultada. Este es el legado de Pedro Sánchez, incubar los huevos de la serpiente cuando pudo haberle cortado la cabeza. Por un simple plato de lentejas.

El coraje y la seriedad democrática de nuestro "Llanero solitario" sin disfraz, nos ha reivindicado en Europa. A veces, un solo hombre (Pedro Sánchez) puede infringir mucho mal. Pero afortunadamente, en una nación de ciudadanos libres, un solo Juez puede salvar la libertad de todos. La mejor manera de agradecerle al Juez Pablo Llarena la determinación demostrada en defensa de la separación de poderes y el Estado de Derecho es seguir su ejemplo en las próximas elecciones. Necesitamos, además de un Llarena solitario, una nación de ciudadanos libres que nos devuelva el control de nuestra nación y de las instituciones democráticas que la hacen digna de todos.

PD. Por si nos olvidamos, aturdidos por tanto sí es sólo sí, del peor delito perpetrado por Sánchez hasta la fecha: eliminar el delito de sedición y legitimar a todos los enemigos de España.

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